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La señal la dio uno de los perros que husmeaban entre los escombros del gimnasio Orion Gym, a poco de cumplirse 24 horas del derrumbe. De inmediato los bomberos de la Policía Federal y los agentes de Defensa Civil hicieron un pasamanos, sacando los cascotes en un tacho de pintura, en busca del cuerpo olfateado por el perro. Hizo falta usar la amoladora para cortar los fierros enmarañados entre los bloques de paredes y también esa inmensa grúa, conocida como “la pluma”, que extrajo los pedazos más grandes. Cuatro horas después, apareció el cuerpo sin vida de una de las dos personas desaparecidas: Luis Lu.

Lu tenía de 23 años y estudiaba Derecho. Su madre, de origen chino, se paseó ayer inquieta, recorriendo de punta a punta el corralito montado por la policía alrededor del derrumbe. Llegó por la noche de lunes, luego de esperar en vano que su hijo volviera a casa. Ella, al igual que los familiares de Maximiliano Salgado, de 18 años y estudiante de la carrera de Comunicación, fueron asistidos psicológicamente por profesionales. Salgado, según la lista de los bomberos, sería la última persona que quedaría por sacar debajo de las ruinas.

Hasta el momento, el derrumbe ocurrido a las 16.10 del lunes provocó la muerte de dos personas y dejó once heridos, que fueron derivados a cuatro hospitales porteños. Ayer, a primera hora de la madrugada fue rescatado el cuerpo sin vida de Guillermo Ramón Fede, de 37 años, también gracias al olfato de los perros. Las tareas de socorro están a cargo de los bomberos, personal del SAME y rescatistas que actuaron en emergencias humanitarias como el terremoto de Haití, ocurrido a principios de este año.

Anoche, se aceleraban las tareas de remoción manual de los escombros del edificio desmoronado sobre la calle Mendoza en busca de Salgado, ya que con el correr de las horas se acortan las posibilidades de encontrarlo con vida. Cada tanto, los bomberos pasan de nuevo con los perros para que olfateen nuevamente las ruinas.