Domingo, 24 de enero de 2016 | Hoy
ENFOQUE
Por Claudio Scaletta
Probablemente haya algunas porciones de la teoría económica que demanden cierta capacidad de abstracción y esfuerzo intelectual, pero la economía cotidiana no es el caso. Todo se reduce a una cuestión de cantidad y calidad de la información. Por ejemplo, “los mercados”. No hay mucho que saber sobre cómo funciona un mercado determinado del producto que sea; hay oferta, demanda y desvíos por especulación y posiciones dominantes. La clave obvia está en tener buena información sobre estos componentes. Yendo al punto, ya se habla de un nuevo piso del precio del petróleo en torno de los 20 dólares, cuando hasta hace apenas tres meses se temía un piso de 40. Esta semana el barril de la OPEP ya cotizó por debajo de los 25. Es verdad que en junio de 2008 casi toca los 140 para caer a los 40 en diciembre del mismo año. También que 20 dólares fue más o menos el precio promedio de la década del 90, aunque los costos de extracción eran más bajos. Si bien hay tendencias de largo plazo, en los últimos años los precios presentaron una altísima volatilidad. Pero no hace falta preocuparse por la explicación, siempre puede recurrirse a una palabra mágica para salir del paso: geopolítica. Finalmente la oferta es ampliamente dependiente del cartel más famoso del mundo: la OPEP. Pero si hay algo que ningún común mortal puede prever con claridad con el instrumental normal del análisis económico es cuál será el precio del petróleo dentro de 6 meses. Ello no quiere decir que, por el valor económico de esta información, no haya miles de analistas dedicados a la tarea.
El objetivo de estas líneas es en cambio mucho más modesto, sobre todo pensando que no hay cientos de miles de dólares en juego para su redactor; apenas dar cuenta del dato de la nueva caída histórica del precio, observar los componentes que juegan en el valor presente pensar los efectos para la economía mundial y local de los nuevos valores.
La explicación podría empezar por el freno de la demanda, es decir; de la economía mundial. Los datos son que China registraría en 2015 un crecimiento de “apenas” 6,9 por ciento, el más bajo en un cuarto de siglo, y se espera que converja a 6 puntos en los próximos dos años. Nótese que aunque crecerá más despacio, no está precisamente en una contracción. Sí existió un magro crecimiento en el resto del mundo: en Europa, que continúa relativamente estancada, y especialmente en América Latina, deprimida por la fuerte recesión autoinducida de Brasil. En Estados Unidos, en tanto, la recuperación será más lenta de lo esperado. Pero si bien la demanda crece más despacio, de ninguna manera puede explicar el desplome de precios registrado desde junio pasado, cuando el crudo se encontraba en torno a los 100 dólares a un cuarto de su valor. Debe mirarse entonces la oferta. Aquí se suman aportes. El primero es el aumento de la producción no convencional en Estados Unidos, una expansión que aprovechó el pasado ciclo de precios altos y que pasó de 5,1 millones de barriles diarios en 2009 a 9,3 millones a fines de 2014. A ello siguió el aporte de la OPEP; Arabia Saudita sobrepasó la producción de 9 millones de barriles diarios e Irak pasó los 4 millones de barriles. Por su parte, tras el fin de las sanciones estadounidenses Irán ya anunció que aumentará su extracción diaria en medio millón de barriles.
La diferencia entre demanda débil y fuerte expansión de la oferta ya se tradujo en un fuerte aumento de los stocks, el dato que miran los fondos de inversión y los grandes bancos para montarse en la ola especulativa y reforzar las tendencias. La consultora Goldman Sachs calculó que el impacto de este fenómeno ronda el 40 por ciento del precio, un margen altísimo, pero que influye sobre todo en los movimientos de corto plazo.
¿Y la geopolítica? Aquí también el dato es especulativo, pues no puede rastrearse el origen de las decisiones. Por ahora se sabe que economías como las de Rusia y Venezuela se cuentan entre las más afectadas. También que sostener bajo el precio le cuesta bastante caro al principal productor de la OPEP, Arabia Saudita, quien habría cerrado 2015 con un déficit fiscal del 19,5 por ciento del PIB, lo que podría hacerla más permeable a conceder futuras subas en la toma de decisiones al interior del cartel. Sin embargo, la especulación más extendida es que desde la OPEP el objetivo sería fundir la producción no convencional para quedarse con el mercado. Parece mucho, pero es un dato cierto que, con precios tan bajos, muchas producciones dejan de ser rentables, empezando, por supuesto por las más caras, como las no convencionales de Estados Unidos. Pero no solamente. En 2015, Argentina fue el único país del mundo donde no cayó la actividad de perforación en sus campos petroleros, algo que fue posible gracias a su política interna de sostenimiento de precios en boca de pozo, el llamado “barril criollo” que se mantuvo en alrededor de 70 dólares. Es difícil imaginar cual sería la situación social en la provincias patagónicas si a la recesión que provocará la macroeconomía de la Alianza PRO se le sumase también la caída de la actividad petrolera.
A la hora de las predicciones Goldman Sachs estima que durante 2016 la sobreoferta mundial será de 580.000 barriles diarios; lo que se traducirá en aumentos de stocks. En su informe petrolero anual Moody’s consideró que el desequilibrio del mercado de crudo se prolongará más allá de 2016. Lo mismo considera la Agencia Internacional de la Energía. Pero, otra vez, la ecuación sobre los precios no se resolverá en base a la matemática. Arabia Saudita e Irán compiten por su posición hegemónica en Oriente Medio. El conflicto en Siria tampoco puede pasar desapercibido. El intento de castigar a Rusia, quien debió aumentar el 7,5 por ciento sus volúmenes exportados en 2015, es otro elemento clave junto con Venezuela y las disputas por el cambio de hegemonía en América del Sur.
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