SOCIEDAD › UN INGENIERO DESAPARECIDO
Sin pistas en el sur
Luis Alberto Macchi salió de la casa de su ex mujer en Longchamps, en Almirante Brown, donde había ido a cenar con su hija, el lunes por la noche y nadie más volvió a verlo. La policía encontró el miércoles su automóvil con todos sus pertenencias, a pocas cuadras de la comisaría. En el baúl y en el piso había manchas que podrían ser de sangre. Sin embargo, no hubo llamados a la familia que indicaran que se trató de un secuestro.
La misteriosa desaparición de este ingeniero –que es dueño de una empresa de colocación de alarmas– puso en vilo a su familia. Desde las 22 horas del lunes, cuando se despidió de su ex esposa y su hija, nadie tuvo noticias suyas. Su novia, Carolina Garecchi, había pasado con él el fin de semana en una quinta de Brandsen, y lo había visto por última vez el domingo en la noche, cuando la dejó en la estación de Longchamps para que abordara el tren hacia su casa en la capital.
Según fuentes policiales, la relación de Macchi con su ex mujer era excelente, lo mismo que con su actual pareja y con su socio, Alberto Zabala, al que conocía desde hacía más de 20 años, cuando ambos estudiaban ingeniería. El miércoles, luego de que el padre del empresario radicara la denuncia en la comisaría de Longchamps, los agentes recordaron haber visto un auto similar al que se describía en cercanías de la dependencia policial. Así fue como encontraron el Peugeot 406 bordó, en las calles Lagos y Berlín, a pocas cuadras también de la vivienda de su ex mujer.
En el baúl del auto se hallaron algunas manchas, por lo que se pensó que el hombre podría estar allí dentro. Pero no. Lo que sí había era un teléfono celular, un bolso cerrado, una cámara de fotos y la documentación de conductor. Lo extraño del caso es que no hubo ningún llamado telefónico para pedir el pago de un rescate que confirmaría la hipótesis del secuestro. De acuerdo con sus allegados, Macchi no tendría problemas financieros ni relaciones dificultosas con nadie en particular. Desde que se había separado, hace dos años, convivía con sus padres también en Longchamps y su actividad era “absolutamente normal”, según las fuentes.