Jueves, 22 de agosto de 2013 | Hoy
La del martes no fue la primera fuga registrada en el Complejo Penitenciario 1 de Ezeiza, que fue inaugurado en octubre de 1999. El antecedente se conoció el 6 de julio de 2002 y fue la evasión de cuatro detenidos, dos de los cuales fueron rápidamente recapturados. La fortaleza infranqueable tuvo, esa vez, su lado flaco cuando los internos rompieron una tapa interior destinada a facilitar la inspección de los caños de agua y la red cloacal. Por ese conducto treparon a los techos de la prisión, desde donde se deslizaron con sábanas anudadas entre sí hasta llegar al espacio abierto externo a las celdas. Luego eludieron las alambradas perimetrales y llegaron a la calle. En ese caso, también, se habló de la sospecha de una “ayuda” de amigos penitenciarios.
La gran duda, igual que ahora, es cómo atravesaron los alambres, sin ser detectados por la guardia externa. Fuentes del Servicio Penitenciario Federal dijeron que tres de los cuatro fugados cumplían penas por robo, tenencia de armas y lesiones. La fuga ocurrió a la 0.15 del 6 de julio de 2002. Escaparon del Pabellón F del Módulo de Residencia Nº 3, es decir de la misma zona donde se produjo esta nueva fuga. Como en el caso presente, no hubo explicación alguna sobre cómo hicieron para salir de sus celdas individuales, que se cerraban, en aquella época, “con las primeras horas de la noche”.
Tampoco hubo explicación alguna sobre cómo hicieron para abrir las puertas que funcionan como válvulas exclusas. Esto es, que cuando se abre una se cierra la otra en forma automática, de manera que es imposible avanzar, si es que alguien no presta algún tipo de “ayudita”.
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