ECONOMíA › EL PAIS QUE VIENE

Duhalde sufre por un misterio que se resuelve en apenas 24 horas

 Por Felipe Yapur

Tres son los frentes de conflicto que los duhaldistas avizoran en el corto plazo. Dos de ellos tienen que ver con la interna partidaria: el menemismo y el rol de los gobernadores. El tercero es el más duro, el más conflictivo, y está relacionado con el miércoles, el día que finaliza el feriado bancario y cambiario. “Es nuestro terror, porque una corrida no sólo puede arrasar con los bolsillos de la gente, sino también con nuestro gobierno”, reconoció a este diario uno de los más íntimos colaboradores del Presidente.
La intensa jornada de ayer de Duhalde, quien se reunió con representantes de diferentes sectores de la economía y de consumidores, es para los colaboradores presidenciales una clara muestra de la importancia que le da el gobierno a ese día: “Es nuestro día D”, confiesan.
Los alivia un poco el mantenimiento del corralito “porque sin efectivo en las calles, muy pocos serán los que podrán comprar dólares”, se esperanzan.
De todas formas, hay un dato que disminuye sensiblemente el terror de los duhaldistas. Y es lo que ellos denominan el segundo triunfo en la pelea con las privatizadas. “Duhalde consiguió de las petroleras un compromiso de rebajar el incremento del 8 por ciento en el gasoil”, dicen casi con tono reverencial.
El primer beneficio de esta “conquista” presidencial se refleja, según los duhaldistas, en el freno que se autoimpusieron las telefónicas: “Al conseguir que Repsol rebaje el gasoil, las empresas telefónicas se quedaron sin argumentos para pedir un aumento de tarifas”, sostienen para luego afirmar que lo que consiguió Duhalde es lo más parecido a una “bendición del cielo”.
Los efectos de la corrida cambiaria no sólo puede ser aliviada por las negociaciones con las empresas de servicios privatizadas y el antipático corralito salarial. También es preciso mantener ordenada la tropa justicialista. Dos son los problemas que tiene Duhalde hacia el interior del PJ. Por un lado están los menemistas. Si bien son pocos en cantidad, al menos en lo que se refiere a representación parlamentaria, los seguidores del Presidente son conscientes de la “capacidad de daño” que todavía tiene el ex preso Carlos Menem.
Durante las extensas y cansadoras sesiones del fin de semana, el menemismo estuvo activo hasta poco antes de que comenzara el debate en Diputados de la ley de Emergencia y Reforma de Política Cambiaria. Un apriete a tiempo de los gobernadores a sus legisladores, evitó que el menemismo consiguiera reclutar adeptos a su intención de boicotear la salida de la convertibilidad.
Consciente tal vez de la imposibilidad de mantener un conflicto permanente con su histórico adversario, el senador Eduardo Menem decidió, por ahora, mantenerse expectante: “No habrá movimientos ni a favor ni en contra”, dicen en las cercanías del senador Menem. Eso sí, advierten que la actitud contemplativa puede cambiar en cualquier momento. Y ese momento puede estar relacionado con el fin del feriado cambiario.
La poca efectividad del menemismo en el Congreso estuvo directamente relacionada la rápida reacción del Gobierno frente a los gobernadores. Estos motivaron a sus diputados y senadores para que apoyaran la ley del Ejecutivo una vez que el gobierno se comprometió a saldar las deudas en Lecop que mantienen con las administraciones provinciales. El decreto se firmó el viernes por la noche y representan 2.800 millones de pesos en letras de cancelación de obligaciones provinciales. Pero los duhaldistas saben que esta salida es absolutamente coyuntural hasta que el programa económico camine.
Los gobernadores, en tanto, se encuentran frente a una dura disyuntiva. No dudan que no hay margen para quitarle el apoyo al gobierno de Duhalde, porque si el bonaerense cae ellos se verán arrastrados por la debacle. Yes probable que esta certeza los lleve a estar presentes el jueves en la reunión que convocó Duhalde donde hablarán de las deudas del Estado nacional y la aplicación del futuro plan social.
Pero hay otro detalle que desvela a los gobernadores. Son conscientes de que una buena administración de Duhalde puede hacer añicos aquella promesa que realizó frente a la Asamblea Legislativa, de no competir en los comicios del 2003 y sólo gobernar hasta el 10 de diciembre de ese año. Los duhaldistas están más que advertidos de esta posibilidad, pero por ahora prefieren no hacer futurología ni adivinanzas: “Lo mismo se decía de Rodríguez Saá y terminó renunciando a la semana. Hablemos mejor dentro de 15 días”, señaló un diputado de confianza del Presidente.

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Algunos gobernadores ya se preocupan por si el Presidente quiere quedarse después del 2003. En Gobierno se ríen.
 
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