POLEMICA: EL USO DE TRANSGENICOS EN LA AGRICULTURA
“Es un terrible error ”
Por Alejandro Bercovich
Como la mayoría de sus colegas argentinos, el economista estadounidense Jeremy Rifkin se muestra bien predispuesto a trazar pronósticos sobre el futuro. Pero lejos de aventurar cuánto valdrá el dólar el año que viene, este asesor del presidente europeo Romano Prodi y autor de media docena de best-sellers a nivel mundial no se anda con chiquitas: dice que en los próximos 20 años la escasez de petróleo disparará una crisis mucho mayor que la de 1973. Tras ese tifón –vaticina– se utilizarán fuentes de energía renovable como el hidrógeno, lo cual cambiará completamente las instituciones y formas de relación social en el mundo, tal como lo hicieron el carbón y el propio crudo.
Rifkin es el gurú preferido de los ambientalistas europeos y norteamericanos, y saltó a la fama mundial con El fin del trabajo, que publicó en 1995. A la vez es idolatrado por exitosos hombres de negocios que pagan miles de dólares por oír sus conferencias, en las que despotrica contra las multinacionales. Invitado a Mar del Plata por la Asociación de Concesionarios de Autos (Acara), Rifkin mantuvo un extenso diálogo con Cash, en el que consideró que la Argentina cometió “un terrible error” al adoptar las semillas transgénicas para sus cultivos, y que concedió “un poder enorme a un puñado de empresas” al privatizar YPF durante la década pasada. También recomendó que el Gobierno “pase menos tiempo escuchando a Washington y más a Bruselas”.
¿Cree que el precio del petróleo va a seguir alto mucho más?
–Es posible que el precio fluctúe un poco, pero no volverá a los valores anteriores, de menos de 20 dólares. Hay un 2 por ciento anual de aumento del uso del petróleo, y existen cifras y cálculos del Departamento de Energía de Estados Unidos y de la OCDE que muestran que en términos geológicos hay límites muy claros a la extracción de petróleo a bajos precios. Una vez que se llegue a ese pico, el precio va a aumentar en forma vertiginosa. Pero los geólogos han reevaluado con nuevos estudios las reservas mundiales, y ahora dicen que ese momento va a llegar entre 2010 y 2020. No importa cuándo sea, porque todos están de acuerdo en que cuando se alcance ese pico, dos tercios de las reservas van a estar en el Medio Oriente. Entonces el precio va a seguir reflejando una serie de inestabilidades: el aumento de la demanda china, la inestabilidad política en Venezuela y el Medio Oriente, la amenaza terrorista sobre los oleoductos en Irak, y la devaluación del dólar.
¿La devaluación del dólar?
–Sí. Al bajar el valor del dólar frente al euro, los países petroleros cobran más para no perder poder adquisitivo en Europa, donde compran buena parte de lo que consumen. Lo que esto nos envía es una señal de alerta: todo el mundo funciona con petróleo. Los alimentos tienen petróleo a través de los plaguicidas y fertilizantes, los plásticos, la ropa sintética, el transporte, al luz, la calefacción. Estamos en una situación en la que no se ve la luz al final de túnel, porque aumenta la demanda, la oferta se reduce, y esto es lo que resume la encrucijada de nuestra era.
Después de ese pico del que habla, ¿se alcanzará un crisis como la de 1973?
–Mucho peor. La del ‘73 no fue una crisis de oferta, sino una crisis política. Ahora estamos hablando de una crisis en la que se reduce la oferta y aumenta la demanda a nivel global. Estamos en el último medio siglo de la era del petróleo como régimen dominante, así como la del carbón tuvo también su fin. Todo el mundo lo sabe, pero nadie quiere enfrentarlo. Estamos en uno de esos puntos bisagra en la historia, que yo llamo punto de entropía. Hay muchas civilizaciones que colapsaron porque no supieron cambiar de fuente de energía, como la Roma antigua. Estamos en un punto crítico.
Mientras dure el alto precio del crudo, ¿quiénes ganan y quiénes pierden?
–Nadie gana, ni siquiera la OPEP ni las petroleras. A lo mejor están cobrando precios altos pero eso frena la economía mundial. Al detenerse la economía la demanda va peor y ellos facturan menos. En una editorial reciente describí la crisis actual como la “tormenta perfecta”. Sube el precio del crudo porque el dólar vale menos, como el dólar vale menos Estados Unidos está peor, entonces el gobierno tiene que bajar los impuestos para que tengamos más dinero, pero esto aumenta el déficit fiscal, entonces los inversores no quieren invertir en dólares porque la deuda pública ya es muy elevada. Para contrarrestar eso y atraer a los inversores se suben los intereses, pero eso vuelve a frenar la economía y a debilitar al dólar. Es la tormenta perfecta.
Argentina privatizó el petróleo en la década pasada. ¿Le parece que hizo bien?
–A nivel macro, ya que el petróleo es tan fundamental para nuestra vida, privatizarlo le da un poder enorme a un pequeño grupo de empresas que no son electas para dictaminar las condiciones para el resto de la sociedad. Ya que ellos tienen en un primer lugar de sus prioridades a las ganancias, esto puede aumentar la brecha entre los que tienen y los que no. Si se deja la cuestión en manos privadas, el interés de corto plazo prevalece sobre el de largo plazo, que es salir del petróleo.
¿Esos intereses frenan con actos concretos la utilización de fuentes de energía renovable?
–El tema es bastante más complicado. Yo enseño en la principal universidad de negocios de Estados Unidos y doy conferencias para las grandes petroleras, así que los he visto moverse. Ellos saben que estamos llegando al fin de la era el petróleo y se están diversificando, pero no con la rapidez necesaria. Shell y British Petroleum están a la vanguardia, están de acuerdo con las estadísticas que describí antes, y tienen planteado un escenario para la próxima década en función de que entre un tercio y la mitad de la energía será renovable a mediados de siglo. Están comprando y desarrollando tecnología para ello, pero sus esfuerzos no son suficientes. Los presidentes de las empresas tienen una visión cortoplacista, aunque la empresa en sí se maneje con horizontes de más largo plazo. En esta discusión tienen que participar también la sociedad civil y los gobiernos, porque el calentamiento global es el mayor logro de la Humanidad. Es negativo, pero hemos logrado afectar a todo el planeta por cientos o miles de años, cosa que nunca había ocurrido antes, y lo hicimos en un tiempo corto.
¿Usted dice que la crisis económica mundial responde sólo al precio del petróleo?
–Actualmente estamos enfrentando tres crisis conectadas con el petróleo. Esas tres crisis, que van a definir el rumbo del siglo XXI, son la de la oferta de petróleo en sí, la de la deuda del Tercer Mundo y la crisis política del Medio Oriente. Es la factura de la entropía: hace 200 años que quemamos combustibles fósiles y hemos duplicado la cantidad de anhídrido carbónico en la atmósfera. La ONU ha publicado estudios de los mejores científicos sobre calentamiento global que hablan de un cambio climático de entre 2 y 10 grados Fahrenheit. Si son 3 ya es complicado pero se podría manejar. Pero si son 8 o 9 grados el cambio sería similar al de la última era glacial, cuando todo el mundo quedó tapado por el hielo.
¿Cómo se conecta el problema de la deuda con la crisis de la matriz energética?
–En este momento la brecha entre ricos y pobres es la mayor de toda la historia. Busquemos donde busquemos siempre hubo ricos y pobres pero nunca tanta diferencia como ahora. Hoy las 250 personas más ricas el mundo tienen ingresos equiparables a los de un tercio de la humanidad. Tres familias tienen un ingreso similar al de los 940 millones de personas más pobres. Y ni hablemos de la Argentina. Lo que tenemos que entender es el precio que pagan los pobres por el petróleo. Muchos de mis colegas les decían a los países del Tercer Mundo en la década del ‘50 o ‘60 que se modernizaran en base al petróleo. En ese momento el precio era de 3 dólares el barril, y nadie anticipaba que existiría la OPEP. Pero cuando ésta empezó a actuar, subió el precio a 12 dólares. Durante todos estos años los países en desarrollo han tenido que endeudarse para pagar estos precios. Si nosotros en los países más ricos hemos sido victimizados, ni qué hablar de los países subdesarrollados, que están cada vez más endeudados.
¿Qué cree que debería hacer la Argentina con su deuda?
–No me siento calificado para discutir esto aún. Pero estoy trabajando y probablemente publicaré algo en el futuro próximo.