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Una avioneta en el jardín

La escena era la evidencia en crudo de la tragedia: la avioneta destrozada, dos cuerpos calcinados y otro, el del piloto, recostado a un lado sin vida, la medianera de una casa volteada y la cara de estupor de los vecinos que repetían asustados: “Estamos en peligro constantemente. Si hubiera sido un avión más grande, en la cuadra no quedaba nada”. El hecho ocurrió a las 15.49 en Castelar Sur, a sólo 1500 metros de la Base Aérea de Morón, en el oeste del conurbano bonaerense. La avioneta, una Cessna 350 que había partido del aeropuerto de Don Torcuato con dirección a Ezpeleta, no pudo cumplir su recorrido por fallas mecánicas en uno de sus motores y terminó estrellándose en un baldío de Gastón Jarry al 3000, cuando intentaba realizar un aterrizaje de emergencia en la estación aérea de Morón. Tras el choque, el fuselaje de la nave se incendió, por lo que los cuerpos del copiloto y el pasajero se encuentran irreconocibles. El piloto, que aparentemente habría saltado segundos antes del impacto, fue identificado como Leandro Salama, de 30 años.

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