Viernes, 16 de noviembre de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › POLEMICA EN SAN LUIS ENTRE LA UNIVERSIDAD LOCAL Y LA IGLESIA POR UNA MUESTRA
Es una muestra de dibujos publicados en la revista satírica Barcelona. La Iglesia denunció “injurias y discriminación”. Y un grupo de militantes católicos hicieron pintadas y robaron varias obras. Entre las sustraídas, una ironiza sobre Grassi y otra, sobre Von Wernich.
Por Oscar Ranzani
Una muestra de veintidós gigantografías de las contratapas de la revista Barcelona, de distribución quincenal, que se está exhibiendo en la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), derivó en una áspera polémica iniciada por un grupo de militantes católicos de la provincia gobernada por Alberto Rodríguez Saá, a la que se sumó ayer la Iglesia local, que intervino para reclamar la suspensión de la exposición por considerar que ofende sentimientos religiosos. El obispo de San Luis, monseñor Jorge Lona, definió como “injuriosa” la exhibición Contratapa’s. El Consejo Superior de la UNSL ratificó, en tanto, que la muestra permanecerá abierta al público hasta el 23 de noviembre, fecha prevista de cierre, y repudió los “hechos de intolerancia que originaron la sustracción de algunas gigantografías”. En rigor, fueron sustraídas tres de las contratapas–gigantografías, situación que motivó la presentación de una denuncia efectuada por parte de los directivos de Barcelona. Dos de ellas satirizan al cura Julio César Grassi, quien será sometido a juicio oral por supuesto abuso sexual a menores de edad, y al ex capellán Christian von Wernich, condenado recientemente por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar en el marco de un genocidio. La tercera contiene un dibujo referido a las mujeres que mueren por abortos clandestinos en Argentina.
Todo comenzó el viernes pasado, cuando se realizó la inauguración de la muestra, con una charla de la que participaron el editor Eduardo Blanco y Mariano Lucano, uno de los directores de la publicación. La muestra se montó en el hall del centro cultural de la universidad y la charla se desarrollaba en el auditorio contiguo de la unidad académica. La conferencia era “para presentar la revista, para contar qué eran las contratapas, por qué una muestra de contratapas y no de tapas, por ejemplo y también nuestros productos aledaños como el libro Puto el que lee, entre otras cosas”, comentó Lucano a Página/12. “Antes de la charla –relató–- se acercan unos cuatro chicos (yo creo que son sub 25). Una chica se identificó como estudiante de biología e integrante del grupo Pro Vida, de la Fundación Pro Vida, llorando y diciendo que se sentía ofendida y que teníamos que descolgar eso, que eso no podía quedar colgado. Nosotros, en un principio, tratamos de contemporizar diciéndole: ‘Lamentamos mucho que te sientas dolida, pero qué sé yo, es una muestra de arte. Si cada cosa que te duele vamos a andar descolgándola, nunca seas diabética porque van a prohibir los chocolates gracias a vos’.” “Dicho esto con todo el respeto a los diabéticos”, le aclararon Blanco y Lucano.
Lucano contó que hubo un chico que dijo: “Ustedes no son argentinos, son putos y con los putos no se puede hablar. Descolgá eso sí o sí”. Lucano y Blanco le respondieron que no le pensaban hacer caso. “Empieza la charla y aparecen quince de esos chicos adentro repartidos en el auditorio en el cual había entre 150 y 200 personas. Soy muy malo para calcular, pero por la cantidad de sillas que había era ésa la gente”, contó Lucano, quien agregó que parte de los asistentes empezaron a discutir y que tanto él como Blanco se preguntaron: “¿Qué hacemos acá?” “Nos pusimos a mediar. Tuvo un toque gagá la cuestión”, comentó Lucano sin perder el humor que caracteriza a Barcelona.
Cuando se retiraron, una persona les avisó que faltaba una de las gigantografías. Las otras dos fueron sustraídas el sábado a la mañana. “Nosotros no estábamos en la facultad cuando las robaron pero el sistema fue más o menos parecido: generaron una discusión entre gente de la universidad y mientras unos estaban apasionados discutiendo, otros de keruza se llevaron otras dos”, comentó Lucano. A su vez, el sábado por la mañana aparecieron pintadas en las paredes de la universidad que señalaban: “Ni 30000 ni inocentes”, “Universidad Nacional de San Luis = Dictadura del relativismo”. “Viva Cristo Rey”, entre otras. Durante la mañana, Lucano fue a la comisaría a presentar la denuncia por robo, mientras el debate “seguía en radios. Nosotros nos volvimos a Buenos Aires” y la facultad “ratificó que la muestra se queda colgada desde las primeras protestas, cuando todavía estaban las 22”.
El tema, lejos de aplacarse, alcanzó mayor ebullición por la posición de la Iglesia local. Ayer, el obispo de San Luis, Jorge Lona, advirtió a través de un comunicado que “la libertad de expresión no puede fundamentar la injuria a las convicciones religiosas” y que “injuriar no es un derecho humano, sino la violación del derecho humano a ser respetado en la propia dignidad. Si la libertad de expresión se extendiera a la injuria, toda la pacífica convivencia social se vería gravemente amenazada”. Tras explicar que “este principio elemental se aplica también a las convicciones religiosas”, sostuvo que en el caso de San Luis “sin duda está directamente vinculado a la dignidad del pueblo católico”. También señaló que “la injuriosa discriminación anticatólica es una ofensa que sufre la Iglesia entera”, y opinó que “en nuestra patria las invocaciones a la no discriminación a menudo son acompañadas de la manera más contradictoria por esta práctica ofensiva”.
“Me parece ridículo hablar de discriminación. Se llevaron a una que estaba Von Wernich”, señaló a este diario Pablo Marchetti, codirector de Barcelona. “La Justicia –continuó– dictaminó que Von Wernich no sólo es un asesino, sino que lo condenó por genocidio. Si la Iglesia se siente agraviada por esto me parece que acá no hay discriminación posible. No se puede hablar de discriminación, acá estamos hablando de lo que dictaminó la Justicia” y agregó que “la blasfemia de la que habla esta gente forma parte del universo católico no del Código Penal”.
Marchetti también afirmó: “Nosotros estamos hablando de determinadas situaciones que ha generado la Iglesia y me parece que no puede hablar de discriminación la Iglesia cuando tendría que revisar un poco su historia”. Recordó también lo que dijo León Ferrari cuando le agradeció al cardenal Jorge Bergoglio el León de Oro que obtuvo en la Bienal de Venecia. “La verdad es que no me gusta demasiado esta cuestión de salir como víctima, defender un ataque como el que sufrimos. Me pone en una situación medio paradojal: por un lado, no quiero salir como víctima de nada ni en la posición de ser censurado. No creo que acá haya habido censura. Hubo sí un pedido de censura y un robo: hubo un atentado a la propiedad privada. Nos robaron tres contratapas. Es absolutamente ridículo lo que están planteando”, subrayó.
En relación al robo de las contratapas, Marchetti consideró que “es como que yo vaya a la Iglesia y me robe un Cristo porque no me parece que esté bien hacer apología de la tortura ni de la pena de muerte, por ejemplo. O sea, si me parece que la crucifixión es hacer una apología de la pena de muerte y de la tortura, entonces voy y me robo un Cristo porque no estoy de acuerdo con eso. Más o menos sería ese el mecanismo que utiliza esta gente para su accionar”.
Lucano, en tanto, concluyó que “en algún sentido, nosotros aparecimos ahí con eso y destapamos un montón de cuestiones que estaban latentes y que faltaba un detonante para que sean puestas sobre el tapete o sacadas del tapete, según el caso. En este caso, serían sacadas. Nosotros sostenemos que gente que piensa de esta manera, hace treinta años se llevaba a otra gente y 30 años después se llevan lonetas de vinilo, las contratapas nuestras apropiadas. Así que es como un avance en la sociedad que dejen de secuestrar gente para que sólo secuestren obras de arte”.
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