En esta ciudad, lejos de ponerlos “mimosos”, como reza el título de una popular obra de teatro, a los conductores el champán, el vino o cualquier bebida alcohólica los vuelve agresivos. Si no que le pregunten al inspector de tránsito Daniel Giraudo, que a los 40 años y cumpliendo con su trabajo perdió tres dientes a manos de un automovilista rosarino, de 39, que lo noqueó de un certero golpe con su puño derecho, luego de haberle abollado una mejilla. El conductor, que estuvo detenido unas horas y ahora enfrenta un proceso por lesiones, se molestó porque Giraudo, durante uno de los controles de rutina para medir el alcohol en sangre de los que manejan, le comunicó que debían quitarle el carnet y su automóvil, un Renault Megane, porque el termómetro que establece el nivel de borrachera de una persona estuvo, con él, a punto de estallar. Aunque no siempre con golpes, los automovilistas se molestan con las sanciones, una medida frecuente, al punto de que más de un centenar se quedaron de a pie en lo que va del año porque no superaron el antidoping.

“La legislación vigente dice que el conductor de un vehículo mediano o familiar no está en condiciones de manejar si el control de alcoholemia determina que tiene 0,50 gramo de alcohol por litro de sangre. En ese momento, lo que se hace es sacarle el vehículo y el carnet de conductor, hasta que se presente ante el juez de faltas y se le aplique la sanción que corresponda”, le dijo a Página/12 Moisés Tomás Pardín, jefe de la División Operaciones de la Dirección de Tránsito de Mar del Plata. En el caso del agresivo chofer del Megane, el nivel de alcohol en sangre era suficiente como para embriagar a todos los pasajeros de un ómnibus de media distancia: 1,41 gramo de alcohol en sangre marcó el instrumento que se utiliza para medir el nivel etílico. El rosarino belicoso también trompeó a los policías que intentaron detenerlo y finalmente lo lograron.

El jefe de la División de Tránsito, Miguel Grassi Muñoz, es quien se pone al frente de los operativos, que se realizan en la madrugada, en las zonas de la ciudad donde predominan los boliches bailables o los restaurantes. “Los conductores de motos, motocicletas o ciclomotores son sancionados de la misma forma cuando se comprueba que tienen un nivel de 0,20 gramo de alcohol por litro de sangre, mientras que los choferes profesionales (del transporte de carga, micros, taxis o remises) quedan descalificados con sólo tener un 0,01 gramo de alcohol en sangre. Ellos no pueden tomar ni una sola gota”, recalcó Pardín..

Por día, desde el comienzo del año, realizan entre 17 y 20 actas de infracción que terminan con el secuestro de los vehículos. “Nunca hay tanta violencia como en el caso del rosarino, pero igual es una tarea difícil, porque nadie quiere quedarse sin su vehículo y las normas dicen que hay que quitárselos a todos los infractores, hasta que respondan ante el juez de faltas”, sostiene Pardín.

Los operativos de control más importantes se realizan, por lo general, a las 6.30, todos los días, en distintos sectores de la ciudad. Algunos puntos se repiten, pero en general se busca “ir eligiendo nuevos lugares, para evitar el anuncio y prevenir a eventuales infractores, que podrían cambiar su ruta habitual para eludir a los inspectores de tránsito”.

El episodio con el conductor de Rosario ocurrió el viernes pasado, en horas de la madrugada. El agente municipal de tránsito tuvo que ser atendido en un hospital porque tenía una herida sangrante en la boca y un hematoma visible y molesto en el pómulo. El episodio ocurrió en la calle Beruti y la costa, cerca del balneario Perla Norte, que está en la ruta de los que regresan a la ciudad luego de haber ido a bailar en los boliches que se apilan sobre la avenida Constitución. El automovilista irascible fue identificado como Daniel Pérez, de 39 años.