SOCIEDAD › RAPTARON A UNA NENA DE UN AÑO Y MEDIO EN FLORES Y LA DEJARON EN LA PROVINCIA
Un secuestro oscuro y misterioso
El hecho convulsionó a la ciudad durante la tarde: la nena fue raptada en la puerta de la escuela de su hermana por hombres que golpearon a su padrastro. No se pidió rescate y se especula que podría tratarse de una venganza familiar o laboral. En la noche, la dejaron en Lomas del Mirador.
Por Carlos Rodríguez
En un episodio que parece apenas la parte visible de una trama mucho más compleja, una niña de un año y medio estuvo secuestrada durante más de cuatro horas, luego de que fuera arrebatada de los brazos de su padrastro por cuatro hombres que irrumpieron en la puerta de un colegio religioso del barrio de Flores. Dos de los agresores estaban vestidos con camperas similares a las que usan los miembros de la Policía Federal y hasta llevaban chalecos antibala. Esa primera parte tuvo la apariencia de un nuevo secuestro extorsivo que, por la edad de la víctima, superaba todo lo conocido en una ciudad convulsionada por una creciente sensación de inseguridad. Con el correr de las horas, la historia tomó el desvío hacia una presunta venganza familiar o laboral contra el padrastro, que es propietario de una precaria remisería ubicada en el bajo Flores, o de la propia madre de la beba. En un marco de absoluta confusión, que también contagió a la policía, la pequeña apareció minutos antes de las 22 en la localidad bonaerense de Lomas del Mirador, a ocho cuadras de la comisaría.
La conmoción tuvo su paso inicial a las 17.30, en Lautaro al 800, en la esquina donde se encuentra el Instituto Guardia de Honor del Santo Rosario, en un típico barrio de clase media. Allí se produjo el secuestro de Rocío Jazmín Rosales Pérez, de un año y medio, quien se encontraba en brazos de Luis Alberto Rosas Sandoval, de 31, pareja de la mamá de la beba y padre de Melanie, una niña de 9 años que concurre al tercer grado en ese instituto. Mariela, alumna de segundo año del mismo colegio, relató que los secuestradores fueron cuatro hombres, dos de los cuales llevaban puestos “chalecos antibala y camperas similares a las que usa la policía”.
Dos de los desconocidos se bajaron de un Ford Escort gris, prácticamente igual al coche de la misma marca, aunque de color celeste, en el que había llegado al lugar Rosas Sandoval. El padrastro de la beba fue golpeado y esposado, con las manos hacia adelante, y los agresores lo tiraron sobre la vereda una vez que se apoderaron de la criatura y huyeron en dos autos, el Escort y en un Volkswagen Gol de color blanco. Lo que primero parecía un brusco procedimiento policial –el hombre iba con la beba en brazos– comenzó a tomar su real dimensión cuando los testigos observaron cómo se despegaban torpemente de las camperas de los falsos agentes las iniciales P.F.A. (Policía Federal Argentina) que ostentaban en sus camperas azules.
“Ustedes no son policías, son unos hijos de puta”, alcanzó a gritar Rosas Sandoval, que a pesar de las esposas volvió a subirse a su Escort, tomó como pudo el volante y salió detrás de los secuestradores, que ya se habían alejado lo suficiente como para ser inalcanzables. Carlos Ayos, chofer de un ómnibus dedicado al transporte de escolares, comentó que todos conocen a Rosas Sandoval porque todas las tardes pasa a buscar a Melanie. “Yo lo había visto llegar y cuando me iba con los chicos, alcancé a ver el tumulto, pero creí que se trataba de un robo, no de un secuestro”, relató Ayos.
Jacinto Cabeza, remisero del Bajo Flores y amigo de Rosas Sandoval, quien había ido al colegio a llevar a una clienta, observó cómo los supuestos uniformados “subían con la nena al auto y se la llevaban”. En la puerta del colegio se encontraban varios padres que tardaron en reaccionar frente a tan confusa situación. A esa hora, muchos de los alumnos todavía permanecían dentro del colegio, ya que seguían cantando el saludo final a la bandera de ceremonia. Las autoridades del colegio cerraron rápidamente sus puertas y los chicos permanecieron allí una hora más, hasta que estuvieron dadas las condiciones de seguridad para que regresaran a sus casas. El barrio era un hervidero.
Ya desde las primeras consultas de la prensa, las autoridades de la comisaría 38ª, de Bonorino 259, demostraron que estaban claramente desconcertadas. A media hora de ocurrido el hecho se cayó la hipótesis del secuestro extorsivo y surgió la de una supuesta disputa familiar o una venganza. El primer indicio lo dio un llamado recibido por una mujer, allegada a la familia de Rosas Sandoval, con amenazas de parte de lossecuestradores. Como resulta obvio que la chiquita no podía haber suministrado el número telefónico, la investigación se orientó hacia la venganza “de un conocido de la familia o del padre biológico de la criatura”, a quien se mencionaba como supuestamente involucrado en el hecho. Minutos después, las mismas fuentes comenzaron a darle más posibilidades a “una posible venganza por cuestiones comerciales”. Rosas Sandoval, de nacionalidad boliviana, es propietario de una remisería, que hasta anoche, al menos, tenía como sede la esquina de Cobo y Curapaligüe.
La duda obedece a que la remisería Urkupiña funciona en una casa rodante, lo que hace posible que hoy mismo se haya trasladado a algún otro lugar de la ciudad. Sergio, el operador de turno de la agencia, dijo a este diario que su jefe Rosas Sandoval, al que sólo conoce como “Beto”, es un hombre que “no tiene problemas con nadie y él es el padre de las dos chicas, así que es mentira lo que dicen sobre que la secuestró el verdadero padre”. Sin embargo, fuentes de la Policía Federal confirmaron anoche que Rosas Sandoval es padre de Melanie y padrastro de la pequeña Rocío Jazmín, que ni siquiera lleva su apellido.
La madre y el padrastro de la nena llegaron a la comisaría 38ª cerca de las 19 y enseguida salieron en el Escort, escoltados por varios patrulleros, como si existiera una pista firme sobre el paradero de la niña. La aparición de la criatura, sana y salva, se produjo cerca de las 22 en la calle Savia al 3500, a ocho cuadras de la comisaría octava de La Matanza. Un vecino fue el encargado de recibir a la nena en sus brazos. “Tome, llévela a la comisaría”, fue todo lo que le dijeron unos hombres que después siguieron viaje sin dejar ningún otro dato. A esta altura ya había intervenido en el caso la División Delitos Complejos de la Policía Federal. Su titular, el comisario Carlos Sablich, fue quien se encargó personalmente en ir a buscar a la beba, acompañado por la madre de la chica. “No puedo adelantar nada”, dijo anoche a este diario, aludiendo a una posible venganza relacionada con negocios non sanctos. Lo único que hizo fue descartar que haya sido un secuestro extorsivo y dejó abierta la posibilidad de una violenta disputa familiar.