LA MODA DE EMPRESAS POLITICAMENTE CORRECTAS
A finales de los ’90, la ONU promovió un pacto global para volcar a las empresas a comportamientos socialmente responsables. Desde entonces son cada día más las compañías que se incorporan, aunque varias siguen con prácticas comerciales o de tarifas cuestionadas.
› Por Diego Rubinzal
La Responsabilidad Social Empresaria (RSE) está de moda en la comunidad de negocios. En los últimos años, se han multiplicado los cursos y programas relacionados con el tema. A finales de los ‘90, la RSE fue impulsada por la ONU a través del “Pacto Global de las Naciones Unidas” (UNGC, por sus siglas en inglés). La UNGS tiene 10 principios rectores relacionados con los derechos humanos, estándares laborales, anticorrupción y medio ambiente, que se constituyen en los pilares de la RSE. Mantener una conducta ética, respetar a los empleados y realizar acciones que beneficien a la comunidad forman parte de algunos de esos principios.
Para el año 2006, la iniciativa había sido suscripta por 3300 empresas y 1000 organizaciones de la sociedad civil.
Elevar los niveles de RSE resulta vital para enfrentar la pobreza, la exclusión social y la desigualdad, postulan los defensores de esa filosofía empresaria. Bernardo Kliksberg sostiene que la RSE es una herramienta para que la economía y la ética vayan de la mano. La ONU define a la RSE como “el conjunto de acciones que toman en consideración las empresas para que sus actividades tengan repercusiones positivas sobre la sociedad y que afirman los principios y valores por los que se rigen, tanto en sus propios métodos y procesos internos como en su relación con los demás actores”.
Las corporaciones económicas más importantes del mundo lideran la difusión de esa cosmovisión. La Encuesta Internacional de Informes de Responsabilidad Corporativa –de la consultora KPMG– analiza el comportamiento de las 1600 empresas más grandes del mundo. Los resultados revelan que 52 por ciento de las encuestadas confeccionan periódicamente informes rindiendo cuentas de su comportamiento empresarial. Los mayores porcentajes se observan en las firmas japonesas y británicas, seguidas por las italianas, españolas, canadienses y francesas.
La consultora Mercedes Korin elaboró un Mapeo de Responsabilidad Social, identificando aquellas instituciones que trabajan en la Argentina. El relevamiento detectó la existencia de 87 promotores y 670 entidades dedicadas a difundir e implementar prácticas de RSE. Consultada por Cash, Mercedes Korin reseñó: “La expansión de la RSE en Argentina tomó impulso a partir de la crisis de 2001, donde hizo eclosión la ausencia del Estado en su rol de garante y responsable directo de los derechos sociales básicos. Con su fuerza de demanda a las empresas, las organizaciones de la sociedad civil contribuyeron a que las empresas comenzaran a responder en una línea de inversión social”.
En la Argentina, las empresas más importantes tienen en marcha programas enmarcados en la RSE. En algunos casos, la ejecución de esas tareas está en manos de fundaciones propias (Telefónica, Arcor e YPF). En ese sentido, Korin señala: “Puede decirse que la RSE en Argentina no está impuesta en el empresariado en general, pero sí que está conformando una tendencia impulsada por actores de diversos ámbitos, ya que a lo largo de estos años comenzaron a crearse varias organizaciones claves en todo el país destinadas a esta temática y otras ya existentes comenzaron a especializarse, formándose incluso redes que le dan impulso”.
Recientemente, TNS-Gallup realizó un relevamiento que indagaba sobre la opinión ciudadana acerca del rol social empresario. Los resultados revelaron que el 60 por ciento de los argentinos opinan que las empresas deberían ir más allá de lo exigido legalmente y ayudar a construir una sociedad mejor para todos. Por el contrario, dos de cada diez opinan que las empresas deberían dedicarse a lograr ganancias, pagar impuestos y proveer empleo cumpliendo con la ley.
La idea de que las empresas tengan un compromiso social más profundo recibe una adhesión mayoritaria en todos los segmentos, aunque ese apoyo es más pronunciado en la población con mayor nivel educativo. Mientras que el 68 por ciento de las personas con estudios universitarios adhiere a esa postura, el porcentaje cae al 59 en el caso de los entrevistados con educación primaria.
Ahora bien, ¿las acciones enmarcadas en la RSE responden a un efectivo compromiso social? O, por el contrario, ¿es una “fachada” formal que intenta adoptar posturas políticamente correctas para ganar espacios en el mercado?
En su trabajo “Responsabilidad Social Empresaria y valores cooperativos” (revista Realidad Económica Nro. 230), Eric Delgado sostiene que “la RSE sirve a los objetivos de las empresas lucrativas en tanto constituye una estrategia de marketing y acción política”. Que una empresa se “comprometa” con su comunidad puede ser un excelente negocio. Por ejemplo, en EE.UU. se calcula que los consumidores gastan 110 billones de dólares en productos identificados como “socialmente o ambientalmente progresivos”. Un informe del Aspen Institute señala que “las empresas que han integrado el factor ambiental en sus decisiones de negocios están comenzando a ganar beneficios de instituciones financieras y compañías de seguros”.
Que las empresas concreten buenos negocios adoptando prácticas responsables no resulta reprochable. El problema sería que esas acciones intenten ocultar comportamientos empresariales irresponsables. Delgado sostiene: “Hoy muchas categorías suelen ser acompañadas de la palabra social como una manera de suavizar el término, de quitarle posibles cargas peyorativas heredadas de acciones pasadas –y presentes– en contra del mundo del trabajo y del propio planeta”.
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