SOCIEDAD › ENTRE 6 Y 7 MIL TAXIS PORTEÑOS ESTAN PARADOS POR LOS COSTOS

La crisis en color negro y amarillo

El aumento del gasoil y la recesión hizo que algunos no les convenga salir: entre 6 y 7 mil taxis –unos 12 mil choferes– ya no circulan.
Para los que quedan, la competencia es feroz: tarifas reducidas y premios son las formas de pelear por cada pasajero.

 Por Eduardo Videla

La crisis está logrando en la ciudad lo que no consiguieron sucesivos gobiernos: reducir la cantidad de taxis que circulan por las calles porteñas, donde siempre se consideró como una sobreoferta la existencia de 38.000 vehículos. El aumento del gasoil hizo que, para muchos, ya no sea rentable sacar un auto a la calle. Resultado: entre 6 y 7 mil taxis están parados, lo que se traduce en la pérdida de la fuente de trabajo para unos 12 mil choferes. Pese a eso, la competencia sigue siendo feroz y hace que la tarifa, en lugar de subir, acompañando los costos, baje: muchas empresas de radiotaxis ofrecen un abanico de promociones, desde cenas para dos personas hasta descuentos que llegan al 20 por ciento de lo que marca el reloj y que por lo general tienen que absorber los choferes. Otras, incluso, ofrecen el servicio de vehículos utilitarios (Kangoo, Partner o Berlingo, según las marcas) donde es posible compartir un viaje entre varias personas, como en el caso de los chicos que van o regresan del colegio.
El gremio de los tacheros –tanto peones como propietarios– está en permanente transformación. La modalidad de asaltos en los taxis le otorgó mayor confiabilidad pública a los taxis que operan con una central de radio y generó una reconversión del sector hacia esa forma de trabajar. Hace un año, cuando el servicio de radiotaxis estaba en plena expansión, había en la ciudad 46 empresas habilitadas, con 13.700 autos adheridos. Hoy, ya son 78 las compañías que están en el mercado, que involucran a 21.700 vehículos.
El auge sepultó la interna entre los que tienen radio y los que no, convertidos en especie en extinción, y la reemplazó por otra, entre los antiguos dueños del negocio de la radio y los advenedizos. La crisis se ocupó de agregar una tercera, entre los que hacen descuentos y los que pelean por mantener vigente la actual tarifa. Los empresarios del sector deben ser los únicos del país que creen inconveniente un aumento de tarifa: coinciden en que achicaría aún más la demanda, ya recortada.
“Para mucha gente, tomar un taxi volvió a ser un lujo”, dice Omar, a bordo de una unidad con radio, en una empresa que ofrece descuentos del 20 por ciento sobre lo que marca el reloj. “No me causa ninguna gracia cobrar menos, porque tengo que andar más horas para poder pagar el auto y el combustible, pero gracias a esto estamos teniendo un viaje atrás del otro”, acepta, al final del día, después de haber acertado quince llamados a lo largo de la jornada.
Enrique Celi, presidente de la Federación Metropolitana de Propietarios de Taxis y dueño de una de las empresas pioneras en el servicio de radio, pone en números la caída de viajes. “La recaudación ha bajado en un 40 por ciento: un chofer que hace un año hacía 100 pesos por día, hoy no supera los 60”.
El aumento del gasoil ha sido un golpe más duro aún para el sector: entre el 35 y el 40 por ciento de los autos habilitados tienen motores diesel. Ese combustible fue el que más aumentó en los últimos seis meses: de 0,57 a 1,09 pesos el litro, un 91 por ciento.
“Antes andaba todo el día con 10 pesos. Ahora le tengo que poner 20”, dice Omar. Esa suma se resta de la recaudación, junto a los 40 pesos por día por alquiler de auto, más los 30 semanales de radio, si se habla de los choferes que no son propietarios. Los dueños padecen otros números: el precio de los repuestos se triplicó, al ritmo del dólar y también aumentaron los costos del seguro, al actualizarse el valor de los vehículos. Para cumplir con la ley, además, deben hacerse cargo de las cargas sociales y los aportes jubilatorios de los choferes.
Con estos números en la mano, muchos propietarios de taxis gasoleros resolvieron sacar de la calle, en promedio, la mitad de sus vehículos. “Es preferible parar antes que desgastar el auto por una baja recaudación”, dice Roberto Zotalis, presidente de la Cámara de Radiotaxis, que nuclea alas 17 empresas más antiguas del sector. Según el directivo, en este momento hay unas 7000 unidades gasoleras fuera de circulación.
Para paliar la situación de esta franja, la Federación pidió hace diez días al gobierno nacional una tarifa diferencial para el gasoil, como la que beneficia a los colectivos, que ronda 0,75 pesos por litro. “El nuestro es, también, un servicio público”, argumenta Celi, titular de la Federación.
Si la competencia entre pares genera divisiones entre los taxistas, el encono histórico que mantienen con los remiseros genera un consenso automático en el sector. Buena parte del problema se resolvería si el gobierno combatiera el transporte ilegal –dice Celi–. Lo de ellos es una competencia desleal, porque no pagan cargas sociales, ni impuestos ni habilitación”, se queja, contra los beneficios tarifarios que suelen ofrecer las remiserías.

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Parados: son muchos lo que calcularon que, tras el aumento del gasoil, ya no vale la pena salir.
Entre quienes aún siguen en la calle, florecen las estrategias para captar pasajeros.
 
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