A casi ocho años de la muerte del animal, dos paseadores de perros deberán pagar una indemnización de 40.000 pesos a la dueña de un rottweiler por haberle provocado la muerte, según dispuso la Cámara Civil. Los paseadores le habían colocado a Bruma –el can en cuestión– un collar de ahorque que no fue buena combinación con el calor agobiante de aquel 12 de enero del 2000 ni con el exceso de peso que tenía. Según las pericias del Centro Veterinario de Cuidados Intensivos y Emergencias, los signos presentados por el cuerpo de la perra eran “claramente compatibles con un golpe de calor asociado a un posterior semiahorcamiento que culminó con un estado terminal de coagulación intravascular diseminada”. Es decir que Bruma se ahogó. De la causa se desprendió que los collares de ahorque “educan” en uno de cada cuatro casos, y “sofocan o asfixian” en uno de cada dos.