Martes, 29 de noviembre de 2011 | Hoy
Desencajado, en la puerta de la cochería donde se llevaba a cabo el velatorio de Marisol Pereyra, su padre, Miguel, contó cómo era el lazo que la unía al resto de las víctimas, asesinadas durante la madrugada del domingo. “A mi hija la habían invitado a una reunión el sábado por la noche, era amiga de Susana Bártoli porque habían trabajado juntas. Se encontraron después de varias años y esta señora la invitó a una reunión o a cenar. Ella estaba allí como invitada y desgraciadamente vino esta bestia y pasó lo que pasó. Esa bestia mató a una, dos, tres o cuatro y le dio lo mismo”, dijo Miguel Pereyra.
“Estaba por casualidad”, insistió ayer el hombre y agregó: “Pido justicia para todas; a los periodistas, al pueblo, que hagan algo”. Pereyra conocía a la madre de Bárbara Santos porque habían trabajado juntas en el Poder Judicial y ésta la invitó a “una reunión, una fiesta o algo así y mi hija fue”. Cuando se supo del múltiple crimen, comentó el hombre, se fue a descansar. “Y luego me entero, a las ocho o nueve de la noche, por familiares que me llaman, de que en este caso era mi hija”, comentó acongojado.
El padre de esta víctima lamentó que “desgraciadamente día a día está pasando esto”. Luego señaló que él se resiste a ver noticieros de televisión porque “no quiero ver más nada de todo lo que está pasando, uno nunca piensa que le va a pasar a uno... pido justicia, que hagan algo”. Marisol llegó a la casa donde ocurrió el crimen cerca de la medianoche del sábado en un remís, cuyo conductor resulta en este momento el principal testigo. Según se supo ayer, el principal sospechoso le pidió que se fuera pero ella, que hacía mucho tiempo no veía a su amiga y a su hija, insistó en entrar.
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