SOCIEDAD › POR QUE DANIEL LVOVICH
Racismos de idiotas
Por Luis Bruschtein
El racismo es un flagelo básicamente idiota. Esto resulta tan obvio que hasta los mismos racistas niegan serlo. Y lo mismo sucede con los que lo fueron en el pasado. Pero nunca está de más recordarlo porque muchos pueden tener actitudes racistas sin percatarse.
En la Argentina hubo agresiones masivas contra los judíos, como en la Semana Trágica, y también hubo asesinatos y escritores populares antisemitas, como Gustavo Martínez Zuviría, más conocido como Hugo Wast. Pero también una institución como la Iglesia Católica preconciliar se hacía eco de las patrañas y los inventos que acusaban a los judíos de participar en un complot mundial que pasaba por el control de las altas finanzas mundiales y la revolución social. Y amplios sectores de las Fuerzas Armadas fueron educados por los principales voceros de estos dislates.
Aunque cuando se habla de antisemitismo se lo vincula con el nacionalismo, hubo antisemitas que negaron ser nacionalistas y otros que se decían tales sin serlo. Porque se tiende a confundir la idea del nacionalismo con la defensa del statu quo. En realidad estos grupos que se autoproclamaban nacionalistas eran simplemente católicos medievalistas, prohispánicos, preindependentistas, conservadores y reaccionarios o directamente nazis o fascistas. Ninguno participó como tal en ningún proceso popular de defensa y desarrollo de la Nación. Por el contrario, de estos grupos surgieron cuadros para las fuerzas policiales y militares que resguardaron a gobiernos más bien ligados con intereses extranjeros.
En estos grupos es fácil detectar la vertiente racista. Pero habría que señalar también que el pensamiento de gran parte de los políticos y la intelectualidad argentina de fines del siglo XIX y principios del XX era racista. Sus preferencias por la inmigración anglosajona o europea en general y su desprecio por los pobladores de estas tierras, con argumentos casi lombrosianos están en los escritos de esa época.