SOCIEDAD › UNA EXITOSA EXPERIENCIA CON CHICOS EN INSTITUTOS DE BRASIL

“La pedagogía es la gran ausente”

El brasileño Antonio Gomes Da Costa es consultor de Unicef y aquí explica su “pedagogía de la presencia”, una teoría para aplicar en los institutos de menores y evitar la reincidencia.

 Por Mariana Carbajal

“Solamente una sociedad que aprende a tratar con respeto y dignidad a aquellos a los que considera peores, podrá un día respetar integralmente a todos los ciudadanos.” La frase pertenece al reconocido pedagogo brasileño Antonio Carlos Gomes Da Costa y permite una veloz aproximación a su pensamiento. Consultor de organismos internacionales en políticas públicas para la infancia y la juventud, Da Costa es autor de una propuesta socioeducativa para jóvenes infractores a la que llama “pedagogía de la presencia”. Con ella, consiguió una tasa de reincidencia baja en un centro para chicas en conflicto con la ley. Sobre sus características y sus logros habló en un reportaje con Página/12, en el que además discrepó con quienes impulsan la reducción de la edad de imputabilidad de los menores: “En vez de mejorar el sistema en términos de legislación, de política y de programas, manipulan a la opinión pública para que crea que lo mejor es mantener el sistema como está y disminuir la edad de los que ingresan”, sentenció.
Da Costa estuvo en Buenos Aires en los últimos días invitado por Unicef y el Centro de Estudios Avanzados de la UBA para dar una conferencia sobre el sistema de responsabilidad penal juvenil.
–Desde distintos sectores se plantea bajar la edad de imputabilidad de los menores para mejorar la seguridad ciudadana. ¿Tiene sentido?
–Voy a contestar con un ejemplo bien concreto de mi país. En los últimos años retornaron a la ciudad de Río de Janeiro ciertas enfermedades tropicales que habían sido erradicadas en el inicio del siglo XX. ¿Qué se debe hacer ante esta situación? ¿Mejorar las políticas sanitarias de prevención o hacer una discusión de la legislación de salud? Ocurre lo mismo en relación a los adolescentes en conflicto con la ley, pero la sociedad es inducida a poner en discusión, a juzgar y condenar la ley y no a discutir, juzgar y condenar a aquellos que deberían aplicarla y no lo están haciendo. El objeto de discusión es errado. Para la seguridad ciudadana es necesario un sistema de justicia juvenil que sea capaz de lograr la recuperación de los jóvenes en conflicto con la ley, pero en vez de mejorar el sistema en términos de legislación, de política y de programas, manipulan a la opinión pública para que se crea que lo mejor es mantener el sistema como está y disminuir la edad de los que ingresan a él.
–¿Cómo debe ser un sistema penal para adolescentes?
–Tendría que ser capaz de garantizar la seguridad ciudadana por un lado y, por el otro, respetar los derechos fundamentales de los adolescentes. Pero el sistema de administración de la justicia juvenil debe ser una estructura para resolver los problemas de la justicia juvenil. No puede ser pensado como respuesta a la coyuntura económica y social de una sociedad.
–Hoy la situación en Argentina es la siguiente: los adolescentes que delinquen, al salir reinciden y terminan años después en una cárcel para mayores o mueren en enfrentamientos con la policía. ¿Cómo se puede cambiar este destino?
–¿Cuál es el sistema necesario hoy? Ya lo dije: tiene que dar seguridad ciudadana y respetar los derechos fundamentales. ¿Qué significa respetar los derechos fundamentales en la versión de la Convención Internacional de los Derechos del Niño que está incorporada a la Constitución argentina? Hacer tres cosas. La primera depende del compromiso ético y político con los derechos humanos y es asegurar sus garantías procesales plenas en el debido proceso legal. El segundo punto es asegurar su integridad física, psicológica y moral. Y el tercero es ofrecerle condiciones adecuadas de educación. En este punto entra lo que yo llamo la pedagogía de la presencia, porque en los sistemas de atención de jóvenes en conflicto con la ley la pedagogía ha sido la gran ausente.
Da Costa tiene una amplia trayectoria como funcionario y técnico en el campo de las políticas públicas para la infancia y la juventud. Fue lamáxima autoridad nacional en Brasil entre 1991 y 1993. Antes encabezó el área en el estado de Minas Gerais y dirigió una comunidad educativa en Ouro Preto para chicas infractoras de 12 a 18 años. En esa experiencia nació su “pedagogía de la presencia”, con resultados exitosos: entre el 75 y 80 por ciento de ellas no regresaron al sistema. Pero a Da Costa no le gusta hablar de números. “No creo que ahí esté la expresión de la calidad de nuestra acción educativa. La calidad se expresa en la adquisición de gran parte de las chicas de un proyecto de vida. Ellas salían como personas más capaces de tener una identidad definida, de comprenderse y de aceptarse; tenían la autoestima más alta, se mostraban capaces de mirar el futuro sin miedo. La vida para ellas tenía sentido, tenía un rumbo.”
–Suena muy interesante, sobre todo cuando hoy los adolescentes que delinquen, declaran que su vida no vale nada, que no tienen nada que perder si los mata la policía o quien fuera.
–El principal punto en relación a ese problema es que la pedagogía de la presencia no tiene como base los conocimientos de naturaleza académica, es lo que yo llamo una educación en la vida y para la vida. Las cosas sencillas del cotidiano son su contenido porque estos jóvenes ya no creen en nuestras palabras bonitas y en nuestras buenas intenciones. En la pedagogía de la presencia, el educador tiene que llegar al joven por el discurso de los acontecimientos y no por el discurso de las palabras. Y se debe apuntar al desarrollo de la persona, a su preparación para el ejercicio de la ciudadanía y a su calificación para el mundo del trabajo.
–¿Qué consiguió con la aplicación de esta pedagogía? ¿Qué cambió en Brasil? La información que llega es que crece la delincuencia juvenil...
–Brasil fue el primer país de la región en incorporar a la Constitución la letra de la Convención Internacional por los Derechos del Niño. Después creó la primera ley de la región para cuestiones de infancia y adolescencia. La ley por sí sola no es capaz de cambiar un cuadro de deterioro económico y social, pero la realidad política e institucional de la atención a la niñez y a la adolescencia mejoró mucho en la mayoría de los estados. Sucede que en las mayores regiones metropolitanas, como San Pablo y Río de Janeiro, la falta de compromiso ético, de voluntad política y de competencia técnica no permitió que los sistemas de atención avancen en la misma velocidad que la degradación económica, social y personal de gran parte de la juventud popular urbana y ésa es la información que se trasmite fronteras afuera.

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Gomes Da Costa estuvo aquí invitado por Unicef y el Centro de Estudios Avanzados de la UBA.
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