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En el mediano plazo no hay dudas de que hay que reducir los tiempos de trabajo, pero la experiencia internacional no es muy clara a la hora de establecer si eso genera más empleo o no. Los niveles de informalidad y precariedad de este país hacen muy difícil estimar el impacto de una reducción legal de la jornada. Lo que sí es claro es que hay un límite demasiado alto para la autorización de horas extra, y si eso se corrigiera y controlara sí habría un impacto importante sobre el empleo. La flexibilización actual de la jornada, de los francos y de las vacaciones es muy extrema en algunos casos, y en el resto del mundo los sindicatos la aceptaron a cambio de reducciones de la jornada anual promedio. En términos generales hay que tener en cuenta el aumento de la productividad, y se podría reclamar una baja del tiempo de trabajo para que los empresarios repartan ese incremento. Pero tal vez sería mejor para los propios empleados reclamar directamente aumentos de salarios para que se realice ese reparto.