Domingo, 1 de marzo de 2015 | Hoy
MITOS ECONóMICOS › DISMINUYó LA PARTICIPACIóN LABORAL DE MUJERES POBRES
Por Andrés Asiain
Un reciente informe del Idesa, un instituto que agrupa a ex funcionarios menemistas de ideología liberal, indicó que “cayó la participación laboral femenina en los hogares pobres”. Se basa en estadísticas laborales de la Cepal y sostiene que “entre los años 2004 y 2012/2013, es decir, el período de la gran bonanza en la región, la tasa de actividad femenina subió en Chile y en Uruguay en 3,4 puntos y 6,4 puntos porcentuales, respectivamente, mientras que en la Argentina cayó -1,9 punto porcentual”. Esa reducida participación laboral de las mujeres es considerada “un obstáculo estructural para erradicar la pobreza y alentar el progreso social” que “genera en la mujer dependencia del varón y no contribuye al clima educativo de los hijos”. La causa de tanto daño infligido a nuestras humildes mujeres sería el “asistencialismo anacrónico que induce a la inactividad laboral, como ocurre con la Asignación Universal por Hijo y el Progresar”.
Una primera limitación del informe de los ex asesores de Domingo Cavallo es el universo de países que toman. La participación laboral de la mujer de menores ingresos en el período considerado no disminuyó sólo en Argentina, sino también en otros países vecinos como Bolivia (-8,6 puntos porcentuales), Ecuador (-8,3 puntos porcentuales) y Paraguay (-1,2 punto porcentual). También Brasil, nuestro principal socio comercial mencionado en otros informes de Idesa como un ejemplo nacional a seguir por los argentinos, vio disminuir el porcentaje de mujeres que participan en el mercado de trabajo en -6,1 puntos porcentuales, siempre según la información que brinda la Cepal.
La asociación entre menor participación de la mujer en el mercado de trabajo y pobreza mencionada en el informe tampoco parece tener asidero. Según la Cepal, entre 2004 y 2012/3 la pobreza disminuyó tanto en los países donde las mujeres incrementaron su participación laboral (-10,4 p. p. Chile; -15,5 p. p. Uruguay) como en donde la disminuyeron (-26,6 p. p. Bolivia; -18,7 p. p. Brasil; -13,9 p. p. Ecuador; -22,1 p. p. Paraguay). En Argentina, la pobreza pasó del 32,1 por ciento de la población en 2004 al 9,4 por ciento en 2013, aun tomando las estadísticas provinciales de precios para estimar el costo de la canasta básica (ver al respecto el informe “Pobreza e indigencia en Argentina” del CESO).
Tampoco parece tener algún fundamento la idea de que una menor participación de la mujer en el mercado de trabajo “no contribuye al clima educativo de los hijos”. Los indicadores de asistencia escolar del 20 por ciento de la población de entre 7 y 24 años con menores ingresos muestran, en el mismo período, un leve deterioro en Uruguay (-3,3 p. p.), una leve mejora en Brasil (+1 p. p.), Chile (+1,7 p. p.) y Argentina (+2 p. p.), y un fuerte incremento en Paraguay (+6,9 p. p.) y Ecuador (+10,2 p. p.).
Lejos de aumentar la dependencia del varón, el “asistencialismo anacrónico” de la Asignación Universal y el Progresar permite tener un ingreso independiente del mercado laboral a muchas madres de familia. De esa manera, no se ven obligadas a soportar situaciones de violencia familiar por depender del ingreso del marido, en situaciones sociales donde es difícil conseguir un empleo sin abandonar el cuidado de sus hijos. Tal vez lo “anacrónico” no sean los derechos sociales conquistados por la sociedad argentina en la última década, sino las fosilizadas ideas sociales de algunos de sus detractores.
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