Viernes, 6 de abril de 2007 | Hoy
La sangre del hermano, de dos hermanastros y del cuñado de la víctima no tiene el mismo patrón genético que las manchas halladas en la escena del crimen. Sólo falta analizar a la esposa de Pachelo.
Los exámenes de ADN se encaminan a no ser pruebas determinantes en el caso Belsunce. Es que ayer se conocieron los patrones genéticos de cuatro familiares de María Marta –los que durante cuatro años se negaron sistemáticamente a hacerse una extracción de sangre– y los resultados no fueron coincidentes con los rastros de sangre encontrados en la escena del crimen. Ya son trece los resultados negativos y sólo queda uno por hacerse: el de la esposa del vecino Nicolás Pachelo, a quien acusa la defensa del viudo, Carlos Carrascosa.
Horacio García Belsunce (h.), John e Irene Hurtig –hermano y hermanastros de María Marta– y Guillermo Bártoli –cuñado de la víctima– habían ido a la Asesoría Pericial de La Plata el lunes 19 de marzo último para someterse a la extracción de sangre, requerida por los fiscales John Broyard, Jorge Apolo y Diego Grau. Los cuatro parientes de la mujer asesinada –tres de ellos acusados de encubrimiento– se habían negado a la medida porque, según sostenían, tenían temor de que las muestras fueran manipuladas por el fiscal Diego Molina Pico, para incriminarlos.
A última hora del miércoles, fuentes de la Asesoría Pericial divulgaron que ninguno de los cuatro tiene un patrón genético coincidente con el de los restos de sangre hallados en una alfombra, en un cuadro y en una pared de la casa. De esta manera, los cuatro familiares de la víctima quedaron descartados como las personas a las que, según la hipótesis del fiscal Diego Molina Pico, María Marta habría lastimado con un atizador, en un supuesto intento por defenderse, antes de ser asesinada a balazos, el 27 de octubre de 2002.
Los peritos en rastros de la Policía Judicial que habían inspeccionado la casa de Carrascosa lograron obtener numerosas muestras con restos de sangre, pese a que la familia había limpiado la escena del crimen. En tres de esas manchas había sangre con patrones genéticos de tres personas distintas (dos hombre y una mujer) además de la víctima. Una de ellas se encontró en un cuadro, y otra en la pared, ambas en la antesala que da al dormitorio de la casa. La tercera apareció en un trozo de alfombra. En este último caso, la sangre pertenecía a una mujer; en los otros dos, a varones, pero en uno de los casos aparecía mezclada con la sangre de María Marta.
Los tres primeros en someterse a un análisis para cotejar su ADN con las muestras, a fines de 2003, fueron el ex vecino del country Nicolás Pachelo –acusado por los Carrascosa/García Belsunce–, el vigilador José Ortiz, de la empresa de seguridad del country, y la masajista Beatriz Michelini. Luego fue el turno de Gustavo Castro, un hombre que se autoincriminó a cambio de dinero. También el viudo Carlos Carrascosa se sometió al análisis. Recién a fines de 2006, con los nuevos fiscales en la causa, otros cuatro miembros del entorno de Carrascosa pasaron por el laboratorio: Sergio Binello y su esposa, Viviana Binello, Nora “Pichi” Burgues de Taylor –todos vecinos de El Carmel y amigos de los Carrascosa– y el vigilador Norberto Glennon. Todos dieron negativo.
En marzo, los fiscales reclamaron los análisis que faltaban. El lunes 19 de marzo fueron hasta La Plata Horacio García Belsunce, hermano de María Marta; John e Irene Hurtig, hermanastros de la víctima, y Guillermo Bártoli, esposo de Irene y cuñado de la víctima. Fueron los últimos sospechosos que aceptaron extraerse sangre, si no se cuenta a Inés Dávalos, la esposa de Pachelo, también sospechada por la familia, quien solicitó una nueva prórroga.
Fuentes judiciales revelaron a Página/12 que los resultados no sorprendieron al fiscal: “Era previsible. Ellos ya se habían hecho un examen de ADN en la Fundación Favaloro y sabían que no coincidía con las muestras”, dijo.
Si bien una coincidencia hubiera incriminado a alguno de los sospechosos, la incompatibilidad no alcanza para sacarlos de la mira judicial. Los que siguen el caso sostienen que o bien las manchas no tenían nada que ver con los autores del crimen o corresponden a personas que intervinieron en el hecho pero aún no fueron mencionadas.
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