“En el Meisner perdí a mi hija Mayra –dice Claudia Guanuco, madre de Mayra Rojas–. Veinticuatro años tenía ella. Fue en el 2014. Tenía 34 semanas de embarazo, venía con una seguidilla de malestares, muchos dolores de cabeza. Un viernes de enero vino al Meisner dos veces. La primera le dijeron que era una infección urinaria, que se vaya a la casa y que tome amoxicilina e ibuprofeno y que se le iba a pasar. A las 11 de la noche de ese día volvió porque se sentía muy mal, le dolía muchísimo la cabeza, la espalda y tenía vómitos. Le pusieron suero y una buscapina y me dijeron que después me la podía llevar a mi casa. Pasó media hora y una chica de limpieza vio cuando ella empezó a convulsionar y se cayó de la camilla. La doctora me pregunta si mi hija era epiléptica. Le dije que no. Empecé a preguntar qué le pasó. No me dijeron nada. En eso veo que la sacan en camilla, entubada La llevan a la sala de partos y me dicen que le van a hacer cesárea. Pregunté qué pasó, no me dijeron nada. Sale la cirujana y me dice que la bebé nació y fue a Neonatología. Mi nieta quedó en el Meisner y a mi hija la llevé al Hospital Sanguinetti en coma, después de esperar una hora porque la ambulancia no venía. No me dieron ninguna explicación más. Me dijeron que mi hija había sufrido un pico de presión y que eso le había hecho mal. Ella se hizo todos los controles en el Meisner y nunca le salió la presión alta. Yo a mi hija la llevé de pie al Meisner, caminando. Hablaba y me contaba de sus dolores. Y de ahí salió en coma y falleció a los tres días.”