SOCIEDAD

Testimonios de dos mujeres luchadoras

CLARA SAJNOVETZKY.
El arte desde la cárcel

“Las obras son todas originales, porque las monocopias se hacen a mano, y aunque se trate de un mismo diseño se parecen a la escritura: cuando se copia un relato, la letra de cada uno es distinta: son obras únicas.” Clara Sajnovetzky se preocupa por explicar con detalle porque siente “la responsabilidad de representar” a cada una de sus “compañeras artistas” que comenzaron a desarrollar su potencial en el Taller La Estampa, entre las paredes de la Cárcel de Mujeres de Ezeiza. Sus serigrafías y grabados se exponen y venden hasta fin de mes en la Tienda Cultural, un espacio habilitado por la Secretaría de Cultura porteña en Avenida de Mayo 575.
El taller comenzó en 2002 “como un saber más”, dice Clara, que salió de la prisión en diciembre. A partir de ese mismo año los trabajos de las mujeres pudieron verse en Arte BA, y en 2003 participaron de la VII Bienal de La Habana, entre otros eventos que encuentran al público preguntando “por las chicas de Ezeiza”. “Ahora tenemos el honor de inaugurar la Tienda”, se entusiasma ante Página/12.
Desnuda y con zapatos, una mujer toca el bandoneón en el baño en una de las obras. Las siluetas femeninas se repiten, en colores crudos o en un simple cruce de blanco y negro. ¿Por qué siempre mujeres? “Es parte del problema que tenemos allí”, explica Clara, que sigue en contacto con sus compañeras. “Hay que ser muy fantasioso para dibujar algo distinto a lo que vivís cotidianamente”, evidencia. Pero este “arte tumbero”, como lo denomina, busca burlar las condiciones del encierro. El mismo desafío se proponía Clara: cuando se dirigía al taller, no veía los pasillos de la cárcel. Para ella, eran el subte que la llevaba a su trabajo.
“Distinto” es la palabra más utilizada por Clara cuando quiere referirse al trabajo emprendido en el marco del taller de arte. Unas quince internas –las edades van de los 21 a los 63– acuden allí todos los días menos los jueves, durante ocho horas. Y ya son cerca de sesenta las que pasaron por ese espacio. Sus trabajos sostienen lo que dice Clara mientras mira las obras de reojo: “Para sobrevivir en un lugar cerrado, tenés que tener una visión muy abierta”. Tienen un certificado que las habilita para enseñar, ante el cual Clara manifiesta cierto pudor. “¿Cómo se recibe uno de artista?”, se pregunta.



SILVIA QUADRELLI.
Una médica tras el tsunami

Silvia Quadrelli es la presidenta honoraria de la delegación argentina de Médicos del Mundo. Recientemente viajó a Hikkaduwa, Sri Lanka, en “una misión de evaluación” después del tsunami. A su vuelta, presentó ante diferentes financiadores un proyecto de prevención del dengue. La columna vertebral del plan sería la formación de promotores de salud especialmente capacitados para llevar el mensaje preventivo a cada familia. Aunque la enfermedad en esa región estaba controlada, las condiciones sanitarias después de la tragedia obligan a poner el ojo nuevamente sobre la prevención, “una herramienta simple”, como la define Quadrelli.
Estos promotores no deberán ser especialistas para hacer su tarea. Recibirán la preparación necesaria de parte de un coordinador, “pero serán miembros elegidos por la comunidad”, explicó la especialista a Página/12. Además de estar encargados de la difusión, ellos también deberán ver “si encuentran enfermos e insistir para que los lleven a los hospitales”, comentó. La iniciativa se completaría con fumigaciones para ahuyentar al mosquito portador.
Quadrelli viajó al lugar con la vicepresidenta de la entidad, Alicia Luna. “Lo más notable, además del nivel de destrucción, fue el contacto con gente que había sido tocada por la catástrofe de alguna manera: casi todos perdieron a un miembro de su familia”.
Visitaron algunos hospitales, en general “en buenas condiciones edilicias y provistos” de los insumos necesarios. Las autoridades “tienen una orientación más bien socialista, que promueve el acceso libre a la salud y eso se nota”, evaluó Quadrelli. Antes de salir, uno de los puntos que analizaban trabajar era la violencia en los campamentos de desplazados. Pero pudieron ver que “no se trata de campos convencionales, donde la gente se junta por azar. Tampoco son tan grandes ni están militarizados”.
En cambio, el esquema de la red social después de la catástrofe se mantuvo sin grandes variaciones, y “los líderes naturales siguen siéndolo”. Esto se debe a que en muchos casos debieron trasladarse a distancias cortas. Sin embargo, persiste cierta “preocupación de las madres porque sus hijas duermen entre otras familias”.

Informe: Daniela Bordón

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