SOCIEDAD › OPINION
Poisonville
Por José Pablo Feinmann
El crimen de Pilar mezcla (esto ha sido dicho) elementos de la policial clásica y de la policial negra. Los muchos sospechosos, el crimen en el ámbito cerrado (el country puede, incluso, semejar los cuartos cerrados de John Dickson Carr) pertenecerían a la policial clásica. Las relaciones entre dinero, poder e impunidad, a la policial negra. Pero hay un elemento que pertenece unívocamente a la policial negra: el papel de la policía.
En la policial de enigma la policía es esencialmente pura. Ocurre que esta modalidad del género policial no cuestiona el sistema capitalista burgués sino que lo acepta en totalidad. ¿Cómo no habría de ubicar a la institución policial siempre del lado de la ley, la justicia, la pureza? El detective de la policial de enigma trabaja para entregar el asesino a la policía. El crimen no expresa una descomposición social, sino una patología individual. No bien el genial detective entrega al asesino a la Justicia el problema termina. El crimen es un desajuste individual en una totalidad perfecta. Esa totalidad perfecta es el orden burgués. De aquí que las relaciones entre los detectives y la policía sean buenas. Se diferencian en la eficacia, en el talento.
Sherlock Holmes y el Inspector Lestrade son tan honestos uno como el otro. Sucede que Holmes es genial y Lestrade torpe, más torpe aún que Watson. Para subsanar esa torpeza está Holmes, que habrá de descubrir al criminal y dejarlo en las honestas manos de la justicia de su graciosa Majestad. El crimen pertenece al orden de la lógica. Es un desajuste lógico, no social. El detective está para poner otra vez en orden un sistema esencialmente perfecto, una totalidad ordenada momentáneamente desquiciada por una mente perversa. El profesor Moriarty, en el caso de Holmes. El Mal está en Moriarty, no en la sociedad británica ni, por consiguiente, en ninguna de sus instituciones. Lo mismo sucede con Philo Vance, el detective de S.S. Van Dine, que fuma cigarrillos Regies y se traslada en un lujoso Hispano Suiza. Philo Vance trabaja en colaboración con el Districk Attorney Marham quien, si bien no es tan torpe como Lestrade, es meramente un honesto funcionario. A él entregará Vance al culpable. Ubicado el criminal en manos de la policía, gracias al talento deductivo del detective genial, el problema termina.
En la policial negra la policía forma parte de una sociedad desquiciada. La sociedad capitalista. Ni Hammett ni Chandler proponían cambiar esta sociedad, pero su visión de la misma era tan pesimista que no fue casual que la izquierda los incorporara con tanto entusiasmo. Toda una ciudad se llama Poisonville en Cosecha roja de Hammett. Es decir, toda ella está envenenada. La policía forma parte del problema. Ni Sam Spade ni Philip Marlowe se llevan bien con los canas. A Marlowe, en El largo adiós, los canas le dan una paliza memorable. El Mal no está en la conciencia individual del asesino, el crimen expresa un desajuste social. Es la sociedad la que está desquiciada. De este modo, puede, sí, afirmarse que la polical negra es anticapitalista. Es el sistema el que está enfermo, es el sistema el culpable. Entregar el criminal a la policía no asegura nada, ya que la policía forma parte del mundo del delito.
El crimen, aquí, no es un desajuste individual dentro de una totalidad impoluta. No alcanza con arreglar una pieza desquiciada para que el todo siga funcionando armónicamente. El desquicio está en el todo. Se podría aplicar a la visión hard boiled del capitalismo una célebre fórmula de Adorno, una de esas frases látigo que tan bien sabía construir: La totalidad es lo falso. O, también, La totalidad es el asesino. Políticos corruptos, policías asesinos, millonarios prepotentes, mujeres que llevan la perdición en su sexualidad. (La policial negra es misógina: la mujer no es virgen, ni madre, ni tierra nutricia, ni origen fecundo, ni su belleza lleva a la plenitud: la mujer es culpable, es el pecado, la perdición, la pérdida del Paraíso, la serpiente irredenta). Así las cosas, el crimen de Pilar expresa el lado negro de la policía, la visión que de ella tiene la policial dura. Cito de los diarios: “Lo que está probado es que Carrascosa llamó al comisario Casafús para rogarle que le sacara ‘a la policía de encima’ y que el segundo llamó al presidente del Carmel para exigirle que, si hacía falta, coimeara a los policías”.
Esto es absolutamente inimaginable en la policial de enigma. Nadie coimea a Scotland Yard. Jamás Sherlock Holmes llegaría a pensar que el Inspector Lestrade podría aceptar coimas, sobornos, dinero sucio para bloquear la verdad. Si Philo Vance se enterara que el Districk Attorney Markham ha oscurecido, por dilaciones, coimas o por echar barro sobre alguna pista, el limpio devenir de la justicia... se pegaría un tiro. No podría tolerar la imperfección, el desquicio moral del sistema para el que trabaja, para cuyo perfecto funcionamiento pone su inteligencia en acción. Por el contrario, el texto que cité del crimen de Pilar, aun en su escueta y fría redacción, pertenece al espíritu de la policial negra, donde los canas son corruptos, reciben coimas, no tienen conciencia moral, no son la Justicia, sino que están más cerca de la delincuencia que de ella. Sabemos que no podría ser de otro modo. Sabemos que Poisonville es uno de los nombres posibles de la Argentina.