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–¿Hay más agresión entre varones que entre mujeres?

–Todos los datos de la encuesta están marcados por el género. Está claro que esto conecta con las masculinidades. A los varones se nos enseña desde chiquitos que la violencia es la primera vía para resolución de un conflicto y también una forma de relacionarse entre varones. En una escuela los chicos están siempre pegándose, aunque sea jugando. El insulto claramente se da más entre los varones que entre las chicas.

–¿Cuáles son los principales motivos de discriminación que encontraron?

–Muchas veces cuando se habla de homofobia en las escuelas el discurso es: siempre se ha discriminado, también se discrimina al que es distinto, al que es de otra raza. Y en los estudios que se habían hecho en Europa, siempre el tema de la orientación sexual era el primero. Y lo mismo salió en nuestra investigación. Y todas las cuestiones de aspecto. Es verdad que siempre ha estado ahí, pero nunca se han trabajado. En la escuela no se trabaja que no es malo ser distinto, ser gordo, ser bajito. Y tampoco se trabaja la cuestión de la orientación sexual y el tema de género. Porque como sale en la investigación, todavía si un chico está con muchas chicas es un héroe y si una chica está con muchos chicos es una puta, discriminada por sus compañeros y sus compañeras.

–Más del 42 por ciento de profesores no interviene ante un caso de acoso.

–Sí, sobre todo porque hay que tener en cuenta que esta encuesta está sesgada, respondió quien quiso responder. Comprobamos que la gente que quiso responder es la que ya tiene una cierta sensibilidad hacia la cuestión. Con lo cual la realidad seguramente es peor. Entonces, la mitad prácticamente intervenía, pero la otra mitad no, o no lo hacía siempre.

–Un 29 por ciento no sabe cómo actuar.

–Es interesante que la gente que no interviene es porque no sabe, porque no ha tenido formación en sexualidad, en temas de orientación sexual, no sabe cómo abordar el acoso escolar en general o éste en particular. Lo cual es negativo, pero es positivo porque se puede modificar a través de la capacitación, de la formación. Primero, explicando cómo funciona este tipo de acoso. Explicando qué consecuencias tan importantes tiene en la vida de los chicos y las chicas que lo sufren. Y en tercer lugar dando las herramientas para prevenirlo y si se da cómo cortarlo.

–O sea que la principal conclusión es que es necesario formar al profesorado

-Sí, porque la gente que decía que había recibido formación actuaba muchísimo más. En ese sentido, creo que lo que se está haciendo en Argentina es muy positivo a través de todo el programa de la ESI (Educación Sexual Integral) y cómo se está capacitando al profesorado incluyendo toda la cuestión de la diversidad sexual y viniendo del Estado ofrece unas posibilidades... que hace pensar que se está en la vía de cambiar. Argentina es un país de referencia en este tema porque desde el Estado se está planteando que no se puede permitir que ninguna niña ni ningún niño sean discriminados por su orientación sexual o su identidad de género. Es un proceso muy largo que va a tomar mucho tiempo porque es un cambio cultural muy importante, pero se está en ese camino. Mientras tanto en España lo que se está haciendo son más iniciativas que surgen de los sindicatos, desde las asociaciones de gays y lesbianas, de la experiencia de docentes.