SALARIOS, TIPO DE CAMBIO Y EXPORTACIONES EN EL SECTOR DE AUTOPARTISTAS
“Recuperar el poder adquisitivo”
La salida de la Convertibilidad permitió a las autopartistas que sobrevivieron mejorar la situación de su negocio. Algunas ya habían empezado a ganar mercados externos con el 1 a 1. La experiencia de “3B”.
Por Cledis Candelaresi
Desde la santafesina Rafaela, localidad de 80 mil habitantes, la firma “3B, válvulas para motores” exporta el 90 por ciento de su producción, integrada por una amplia variedad de unidades, incluidas piezas para los autos de Fórmula 1. Esta conquista del mundo viene de la época del tipo de cambio fijo, cuando la fábrica de José Luis Basso y hermanos, la que su padre fundó hace 40 años, ya vendía al exterior el 80 por ciento de lo que fabricaba. Aun así, este empresario, presidente de “3B”, y uno de los activistas de la lista que no pudo llegar a la conducción de la Unión Industrial Argentina con Guillermo Gotelli a la cabeza, anhela la vuelta al mercado interno.
–Antes de la devaluación exportábamos el 80 por ciento porque había mercado interno. En la Argentina se fabricaban motores y nosotros le proveíamos a Fiat, a Perkins y a otras firmas. Pero ahora disminuyeron su producción y tuvimos que salir a colocar afuera el excedente que generó esta baja. A mí no me gusta exportar el 90 por ciento.
¿Por qué?
–Porque dependemos casi enteramente de variables que no podemos manejar. La proporción de equilibrio es 30 por ciento mercado interno, 70 por ciento exportación. Las autopartes necesitan bancos de prueba que proveen los clientes. En la medida que las terminales automotrices los fueron cerrando, a nosotros nos perjudicó. A mí me gustaría volver a colocar en nuestro país al menos el 25 por ciento de la producción.
¿Cuál cree que es la condición ineludible para la recuperación del mercado interno?
–Desde 1996 la venta de automóviles disminuyó todos los días, hasta llegar a su mínima expresión en el 2002, con poco más de 80 mil unidades. En 1994 un grupo de industriales integramos una misión a Europa con el gobernador Carlos Reutemann, con quien me une una gran amistad, y con (Carlos) Menem, quien entonces era presidente. Pero en ese momento se fabricaban más de 400 mil autos en la Argentina: era otra realidad. Es imprescindible que se recupere el poder adquisitivo de la gente para que algunas industrias resuciten.
Ustedes crecieron y lograron exportar mucho con un tipo de cambio mucho más bajo que el actual.
–Nosotros conseguimos ganar mucha competitividad ajustando modos de producción. Esforzamos el estudio de los tiempos. Proveer a terminales del exterior nos obligó a ser muy competitivos. Además, por ser exportadores, pudimos importar acero bajo el régimen de admisión temporaria.
¿El Estado los apoyó en la apertura de los mercados?
–No. Tuve la gran suerte de ser el hijo del dueño. Hice diez viajes al exterior y no conseguí vender ni un solo producto. Si no hubiese tenido una relación familiar con los propietarios, me hubiesen echado. Finalmente, alguien nos compró en Estados Unidos y luego en México. Después pudimos también desarrollar equipos originales, como los que hacemos para Peugeot, Francia.
Techint postula que para los grupos económicos es importante desarrollar una cadena de proveedores pymes. Así aprovechan un tipo de cambio alto para exportar, al tiempo que se independizan de las importaciones.
–No soy un enamorado del dólar alto. Pero creo que en los últimos meses de la Convertibilidad nos dimos cuenta de que, viajando por el mundo, resultábamos más ricos de lo que en realidad éramos. Estábamos llegando casi al “deme dos”. Nosotros no necesitamos un dólar alto para poder exportar. Pero no sería sincero si no dijese que en los últimos meses de la Convertibilidad nos sentíamos asfixiados. Nuestros compradores buscan habitualmente reducción de costos y nosotros ya no estábamos en condiciones de ofrecerles nada. Sí se lo ofrecimos después. No nos quedamos con la diferencia de un mejor tipo de cambio. Se lo trasladamos a nuestros clientes.
¿Su situación es extensible a otras industrias?
–Yo presido Afidren, una asociación de autopartistas que también fabrica juntas o pernos. Todas trabajan bastante bien y exportan una cantidad significativa. Pero muchos de ellos con el anterior tipo de cambio no lo habían logrado. No creo que seamos una excepción. Pero hace un tiempo veíamos que en la Argentina se estaban extinguiendo las fábricas de válvulas y lo único que se podía hacer era estar presente en los mercados. Quien quiera exportar hoy debió haber empezado hace tres años. Nadie nos está esperando afuera. Hay que convencer que desde la lejana Argentina, con políticas tan cambiantes, somos capaces de proveer en tiempo y en forma. Nuestros clientes necesitan just in time y ése es un trabajo de muchos años.
Usted habló antes de recuperar el poder adquisitivo. ¿Con aumentos salariales generalizados, por ejemplo?
–No sé. Pero lo fundamental es recuperar la confianza. Eso va a significar el ingreso de mucho dinero al mercado que ni siquiera está en los bancos. Los aumentos salariales deben estar relacionados con la productividad. Nosotros siempre tuvimos la política de otorgar premios por productividad. El que se destaca tiene que ganar un poquito más que quien no se destaca. No recuerdo un paro en 40 años. Tenemos el acompañamiento de la gente.
¿Qué candidato a presidente es el que tiene una mejor propuesta para los industriales?
–Mi voto va a ser justicialista. Yo soy amigo de Pablo Rojo y creo que él trabaja en un proyecto que ayudaría a la producción. Pero la dupla Kirchner-Lavagna también. Cada uno a su manera.