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Ipesa se jacta de ser de “las pocas compañías en el mundo que hace síntesis de principios activos con tecnología propia” para la producción de agroquímicos. Ese insumo vital para el campo, según el presidente de esa empresa nacional, Juan Carlos Iglesias Pérez, los agricultores argentinos lo consiguen mucho más barato que sus colegas de Brasil. La firma creada y dirigida por un profesor de filosofía y letras tiene el 3 por ciento de un mercado donde las trasnacionales detentan la mitad.
Los agricultores dicen que el alto costo de los insumos dolarizados, por ejemplo los agroquímicos, les disminuye la rentabilidad.
–En ese tema falta información. Los que regulamos los precios del mercado interno somos dos: Atanor en glifosato (fitosanitario de uso muy masivo) e Ipesa en las especialidades. Monsanto no puede cobrar lo que quiere porque Atanor regula el valor hacia abajo, por ejemplo.
¿Eso quiere decir que la queja del productor local es infundada?
–Totalmente. Argentina es el país que tiene menores precios en agroquímicos del mundo. Mi producto le puede llegar al agricultor local a unos 52 dólares el kilo, mientras que a un brasileño le cuesta 190 dólares. Lo que pasa es que el mercado de clorimurón brasileño, por ejemplo, está monopolizado por Dupont, que en Argentina compite con Ipesa. ¿Ipesa exporta a Brasil?
–Sí, pero poco, ya que sólo puedo ingresar lo que Dupont les tolera a mis distribuidores. Soy un productor de genéricos en fitosanitarios y Dupont impide que se registren genéricos en Brasil. El único que pudimos registrar allí es el clorimurón, un herbicida para soja.
¿Cuánto le cuesta a un brasileño el herbicida que un productor argentino paga 52 dólares?
–Si el producto es de Ipesa, 190 o 200 dólares. Si es de Dupont, 220 o 230. En Estados Unidos el mismo producto de Dupont se vende a 430 dólares. Pero allí hay barreras muy fuertes que impiden exportar. Nosotros sí vendemos a otros países como Uruguay, Chile, Ecuador, Costa Rica, República Dominicana, Italia, Turquía y Marruecos. Pero el problema sigue siendo el registro previo. Cada una de las multinacionales, como Dupont, Daw, Singenta, Bayer, Monsanto, Baf, tienen un embajador propio en cada país que bloquea los registros de sus competidores. Yo necesitaría un embajador argentino muy preocupado para que eso no pase.
¿Quiere decir que no tienen respaldo oficial para exportar?
–A ese nivel, no. Ahora tenemos una buena posibilidad en Venezuela. Le pedí a Cancillería apoyo para vender con el argumento de que a los venezolanos les conviene pagar 40 dólares a Ipesa lo que le pagan 100 a una multinacional. Pero todavía lo están pensando. Nosotros exportamos tecnología, cerebro molido.
¿Por qué prospera el negocio de los agroquímicos?
–Nosotros facturaremos este año 22 millones de dólares sin vendedor ni publicidad. Es consecuencia de veinte años de inversión en tecnología. Por eso decimos que exportamos cerebro molido.
¿Cuál es la evaluación del Senasa, como controlador de los productos que ustedes producen?
–Senasa es una mosca blanca en Argentina y en el mundo. Conozco sólo dos países donde realmente no hay corrupción en el sistema de registro: Australia y Argentina. Además no hay lentitud. En Venezuela durante el 2004 se registraron sólo cinco productos y aquí 300, ocho de Ipesa.
–Es raro que el Gobierno, preocupado por la marca argentina, no respalde la venta de un bien tecnológico y competitivo en precio.
–El Gobierno nunca tuvo ninguna vocación en saber qué es un agroquímico, a pesar de que es un sector clave en la Argentina. Se preocupa por las heladeras y zapatillas que llegan desde Brasil. Pero nosotros podríamos exportarles mañana 100 millones de dólares en agroquímicos en lugar de 1 millón, si se derrumbaran las barreras de las trasnacionales y consiguiéramos más registros. Exportar agroquímicos a Brasil no perjudicaría a ninguna industria de ese país sino sólo al negocio de trasnacionales.