Jueves, 26 de septiembre de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › LA MADRE DE LULU CUENTA COMO VIVE EL MOMENTO POR EL QUE TANTO BATALLO
Por Mariana Carbajal
Gabriela, la mamá de Lulú, todavía no puede creerlo. Hace un par de horas la llamó el jefe de Gabinete bonaerense, Alberto Pérez, y le anunció que le darán el nuevo DNI a su hija, que nació con genitales masculinos, pero que a partir de los dos años empezó a manifestar y defender su identidad femenina. “¿Vamos a tener una fiesta, mi fiesta de documento?”, le preguntó ayer Lulú a su mamá, apenas supo de la novedad. Sí, le contestó ella. Desde el año pasado, cuando le rechazaron el trámite para rectificar los datos en la partida de nacimiento de acuerdo con la identidad de género asumida por Lulú, Gabriela soñaba con la posibilidad de que esa decisión fuera revisada por la provincia de Buenos Aires. “Hoy (por ayer) se ganan sus derechos un montón de nenes trans que, seguramente, a partir de este caso, van a salir más a la luz. Varias mamás ya se comunicaron con la CHA para hacer consultas”, contó la mujer.
Gabriela recordó los inconvenientes que tiene cada vez que debe mostrar el DNI de Lulú cuando se va a dar una vacuna o a atender a un hospital. “Me preguntan: ‘¿No vino el nene?’. Y tengo que explicar. Es terrible. Porque en el DNI tiene nombre y foto de varón.”
La charla transcurre mientras Lulú está en clase de patín. Se escuchan de fondo la algarabía infantil de la niña y sus compañeras. “Acá no se termina nuestro camino. Nuestra vida sigue ahora con la lucha por la integración de Lulú. ¿Sabés todo lo que nos espera? Más adelante, los tratamientos con hormonas, y se analizará la cirugía (de reasignación de sexo). La lucha es de mi hija, yo la acompaño porque por su corta edad hay cosas que no puede hacer”, sostuvo Gabriela. La mamá está enojada con “muchos psicólogos que escuché en la televisión que decían que mi hija no podía decidir por su edad su identidad de género. Van a tener que volver a leer los libros. Mi hija se da cuenta de muchas cosas. Ella se me enfrentaba para decirme: ‘Yo soy ésta’”, apuntó. Lulú concurre a la sala de cinco años en un jardín de infantes que respeta su identidad femenina. Se cambió a esa escuela este año. Los directivos conocen su historia. Desde que pudo hablar, al año y medio de vida, Lulú empezó a repetir: “Yo, nena”, “yo, princesa” y a ponerse ropa de su mamá y pedir muñecas para jugar. “A los cuatro años eligió un nombre femenino y pidió que la llamáramos así –recuerda Gabriela–. Nos dijo que si no le decíamos así no nos iba a contestar.”
Son poquísimos los casos de niñas o niños trans que se conocen en el mundo. Este año trascendió la batalla legal que ganó una nena transgénero de seis años, como Lulú, en Colorado, Estados Unidos, para poder usar el baño de mujeres en su escuela. La madre de Lulú viene dando distintas batallas. “Para la mamá ha sido una sobreexigencia brutal y lo sigue siendo. Y además tiene una situación económica adversa”, destacó el psiquiatra Alfredo Grande, que atiende a la familia. También señaló la capacidad de Gabriela de haber escuchado el deseo de su hija. Al grupo familiar la acompaña además la psicóloga de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), Valeria Paván. Los terapeutas no le cobran a Gabriela: su situación económica es muy endeble. Desde la CHA la ayudan con algo de dinero. La mamá junta unos pesos vendiendo comida que cocina en su casa y reparte en bicicleta. Su ex marido no cumple con la cuota alimentaria desde diciembre. Y tampoco visita a sus hijos. La mujer solicitó un subsidio en el municipio en el que vive, pero no tuvo respuesta.
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