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El fallo “fue parcial y falto de objetividad”, dicen que dijo Carlos Fraticelli sobre la decisión del juez de sentencia, Fernando Vidal. Así lo aseguró su abogado defensor Carlos Edwards, quien comentó que, desde su celda de la alcaidía de Melincué, el ex juez descalificó la sentencia apenas ésta le fue notificada. “Estaba nervioso, bajo una crisis depresiva”, aseguró el letrado sobre su cliente, quien apenas superaba los seis meses en su cargo de juez de instrucción de Rufino cuando su hija Natalia apareció estrangulada en su propia casa.
Nacido en la ciudad santafesina de Rafaela, aunque con “la camiseta de Rufino puesta”, Fraticelli se preocupó siempre por mostrar una imagen de hombre serio y calculador. Fue precisamente en Rufino donde el ex juez vivió sus últimos 17 años y realizó casi toda su trayectoria judicial. Allí fue durante varios años fiscal de instrucción, hasta que el 2 de noviembre de 1999 consiguiera ser nombrado juez. Pasada la jura como magistrado en compañía de toda su familia –incluida Natalia–, el entonces reciente juez siguió concurriendo al Colegio Nacional de Rufino, donde daba clases a los alumnos del secundario.
En Rufino el crimen fue un shock. Incrédulos, muchos habitantes del pueblo siguieron defendiendo a Fraticelli hasta último momento, aun cuando las pruebas lo incriminaban y salían a la luz los datos más oscuros de la relación familiar. El entonces juez perdió sus fueros un año después de su nombramiento, el 24 de noviembre de 2000, cuando un jury de enjuiciamiento lo destituyó de su cargo. Ayer, a sólo seis días del segundo aniversario del crimen, la Justicia de Melincué lo condenó a prisión perpetua por el homicidio de Natalia.