La conferencia de prensa que sirvió de marco para presentar el Festival Internacional de Buenos Aires (del 17 de septiembre al 4 de octubre) dejó mucha tela para cortar. Darío Lopérfido, director artístico del evento que se realiza cada dos años, sentó las bases de una discusión muy interesante cuando se le consultó por la falta de espectáculos del interior del país en la programación del que se propone como encuentro emblema de las artes escénicas en el mundo. “Esa pregunta tendría que contestarla el Instituto Nacional del Teatro (INT), que se maneja con una política sectaria y colabora con cualquier festival del país menos con el FIBA”, atacó el también director del Teatro Colón, desligándose de la cuestión.

Consultado por Página/12, el titular del INT, Guillermo Parodi, se dijo “sorprendido” por los dichos de Lopérfido. “Cada festival que le solicita al INT un acompañamiento lo tiene. Sólo hay que ingresar a la página del instituto, revisar el catálogo con más de 150 espectáculos del interior, elegir cuáles quiere y el organismo colabora con el pago de pasajes de avión y cachet para que esos elencos puedan participar del festival”, sostuvo, a la vez que aseguró que nadie de la gestión del FIBA se comunicó para solicitar esta colaboración. Sobre la acusación del ex secretario de Cultura de Buenos Aires de que el INT, “al igual que otros organismos nacionales”, no colabora con otros que no sean de la misma facción política, Parodi contestó que “el INT cogestiona con todo tipo de instituciones, sin importar el color partidario”. “De hecho ahora estamos haciendo un teatro con el municipio de Córdoba, sin fijarnos en su bandera política. Y sería buenísimo que el FIBA también solicitara colaboración: qué mejor que acompañar un espacio tan importante como ése”, aseguró y añadió que “las puertas están abiertas, sólo hay que levantar el teléfono y empezar a articular”.

Desde mañana y hasta el 12 de octubre, el INT lanzará la décima edición del Circuito Nacional del Teatro, que recorre diferentes ciudades del país, en un recorrido desde Jujuy a Tierra del Fuego. Sobre ese punto, y sobre la Fiesta Nacional del Teatro, que cada año realiza el organismo en una provincia distinta, también opinó Lopérfido en la conferencia de prensa realizada en el Colón. “El INT hace sus festivales en todo el país pero no pisa la Capital Federal”, reclamó. “Eso es porque siempre estamos pensando en cómo colaborar con el quehacer teatral de la Argentina y nos parece que hacer una fiesta nacional de teatro en Salta produce mucho más impacto que hacerla en la ciudad de Buenos Aires, donde la oferta es muchísimo más variada y constante”, fue el contraargumento de Parodi.

Según su titular, el INT articula actualmente con numerosos gobiernos provinciales y municipales, que funcionan como cogestores. Mientras que el organismo nacional aporta viáticos y el cachet del elenco para cada función, las direcciones de los festivales ponen a disposición el alojamiento, la comida y la infraestructura para que se puedan montar los espectáculos. “Por eso es importante tener buenos cogestores. Y Buenos Aires podría ser uno muy bueno, porque manejan un gran presupuesto. Sería muy bienvenido su llamado”, resaltó, a la vez que recordó que hace algunos años sí existió cooperación y que fue una “muy buena” experiencia. “Lo importante sería pensar en una construcción, no instalarse en el lugar de lo que falta. Las puertas están abiertas para dialogar y pensar”, cerró.

Las puertas, entonces, quedan abiertas. Claro que no es obligación que el FIBA programe al interior ni deja de ser un gran festival por no hacerlo. De hecho la programación internacional de esta edición es muy promisoria, y la nacional de grandísima calidad. Pero casi el 90 por ciento de las obras locales que forman parte de la grilla del FIBA ya habrán estrenado o hecho un recorrido por la cartelera porteña cuando en quince días comience el megaevento, y entonces la pregunta que subyace es para quién se programan esos espectáculos y por qué. Si se escapara a la lógica más de “exportación” que persigue el festival (hay más de cincuenta programadores invitados a conocer la producción bonaerense) y en cambio se pusiera más el ojo en dotar al espectador porteño de una gran cantidad de opciones teatrales que escapen a lo que puede verse cada semana, la selección curatorial posiblemente fuese otra. Las decisiones son, en definitiva, políticas. Las consecuencias, también.