Sábado, 7 de marzo de 2015 | Hoy
SOCIEDAD › ALIANZAS ENTRE EMPRESAS Y ONG
Por Soledad Vallejos
La educación tecnológica puede traducirse en algo tan sencillo como saber leer y escribir código en alguno de los lenguajes usados actualmente para programar. Lo de sencillo es más una realidad que un modo de decir, asegura Pablo Listingart, programador él mismo y también presidente de la asociación Comunidad IT (CIT), una de las tres que Google eligió en toda la región para distribuir un millón de dólares, a lo largo de dos años, en apuestas que combinen tecnología y educación para achicar aspectos de la brecha digital. El intercambio es sencillo: la empresa provee fondos que permitirá a las asociaciones capacitar en distintos aspectos vinculados con Internet a personas que, de otro modo, difícilmente podrían acceder a esa formación.
Hace cuatro años, recuerda Listingart, él y otros amigos convirtieron una idea en asociación civil. “Empezamos a pensar que existe una necesidad real de dos lados. El mercado informático necesita recursos humanos capacitados, todas las empresas lo dicen: hacen falta recursos humanos que sepan hacer el trabajo, programadores. Por el otro lado, también sabemos que hay una población de jóvenes de entre 18 y 30 años que tal vez quiere ir a la universidad, pero no tiene dinero para pagarse los costos básicos, como viáticos, y también que hay gente que quiere mejorar su calidad de vida. Y la programación es un trabajo de valor agregado, que permite crecer en salario, reputación, aprendizaje”, explica. La idea, claro, era convertirse en puente entre los dos mundos, aprovechando que eran un grupo tan heterogéneo que, por ejemplo, además de expertos en sistemas como Listingart y Pablo Gottifredi, hoy vicepresidente de CIT, convocaba a una trabajadora social, María Soledad Acuña, que hoy es secretaria de la asociación.
Los programadores podían aportar capacitación y nexo con grandes empresas del rubro, como Google y Oracle, que fueron apoyando distintas etapas del proyecto con recursos económicos, pero también con cosas simples como prestar algún espacio para dictar clases, quizás algún material. Los no programadores de CIT podían aportar otros saberes tan difíciles como necesarios a la hora de buscar empleo: ¿cómo preparar a alguien para una entrevista laboral? ¿Cómo negociar salario, condiciones, horarios?
“Siempre trabajé con comunidades académicas, fui gerente de relaciones académicas de Microsoft, pude llegar a hacer treinta viajes al interior en un año, descubrí que hay mucha gente con ganas de aprender. Los que hoy integramos la comisión directiva estuvimos tres, cuatro meses pensando las bases del proyecto. Decidimos que el curso no sólo tenía que tener un aspecto técnico, sino también lo actitudinal, como el armado de CV, preparar las entrevistas laborales, un seminario de autoestima y negociación. Porque, por ejemplo, para negociar un salario, uno tiene que tener autoestima. Hay también recursos de programación neurolingüística, que tiene que ver con cómo uno se comporta, habla, se para ante una situación, qué transmite corporalmente. También hay seminarios de emprendedurismo. Y visitamos empresas, que también nos visitan a nosotros, porque el objetivo es que los chicos vean que no hay diferencias tan grandes entre lo que están aprendiendo y lo que se necesita para trabajar, sino que la diferencia puede estar en que saben programar 30 líneas de código y necesitás 100 en el trabajo, pero las instrucciones son las mismas, lo mismo que el lenguaje. Que vean que sólo es cuestión de tiempo.”
–¿Cómo se acercaron hasta ahora esos alumnos?
–El 95 por ciento de la gente lo hace por el boca en boca. De todos modos, hacemos una selección que trata de filtrar, primero, que no se trate de gente que venga solamente porque es un curso gratis. Muchos profesionales de la industria vienen por eso, pero no es nuestro público objetivo. Buscamos chicos de último año de secundario o recién egresado, porque no queremos que abandonen la escuela para venir a trabajar, nuestro objetivo es darles herramientas de inserción laboral. Si viene un chico que a los 15 abandonó la escuela y llega acá a los 30, le decimos “terminá el secundario porque nadie te va a contratar”. Pero obviamente lo vamos a ayudar. Hay un caso así, y ese chico terminó el curso, está trabajando hace un par de años, es uno de nuestros queridos casos de éxito. Ahora, que arranca el año, estamos dando un curso de 30 personas, en abril abrimos otro, y vamos a dar también en La Plata y San Luis. Pero tenemos 500 personas esperando.
En la región, explicó a este diario Florencia Sabatini, vocera de Google, los tres casos entre los cuales la empresa distribuirá ese millón de dólares son distintos entre sí: además de la CIT, en Argentina; en México el apoyo es a Crea, una ONG que capacita a mujeres emprendedoras en el uso de herramientas web para impulsar sus negocios; en Colombia, apoyará a Colnodo, con sus cursos de capacitación para chicos de sectores socioeconómicos vulnerables. “Sabemos que la tecnología e Internet tienen impacto económico, y creemos que la educación y la tecnología son igualadores de oportunidades y un vehículo de inclusión social. Queremos apoyar eso”, dijo Sabatini.
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