En Estados Unidos, la firma Pepsi anunció que reducirá el 25 por ciento de la sal en sus snacks a lo largo de los próximos cinco años. Kraft anunció que este año reducirá un diez por ciento el sodio en sus snacks, lo cual alcanzará para retirar 750 millones de cucharaditas de sal de la dieta de los estadounidenses. Estos anuncios se vinculan con el lanzamiento de la Iniciativa Nacional para la Reducción de la Sal, el año pasado, que procura persuadir a empresas de alimentos y restaurantes para que bajen la cantidad de sal en sus productos.

El país que más resultados logró en los últimos tiempos es Gran Bretaña, donde el consumo de sal en la población se redujo en un 25 por ciento a partir de una campaña eficaz de las autoridades sanitarias. “En ese país, como en Estados Unidos, el 75 por ciento de la ingesta de sal proviene de los alimentos procesados y, aunque también hubo campañas comunicacionales para modificar conductas en la población, el principal trabajo fue con la gran industria –comentó Sebastián Laspiur, director de Control de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud–. En Argentina, en cambio, la proporción de sal que viene de alimentos procesados no supera el 60 por ciento, por lo cual hay que prestar más atención a las conductas individuales al preparar los alimentos.”

Marcelo Tavella, titular del Programa de Prevención del Infarto en la Argentina de la UNLP, observó que “el país pionero en este tema, como en otros de salud pública, fue Finlandia, que en los años ’70 del siglo pasado ya tenía leyes para bajar los contenidos de sodio. La cuestión se hizo general a partir de la Estrategia Global definida por la OMS en 2004, referida a la reducción de la ingesta de sal, azúcar y grasas saturadas: la entidad plantea que en estos proyectos deben confluir el Estado, las universidades y las empresas de alimentos. En Argentina, esta gestión ministerial es la primera que lleva adelante este criterio en forma consecuente”.