Miércoles, 8 de abril de 2015 | Hoy
SOCIEDAD › UN CORREO ENVIADO A LOS PADRES DE UNA VíCTIMA
A poco de estallar el escándalo en Urdinarrain, el entonces director de Cultura y Turismo del municipio Javier Broggi le envió a un matrimonio, cuyo hijo fuera abusado cuando era pequeño, un correo electrónico para pedirles disculpas, con lo que dejó al descubierto su manera perversa y manipuladora de actuar. Lo mandó el 20 de abril de 2008, a las 22.35, después de reconocer los hechos. Y el texto fue publicado por la revista Análisis, de Paraná. A continuación, se reproducen algunos de sus párrafos.
“Nada peor que verlos con el corazón destrozado.
Se fue a la mierda mi imagen de amigo o de hermano. Se cayó mi cara oculta. Mi lado oscuro de mierda que tuve.
Yo sé que pedir perdón no alcanza, que nada alcanza. ¿Qué va a alcanzar?
Yo agradezco tanto que hayan sido tan valientes a pesar de la procesión que llevan. Yo no sé cómo se remedian estas cosas. Nunca creí que podía hacer tanto daño. No me cabe ni en mí. Si para ustedes era un hermano, para mí también eran mi familia. Digo era. Porque va a ser difícil que me miren con la misma cara. Yo no tengo temor en hacer todo lo posible para que su hijo no sufra.
No sé cómo. Pero hoy el dolor me llegó hasta los tuétanos.
Estoy como en el aire. Pero siempre me quedo en que el otro queda peor. Será que toda la vida tuve estas mierdas. Será que me volvió el pasado que no quiero.
Será, qué sé yo. Yo nunca voy a olvidar esta noche. No puedo olvidar las palabras y ese llanto sincero por alguien que les cagó la vida. Como si no hubieran tenido demasiado. Qué mazazo.
Este es el click que quizás necesitaba para darme cuenta de que tengo que tratarme. Que esas cosas terribles que hice hoy me avergüenzan. Pero sobre todo me hacen mirar hacia atrás. Soy una mierda, ya lo sé. Pero al menos quiero recomponer lo mínimo que pueda. Pedir perdón no va a alcanzar ni el día del arquero. Pero es la primera palabra que me sale.
Ahora sí que nosotros los de entonces ya no podemos ser los mismos. Nunca sé por dónde voy a empezar a recuperarme. No sé tampoco cómo me van a mirar mañana ustedes o los chicos. No quiero ser la víctima. Soy el que provocó –con mis mambos sin resolver– una situación que los derriba.
Creo que la mejor manera será hablar. Tratar de ayudar y que me ayuden. Yo siento por ustedes el mayor afecto. Eso no se puede diluir. Es quizás el punto de recuperar este pasado que hay que sacar. Vivir confundido es lo que siempre me mató. No es una vida fácil. Yo sólo quiero que vuestro hijo pueda hablar conmigo. Que me cuente para que me pegue y me haga descender al infierno que tiene que haber vivido. A lo que vive. A partir de esto, yo haré todo lo que sea.
Por lo pronto, para mañana suspendo las reuniones. Quedo a la espera. Un mensajito. Una llamada. Yo quiero que al menos mi corazón no se caiga más. Y menos el de ustedes.
Sé que puede parecer banal todo esto. Sé que es fácil escribir. Sé que la fama de convencer con palabras es un terrible estigma. Pero también sé, y lo asumo, que soy culpable.”
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