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El fallo de la Corte a favor de la pesificación alteró la rutina de algunos bancos. En un par de extranjeros hubo nerviosismo ante el retiro de varios depósitos grandes, de ahorristas que en su momento ganaron amparos y, ante la decisión judicial, temieron que la entidad financiera aspirara a cobrar la diferencia de esas colocaciones. No fue casual, entonces, que banqueros locales salieran a calmar los ánimos descartando la posibilidad de ir a golpear las puertas de los amparistas para reclamar la devolución de los dólares.
En las dos semanas que transcurrieron desde el fallo de la Corte, los plazos fijos mostraron una suba importante. Los colocados a tasa de interés libre aumentaron 337 millones de pesos desde entonces, mientras que los ajustables por el CER lo hicieron en 170 millones.
Si bien financistas advierten que buena parte de ese incremento está relacionado con una cuestión estacional, lo cierto es que la tendencia lleva tranquilidad en un año donde los depósitos quedaron estancados. Desde enero, los plazos fijos a tasa libre cayeron nada menos que 3400 millones de pesos y se encuentran en 26.120 millones. Esta fuerte caída, no obstante, fue compensada por los depósitos con CER, que se incrementaron en 3700 millones (4389 millones de pesos).
En la actualidad, los depósitos equivalen al 18 por ciento del Producto, un nivel similar al que existía en 1996, a la salida del Tequila. En 2000, el año previo a la explosión de la crisis, las colocaciones bancarias estaban en el 27 por ciento del PBI.
Una de los argumentos de los especialistas para explicar el estancamiento se refiere a que las tasas de interés reales son negativas: los bancos ofrecen 3,0/4,0 por ciento anual contra una inflación prevista del 6,5 por ciento para este año.
El consultor financiero Hernán del Villar comparó la experiencia argentina con las de aquellos países que también atravesaron crisis severas. Observó lo ocurrido en los tigres y tigrecitos asiáticos y en mercados latinoamericanos, como Ecuador, México y Brasil. La historia da cuenta de que las tasas reales positivas recién aparecieron en el cuarto año posterior a la explosión de la crisis. En el caso argentino eso debería ocurrir durante el 2005. Un escenario previsto por Del Villar, y que se daría en forma gradual a medida que los bancos incrementen su exposición crediticia. La necesidad de contar con liquidez los llevará a ofrecerles una rentabilidad mayor a los ahorristas. Al menos así ocurrió en los demás sistemas financieros que atravesaron graves crisis.
Mientras tanto, los operadores esperan diciembre con los brazos abiertos. Creen que podrán finalizar el pálido año recibiendo muchos depósitos. Quieren morder aunque más no sea una porción de los 1200 millones de pesos que las empresas e individuos no pagarán de Ganancias, ya que esa obligación fue postergada. Los banqueros se juegan a que la decisión de Economía les permita, de rebote, empezar el nuevo año con una mejor cara.