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Domingo, 11 de marzo de 2007

NOTA DE TAPA

Dime dónde....

 Por Fernando Krakowiak

El índice de precios que elabora el Indec está siendo cuestionado desde que el Gobierno intervino en el organismo para redefinir algunas muestras y la ponderación que se les otorga a ciertos productos. Varios analistas aseguraron que el indicador perdió “credibilidad” debido a la manipulación de las cifras. Más allá de la crítica a la intromisión del Ejecutivo en el Indec, lo cierto es que el IPC nunca representó “la realidad”, sobre todo en un escenario de fuerte dispersión de precios, donde además los hábitos de consumo varían de acuerdo con cada región. Cash realizó la semana pasada un relevamiento en comercios de Recoleta, Caballito y José C. Paz, tres localidades identificadas con las clases alta, media y baja, respectivamente, y pudo comprobar que los precios de bienes y servicios similares varían fuertemente según la zona, e incluso al interior de cada una, lo que hace imposible hablar de un “costo de vida” único. Las canastas pueden ser tan disímiles que un indicador promedio sirve de poco si lo que se busca es saber cuánto gasta el consumidor. La posibilidad de calcular una inflación a la carta, como acaba de implementar vía Internet el instituto de estadísticas de Francia, sería la mejor opción para resolver ese interrogante en un escenario tan segmentado. Lo que sigue son ejemplos que expresan esas diferencias.

Foto: Rafael Yohai

Recoleta

Es una de las zonas más exclusivas de la Capital y eso se nota en los precios. En la carnicería Covadonga, ubicada en Rodríguez Peña al 1500, el kilo de asado cuesta 15,90 pesos y el de pollo fresco 6,90, superando cómodamente los precios de referencia que difundió la Secretaría de Comercio y duplicando los valores que se consiguen en José C. Paz. Lo mismo ocurre en la carnicería Santa María, donde el asado está 15 y el pollo 6 pesos. En el supermercado Disco de la zona los alimentos esenciales de primeras marcas están prácticamente igual que en las cadenas de los otros barrios relevados, pero hay menos ofertas de segundas marcas. La leche La Serenísima vale 1,56 peso, el litro de aceite Cocinero mezcla 3 pesos, la harina Blancaflor 1,40, el azúcar Chango 1,40 y el kilo de queso cremoso La Serenísima 12 pesos.

Los precios se disparan en los bares y heladerías de la zona. Tomar un café chico en la confitería Mónaco cuesta 4,5 pesos, un helado cucurucho en Freddo 7,5 pesos y el kilo 30, mientras que en el Chungo de Las Heras y Rodríguez Peña llega a 32 pesos, casi el triple que en las heladerías de José C. Paz.

La oferta de servicios también es más cara. En la peluquería Leo Lina, de la calle Guido al 1900, el corte de cabello cuesta 36 pesos y la tintura entre 76 y 86 pesos. Mientras que en Airmony, ubicada en la calle Quintana, el corte vale 45 pesos y la tintura entre 60 y 80 pesos. El pase libre en el gimnasio Deporte Total tiene un costo de 120 pesos y alquilar una película estreno en Blockbuster 8,25 pesos, un 22 por ciento más que en la sucursal que la misma cadena tiene en Caballito. La entrada de cine en el Village Cinema está 16 pesos todos los días salvo los miércoles, que cuesta 11 pesos. Por su parte, estacionar un auto en los garajes Las Heras, Vicente López Parking y Village varía entre 5 y 6 pesos la hora y 25 y 30 pesos el día.

José C. Paz

En el caso de los alimentos, los mejores precios se consiguen al comprar carnes, pollos, huevos y quesos. El kilo de pollo se ofrece a 3,49, la mitad de lo que vale en algunas carnicerías de la Recoleta. El maple con 30 huevos cuesta 4 pesos, menos de lo que se paga por dos docenas en la zona norte de la Capital. Un kilo de asado frente a la estación del tren se consigue desde 5,19 pesos, aunque la mayoría de las carnicerías lo vende a 7,50 pesos, precios que están muy por debajo de la cotización registrada en los otros barrios relevados. Lo mismo ocurre con el kilo de queso cremoso, que se vende a 7 pesos.

No obstante, las primeras marcas de leche, manteca, aceite, harina y fideos cotizan igual o más que en los barrios de mayor poder adquisitivo. Por ejemplo, en el Coto ubicado en la Ruta 197, único hipermercado del distrito, los precios de los alimentos son similares a los del Coto de Barrio Norte, pero en los almacenes las primeras marcas están más caras, diferencia que se compensa con una mayor oferta de alternativas económicas. Por ejemplo, en el autoservicio La Estrella, la harina Blancaflor cuesta 1,90 peso, cuando su precio promedio es 1,40, pero la mayoría de los paquetes ofrecidos son de las marcas La Favorita (1,10) y Marolio (0,85). Las primeras marcas de cigarrillos como Camel o Marlboro cotizan a 3,50. Sin embargo, los kioscos también ofrecen paquetes de 20 cigarrillos V8 a 1,60 o de Baltimore a 1,20 peso. Tomar un café o un helado resulta mucho más barato que en Recoleta o Caballito. En el bar Napoli, ubicado frente a la plaza central del distrito, un café chico cuesta 2 pesos y en otras confiterías lindantes 1,50. Mientras que en la heladería La Cumbre el cucurucho se ofrece a 3,50 y el kilo a 12 pesos.

La oferta de servicios también es más económica. Las peluquerías unisex Milenio y Clamour cobran apenas 7 pesos por cortar el cabello. Mientras que en el gimnasio, ubicado en el primer piso de la sede del club El Porvenir, se consigue el “pase libre” por sólo 25 pesos por mes. En José C. Paz no hay cines, pero quienes deciden ir hasta el complejo Cinemark ubicado en la intersección de las rutas 8 y 202, en el partido lindante de Malvinas Argentinas, pueden ver una película un sábado a la noche por 13 pesos, casi un 20 por ciento menos que lo que se cobra en el Village Recoleta o Caballito. Los estacionamientos de autos tarifados prácticamente no existen. Sin embargo, llaman la atención las decenas de bicicletas alojadas en la guardería de la estación del ferrocarril, donde se cobra 75 centavos por día y 15 pesos por mes.

Caballito

En los supermercados de este barrio de clase media, los precios de la leche, la manteca, el aceite, la harina, los fideos y el azúcar de primeras marcas son similares a lao existentes en los híper de las otras localidades relevadas. También existe una abundante oferta de segundas marcas a valores más económicos, aunque, a diferencia de lo que ocurre en José C. Paz, esas marcas pertenecen fundamentalmente a cadenas de precios bajos instaladas en el lugar, como Día, Eki y Plaza Vea. Por ejemplo, en Día, ubicado en Acoyte al 200, se vende leche La Serenísima a 1,54 y leche Día a 1,32 peso. También hay harina Blancaflor a 1,40 peso, pero la harina Día cuesta 1,05.

En las carnicerías, el kilo de pollo vale 4 pesos y el de asado 10 pesos, más caro que en José C. Paz, pero por debajo de los precios de Recoleta. Lo mismo ocurre cuando se compara lo que cuesta tomar un café o un helado. En la Heladería Il Trovatore, de Rivadavia e Hidalgo, el cucurucho vale 6,50 pesos y el kilo 28 pesos, más del doble que en José C. Paz. Mientras que el café chico oscila entre 3,00 y 4,50 pesos, según la confitería.

Los servicios que se ofrecen son claramente más caros que en las zonas más pobres y en algunos casos cuestan lo mismo que en los barrios más acomodados. La entrada de cine en el Village de avenida Rivadavia vale 16 pesos los sábados a la noche, como en Recoleta, aunque está la opción del cine Duplex, donde sólo cuesta 12 pesos. El precio del alquiler de películas en Blockbuster es de 6,75 pesos por 24 horas, mientras que en otros videoclubes de la zona, como Master, cuesta 5 pesos. En los principales estacionamientos, la hora vale 4 pesos y la estadía entre 16 y 20 pesos, hasta un 35 por ciento menos que en Recoleta. El corte de cabello en las principales peluquerías, como Adriano Giardino o Genzai, cuesta entre 20 y 23 pesos, respectivamente, más del doble que en José C. Paz. Mientras que para otros servicios como alisado, tintura, claritos o brushing la diferencia es aún mayor. El abono del gimnasio también resulta mucho más caro. En el Megatlón II, de Acoyte y Rivadavia, el pase libre por tres meses cuesta 350 pesos a pagar en tres cuotas (116 por mes) y el precio baja si se adhiere a promociones por 6 o 12 meses.

El precio diferencial que se cobra por un mismo producto en distintas localidades se puede explicar por motivos de calidad o mayores costos fijos, pero en algunos casos la oferta se fija en función del poder adquisitivo de los potenciales demandantes, dejando en evidencia que los precios no siempre tienen relación con los costos.

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Claves

El índice de precios que elabora el Indec está siendo cuestionado. Varios analistas aseguraron que el indicador perdió “credibilidad” debido a la manipulación de las cifras.

Más allá de la crítica a la intromisión del Ejecutivo en el Indec, lo cierto es que el IPC nunca representó “la realidad” en un escenario de fuerte dispersión de precios.

Cash realizó la semana pasada un relevamiento en comercios de Recoleta, Caballito y José C. Paz, tres localidades identificadas con las clases alta, media y baja, respectivamente.

Pudo comprobar que los precios de bienes y servicios similares varían fuertemente según la zona, e incluso al interior de cada una, lo que hace imposible hablar de un “costo de vida” único.

Las canastas pueden ser tan disímiles que un indicador promedio sirve de poco si lo que se busca es saber cuánto gasta el consumidor.

Calcular una inflación a la carta, como se acaba de implementar vía Internet en Francia, resolvería ese interrogante en un escenario tan segmentado.

 
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