Domingo, 27 de septiembre de 2009 | Hoy
DEBATE > FINANCIAMIENTO EXTERNO Y LAS NEGOCIACIONES CON EL FMI
Por Martin Alfie y Andres Tavosnanska
Un encendido debate sobre el endeudamiento externo se desarrolló en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Mario Damill, José María Fanelli y Demián Panigo se encontraron para discutir si el país necesita financiamiento externo y si hay que volver al FMI, en una charla organizada por los estudiantes de la agrupación El Germen. Damill y Fanelli compartieron que los números macroeconómicos son sólidos y que el país cuenta con buenas perspectivas para los años venideros. Sin embargo, alertaron sobre los daños que el actual ritmo de salida de capitales puede causar en la economía. Ambos recordaron que en los últimos 24 meses la misma alcanzó la cifra record de 40.000 millones de dólares. Según Fanelli, ésta se debe a la inexistencia de un “coordinador de expectativas”, dado que básicamente “el Gobierno es corrupto” y la gente, desesperadamente, sale a comprar dólares. Esto se arreglaría sincerando el Indec como primer y fundamental paso, pero igual no sería suficiente, debido a que constantemente este gobierno da señales negativas. Damill, por su parte, repasó las principales variables macroeconómicas de los últimos años y señaló el costo económico de la intervención del Indec, especialmente al perder su rol de coordinador de expectativas.
A su turno, Demián Panigo manifestó sus diferencias. Desmintió que el FMI se haya reciclado al recordar cuáles fueron los requerimientos de los préstamos stand-by otorgados a fines del año pasado a países de Europa del este: reducción del déficit, congelamiento salarial, rescates bancarios, entre otros. A su vez, admitió que la salida de capitales es un problema fundamental para la consistencia macroeconómica. Sin embargo, hizo énfasis en que existe necesidad de financiamiento si se tiene la voluntad de avanzar con políticas de asistencia social que mejoren la situación del “núcleo duro de pobreza”. Cualquier política de este estilo, con o sin salida de capitales, requeriría de una mayor cantidad de recursos de los que el Gobierno maneja actualmente. Esto aun considerando la hipótesis de una recuperación económica inminente y sus efectos positivos sobre el fisco. Panigo desestimó la posibilidad de volver al FMI bajo las condicionalidades tradicionales y reconoció que la Argentina todavía tiene dificultades para colocar deuda en el mercado voluntario de crédito a tasas razonables. Pero también considero que una alternativa complementaria de las políticas destinadas a mejorar las condiciones de acceso al financiamiento consistiría en evaluar la posibilidad de encarar una reforma tributaria que involucre una mayor progresividad y equidad distributiva, con el consecuente incremento de los recursos necesarios para financiar el incremento de la inversión social.
La propuesta de Panigo tendiente a aumentar la presión tributaria sobre los sectores de mayores ingresos no tuvo buena recepción en Fanelli, quien considera que ya es excesiva en la actualidad. Inclusive estimó que la presión tributaria sobre su propio bolsillo alcanzaría el 60 por ciento. Remarcó, además, que la misma subió un 10 por ciento durante el kirchnerismo y que esto no ha evitado que tengamos “la misma cantidad de pobres que dejó el neoliberalismo”.
La distancia entre los enfoques se incrementó a lo largo de la charla, dejando en claro que economistas que suelen ser incluidos en la misma corriente bajo el amplio rótulo de la heterodoxia tienen visiones muy diversas a la hora de sentarse a discutir las principales problemáticas del país.
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