SOCIEDAD

Un balazo a quemarropa al abrirle la puerta al motoquero de la pizza

El dueño de una casa de La Paternal le abrió al repartidor del delivery y se encontró con dos ladrones que lo fusilaron por la espalda. Tras el asesinato, los delincuentes huyeron.

“Seguro que el del delivery se olvidó algo”, debe haber pensado Edelman Anaya cuando, momentos después de recibir y pagar la pizza que había encargado, el timbre volvió a sonar en su casa. Del otro lado de la puerta, la voz del repartidor le reforzó la suposición y entonces le abrió nuevamente. Se encontró con dos hombres armados que, según el relato de su familia, le dijeron que les entregara “la guita”, aunque segundos después lo asesinaron de un balazo en la espalda. El episodio ocurrió ayer en La Paternal.

Anaya, un ciudadano venezolano de 28 años que vivía en el país desde hace siete meses, murió prácticamente en el acto luego de que los delincuentes le dispararan a quemarropa y desde una distancia menor a los dos metros, en la entrada de su casa ubicada en Lascano 2353. Al momento del homicidio, junto a Anaya estaban su esposa, embarazada, y sus dos hijos, uno de tres años y otro de seis. “Después que el delivery se fue volvieron a tocar la puerta y, al atender, le pegaron un tiro, no le dieron tiempo a nada..., entraron a la casa y le pegaron un tiro, no robaron nada”, describió acongojada Mary, la suegra de la víctima.

Si bien el hecho se presenta algo confuso, el testimonio del empleado de la pizzería parece aclarar algunos puntos. Según él, apenas dejó el pedido en la casa de Anaya, tres ladrones –dos de ellos armados– lo interceptaron, lo golpearon y le robaron la recaudación. Después de eso, lo obligaron a volver a tocar el timbre de la casa de Anaya y a decirle que hubo un error en el vuelto, con la intención de que el joven venezolano abriera nuevamente la puerta.

Mientras la víctima escuchaba, con la puerta cerrada, la explicación del repartidor, dos de los delincuentes se escondían para sorprender al dueño de casa. Las fuentes policiales graficaron: “Uno de los dos que estaban armados se agachó atrás del chico de la moto, mientras el otro se ocultó al costado de la entrada de la casa”. Apenas abrió, los delincuentes se pusieron enfrente de la entrada y apuntaron a Anaya con sus armas. “Flaco, esto es un asalto, traé la guita”, gritó uno de ellos, siempre según el relato del repartidor.

A partir de ese momento, todo se vuelve difuso. Porque los testimonios del empleado de delivery y de la familia de la víctima que estaba en la casa coinciden en que el joven ni siquiera intentó resistirse al asalto. Sin embargo, al ciudadano venezolano la bala disparada por los asesinos le ingresó por la espalda, a la altura del hombro.

¿La víctima se dio vuelta para ir a buscar el dinero? ¿O intentó cerrar la puerta para evitar el robo? La investigación busca determinar esos interrogantes. Pero pese a que los criminales se fueron sin llevarse nada, sobre un punto las fuentes policiales consultadas por Página/12 no mostraron muchas dudas: “Todo hace suponer que se trató de un fallido intento de robo, no hay elementos que indiquen lo contrario”, sostuvieron. Una de las hipótesis que tiene la investigación para intentar explicar por qué los ladrones dispararon aunque no hubo atisbo de resistencia es que al asaltante que tiró se le haya escapado el balazo fatal.

El episodio ocurrió a la vista de la mujer de Anaya, que está embarazada, y los dos hijos, de 3 y 6 años, de la pareja. Fueron ellos quienes, apenas vieron lo sucedido, llamaron a una ambulancia. Pero fue en vano, ya que cuando llegó el médico del SAME lo encontró muerto y pese a que realizó varios intentos de reanimación, no logró su cometido. Anaya era analista de sistemas y vivía con su familia en La Paternal desde hacía siete meses.

El caso es investigado por la División Homicidios de la Policía Federal y el fiscal Joaquín Rovira, mientras que el juez de instrucción a cargo es Eduardo Daffis Niklison. Tras las primeras averiguaciones, el episodio fue caratulado como “tentativa de robo y homicidio”.

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El frente de la casa de Lascano 2353, donde vivía el venezolano de 28 años que terminó muerto.
 
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