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Desde el comando local de la filial de Nestlé, Pablo Devoto reflexiona sobre la extraordinaria capacidad de adaptación de los argentinos a la adversidad. En diálogo con Cash, el director general de la multinacional de la alimentación señaló que existen factores económicos e institucionales que podrían condicionar inversiones futuras pero no “el día a día”.
¿El crecimiento depende del mercado interno o de la exportación?
–Depende del negocio. Nestlé Argentina está básicamente orientada al mercado interno ya que exporta sólo el 25 por ciento. Es cierto que ahora está más dinámico el sector externo, algo lógico con un 48 por ciento de pobres. Recién estamos recuperando los niveles de consumo del ‘97-’98, y lo óptimo sería ampliar la base de clientes.
¿Cómo recompusieron la relación costos-precios finales después de la devaluación?
–La magnitud de la devaluación fue historia. Pero todavía los márgenes no son los que deberían ser. Hay una delgada ecuación de precio-volumen: cuando se suben los precios para mejorar el margen, se cae el volumen; y cuando se baja el precio para recuperar el volumen, desaparece el margen. Otra cosa es el mercado externo con precios firmes e, incluso, a la alza, como el caso de la leche en polvo, que permiten una buena ganancia.
¿Hay algo del marco legal o de la coyuntura política que puede estar desalentando proyectos de inversión?
–Las inversiones son frías y van detrás del retorno. Si el riesgo es alto quieren más retorno y más rápido. Todavía la Argentina no solucionó el problema de la deuda ni generó la confianza institucional.
¿Hay proyectos de inversión que estén condicionados?
–En estudio, más que condicionadas. En el análisis intervienen factores como la seguridad jurídica, la posibilidad de abastecerse de materias primas y las leyes laborales. Pero Nestlé no hace depender las inversiones del corto plazo sino del contexto. Por ejemplo, de lo que ocurra en el Mercosur.
¿Por qué Nestlé haría una inversión en la Argentina y no en Brasil, que tiene una política de estímulos más poderosa?
–Las inversiones se resuelven regionalmente y a largo plazo. Hoy no hay ningún proyecto que enfrente esta disyuntiva porque, además, nosotros invertimos fuertemente años atrás, con lo cual no necesitamos ahora hacer grandes desembolsos. Importa el marco, pero también la oportunidad. En 1999, por ejemplo, compramos la empresa de alimentos para mascotas de Cargill, porque se dio la ocasión aunque no era el momento ideal de la Argentina. Ahora estamos invirtiendo en la red de distribuidores.
¿Los aumentos salariales por decretos no abonan el objetivo de que se recomponga el poder de compra y, en definitiva, que haya mayores ventas?
–Todas las decisiones que mejoren el nivel de compra del salario nos terminan favoreciendo. Pero, al mismo tiempo, lo que quita consistencia y credibilidad a la economía desalienta nuevas inversiones. La falta de un acuerdo con el Fondo no ayuda: está muy bien que el gobierno negocie duro, aunque respetando a sus acreedores.
¿Suscribe la idea tan difundida entre los empresarios de que la doble indemnización o las nuevas disposiciones judiciales en materia de ART desalientan la toma de personal?
–A las empresas todas las cosas que generan incertidumbre, que no se puedan medir o cuantificar, las asustan o las llevan a buscar un premio mayor. Si yo no sé cuál va a ser mi costo laboral, le voy a pedir a esa inversión más beneficio. Cuando uno está en un negocio mucho tiempo se adapta. Y la capacidad de adaptación de los argentinos es fenomenal. Cuando les dijeron que no les devolverían los depósitos, en lugar de ir a prenderle fuego a un banco buscaron la forma de sobrevivir. Un empresariohace lo mismo. Las leyes laborales no frenan el día a día. Pero sí inversiones o desarrollo cuando las normas se cambian.