Viernes, 4 de enero de 2008 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Raúl Dellatorre
En medio de la trifulca por el despido de 2000 y pico de empleados y la intervención de una obra social, Mauricio Macri acaba de ganar una batalla de ideas. Medios, gremios y dirigentes de centroizquierda aplaudieron la “desregulación de la obra social de los municipales” como una medida “progresista” y a favor de la “libre opción” de los trabajadores para elegir el servicio de salud que los cobije.
La “desregulación” y la “libre opción” nacen con una ley de Menem pensada para desmantelar el sistema solidario de salud sindical a principio de los ’90. Su objetivo era capturar la crema del negocio, es decir la afiliación de los empleados de sueldos altos, a través de la tercerización de obras sociales en favor de empresas de medicina prepaga que compraban el gerenciamiento de las mismas a dirigentes sindicales dispuestos a escuchar ofertas. De eso, hubo y sigue habiendo mucho.
Como el sistema de control de obras sociales fue, en el mejor de los casos, ineficiente –en el peor, cómplice–, estas fachadas de obras sociales operaron sacándole el máximo jugo al negocio: buena hotelería para internaciones, prestaciones básicas pero con buen marketing, “venta” de servicios extra a los afiliados (pagos de diferenciales por planes más amplios) y traslado al “fondo de reintegros” del Sistema Nacional de Salud de los costos de las prestaciones de “alta complejidad”. Del otro lado del río quedaban las obras sociales “pobres”, con afiliados pauperizados, de salud quebrada y por lo tanto más demandantes. Conclusión: la solidaridad quedó partida al medio.
¿No hay razones históricas para sospechar que a este modelo apunta Macri con “su” desregulación de la Obsba? Incluso circulan versiones de que está en formación una nueva “obra social de profesionales” para absorber a los “liberados” de más alta remuneración.
Está claro que Patricio Datarmini (titular de la Obsba, secretario general de Sutecba y mano derecha de Amadeo Genta) no es el mejor ejemplo de democracia sindical y solidaridad de clase. Pero ningún desaguisado en el manejo de la obra social justifica levantar las banderas de la “desregulación” por quienes han luchado contra las injusticias del neoliberalismo de los ’90. Para derrotar a Datarmini, Macri no es necesariamente el camino. Ni la “libre opción” la puerta “democrática” de salida cuando la elección se plantea en un mercado de salud dominado y controlado por grandes capitales y dirigentes sindicales asociados.
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