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Durante 37 días, desde el secuestro hasta el hallazgo del cuerpo de Diego Peralta, el suboficial José Daniel Leston y la agente Nancy Chena Ponce custodiaron la casa familiar de Cabildo 317, en El Jagüel. Ninguno acompañó a Luis Peralta, el padre de Diego, la noche del pago del rescate bajo un puente de Claypole, el 20 de julio de 2002. Otros dos policías siguieron a Luis y llegaron al puente, pero no encontraron a nadie. La trama se parece a la del caso del padre de Pablo Echarri, donde el dinero del rescate fue “mejicaneado”. ¿Eso pasó en el caso Peralta? En ambos casos intervino la brigada antisecuestros del subcomisario José Hernández. La Cámara de Apelaciones de La Plata subrayó que si bien no era posible salvar la vida del joven, que había sido asesinado el 8 de agosto, era factible “el secuestro del dinero entregado” por Luis Peralta y “la detención de quienes a bordo de la moto Transalp Honda gris 600 cc” fueron a buscar el botín. El fallo de la Sala I dice que dos “grupos operativos” salieron tras los pasos de Luis, uno encabezado por el principal Daniel Eduardo Rabey y el otro por el comisario inspector Juan Ramón Reynoso.
Rabey ubicó la camioneta de Luis, pero siguió de largo en una curva y perdió de vista a Peralta. El grupo encabezado por Reynoso tampoco pudo ubicar a nadie. Después de arrojar la bolsa con el rescate, Luis emprendió el camino de regreso pero tuvo que detenerse ante un nuevo llamado de los secuestradores, que no encontraban la bolsa y pedían ayuda. Luis “estuvo detenido mucho tiempo esperando luego de la entrega (...) algún nuevo eventual llamado” al celular. A pesar de la tardanza, los policías no encontraron ni a Luis ni a los secuestradores. “Desastroso accionar policial.” “Negligente cuanto menos.” Eso dijo la Cámara.