Miércoles, 29 de julio de 2015 | Hoy
CULTURA › ERNESTO MALLO, DIRECTOR DEL FESTIVAL BUENOS AIRES NEGRA
Desde este viernes y durante nueve días, el BAN! convocará a escritores, lectores y gente vinculada, de una u otra manera, con el delito. “A veces el crimen de ficción habla de lo que nadie más puede hablar, que es decir una verdad con una mentira”, señala Mallo.
Por Silvina Friera
Los negros celebran su fiesta en invierno. Los invitados no son sólo escritores; participan ex delincuentes, policías, médicos forenses, tanatólogos, economistas, cineastas, abogados, sociólogos y periodistas. El crimen real se mezcla con el crimen de ficción en el Festival Internacional de Novela Policial Buenos Aires Negra, más conocido por la sigla que suena casi como la onomatopeya de un disparo: BAN!, que empieza este viernes y se extenderá hasta el sábado 8 de agosto en el Centro Cultural San Martín. Por cuarto año consecutivo y durante nueve días, esta usina de pensamiento en torno de la criminalidad desplegará una programación con platos fuertes como la presencia de la comisaria Cristina Manresa, que comanda a 3 mil efectivos de los Mossos d’Esquadra de Catalunya y el ex ladrón de bancos devenido escritor, el español Daniel Rojo. Los médicos forenses Raúl y Daniel Silva enseñarán las claves para distinguir un suicidio de un homicidio y el tanatólogo Ricardo Péculo hablará de los desafíos de preparar un cadáver en casos de muerte violenta, por mencionar apenas algunas de las actividades que también incluyen un itinerario por la crónica policial, la obra de Rodolfo Walsh, los textos de escritores clásicos como Arthur Conan Doyle y G. K. Chesterton. El irlandés John Connolly, los españoles Dolores Redondo, Fernando Marías, Carlos Zanón y Víctor del Arbol, el brasileño Tabajara Ruas, la uruguaya Mercedes Rosende, el norteamericano William Gordon y la francesa Dominique Sylvain, entre otros, se destacan entre los escritores internacionales invitados en esta edición.
“Nos ha dado muy buen resultado la combinación de crimen real con crimen de ficción”, cuenta el escritor Ernesto Mallo, director de Buenos Aires Negra, a Páginað12. En esta edición, como en las anteriores, participarán escritores argentinos como Luisa Valenzuela, Claudia Piñeiro, María Inés Krimer, Mercedes Giuffré, Pablo de Santis, Alejandro Soifer, Miguel Angel Molfino, Raúl Argemí, Orlando van Bredam, Horacio Convertini y Enzo Maqueira, entre otros.
–¿Por qué genera tanto interés el BAN!?
–El BAN! genera mucha reflexión sobre temas que a la gente le interesan mucho. El éxito de BAN! consiste en no ser sólo un festival literario. Hay muchos festivales que son festivales de escritores para escritores. Uno de los escritores jóvenes invitado el año pasado dijo que le encantaba el BAN! porque van lectores y que estaba harto de ir a festivales donde van escritores que se miran unos a otros. Hay pocas cosas más interesantes que escuchar a hablar a alguien de algo que conoce profundamente. Los escritores pueden hablar de su obra, pero viene un forense y te cuenta cómo se investiga un crimen. Hay una ley de la medicina forense que es la ley de transferencia que dice que todo el que estuvo en la escena del crimen deja algo y se lleva algo. Esto es lo que buscan los forenses en la escena del crimen: algo dejó el asesino. Al no tener ninguna línea editorial, que en definitiva es una línea política, la literatura puede decir cosas que todos los demás callan. Y no tiene que probar sus dichos ni citar sus fuentes. Muchas veces el crimen de ficción habla de lo que nadie más puede hablar, que es decir una verdad con una mentira.
–Quizá pueda generar polémica que la literatura no tenga que rendir cuentas a nadie, ¿no?
–Sí, pero debe ser así. En toda la historia del mundo siempre ha habido fuerzas que han intentado llevar el arte a los tribunales o a la hoguera. Yo creo en la absoluta libertad de la expresión artística, incluso para ideologías con las cuales no comparto nada, en la medida en que no se dañe a nadie. ¿Dónde se establece el límite? Cuando digo que no se puede dañar, el límite lo tiene que trazar el propio autor. Qué cosas decide mostrar o no un autor determina su ideología. Yo siempre les digo a mis alumnos que no se preocupen por la ideología porque no hace falta declamarla ni ponerla; en el recorte que hacen ya aparece. Y ahí no hay manera de engañar a nadie. El límite entre realidad y ficción es muy borroso, está muy difuminado. Antes se decía que la realidad superaba a la ficción. Yo creo que eso no está más vigente. A veces la ficción pasa al terreno de lo real. Como el caso del polaco Krystian Bala, que mató al amante de su mujer y después escribió una novela donde cuenta el asesinato. Un día alguien llamó al policía que estaba investigando el crimen y le dijo que ese crimen estaba contado en un libro. En el relato había detalles que sólo el asesino podía conocer. Es muy difícil saber qué es lo real. Lo único real es el dolor y la muerte. De eso no hay duda y es el tema principal de la narración policial.
–¿Los delitos son más violentos en los últimos tiempos?
–No estoy seguro de que sean más violentos. Lo que sí creo es que hay mucha violencia gratuita e innecesaria y que tiene que ver con la mala calidad de los delincuentes. Un delincuente experimentado sabe que si se lleva sólo el dinero va a tener una pena, pero si además de eso lastima o mata a alguien la pena va aumentando. Y también va aumentando el nivel de persecución que tiene. Los delincuentes ignorantes son los que cometen delitos con violencia innecesaria. Se dice que los delincuentes ya no tienen códigos y esto no es verdad. Tienen códigos; lo que pasa es que tienen códigos diferentes porque los códigos no vienen dados, sino que se aprenden. Los delincuentes de poca monta o que ejercen una violencia innecesaria han sufrido la violencia en su infancia, entonces no han aprendido otra cosa.
–La cuarta edición del BAN! se produce en un contexto en el que resuena la condena a perpetua a Jorge Mangeri por el asesinato de Angeles Rawson...
–Es un caso que tuvo mucha difusión por las características socioeconómicas de la víctima. Pero casos similares como el de Angeles han sucedido en mujeres de otras condiciones sociales y no han tenido la misma repercusión, incluso muchos asesinatos han quedado impunes.
–Como el crimen de Melina Romero, una joven pobre que no estudiaba ni trabajaba y que fue presentada como una víctima “mala” o que se “buscó” lo que le pasó.
–Sí, está ese tipo de pensamiento que considera al otro como un objeto, cuando en una violación se dice que la mujer fue vestida de tal o cual manera y se buscó esa violación, con lo cual degrada a la mujer a menos que un objeto. Es lo mismo que decir que hay un Mercedes Benz estacionado en la puerta y cómo no me lo voy a llevar, mirá qué lindo que es...
El negocio número uno del mundo criminal no podía faltar entre los temas de la programación de esta edición de Buenos Aires Negra.
“La fuga del Chapo Guzmán es un episodio más de la comedia de errores que es el narcotráfico. Hay una sola manera de contenerlo y de pararlo, que es la legalización absoluta de todas las drogas, pero no hay un interés político en hacerlo –afirma Mallo–. La droga mueve por año 300 mil millones de dólares en el mundo; es el producto bruto de Brasil. O sea que el narcotráfico se mete en el bolsillo un Brasil todos los años; con ese dinero compra la fuga del Chapo Guzmán, compra a políticos, a jueces, a policías. Si el Estado toma a su cargo el control y el suministro de toda la droga y utiliza ese dinero para programas de rehabilitación, ese sería un camino. Pero este camino echa por tierra un negocio de 300 mil millones de dólares por año que beneficia a mucha gente. Entonces lo que se hace es una sinergia con otro negocio, que es el negocio de la seguridad, el negocio de las armas, de la represión y de las cárceles. En realidad, la droga genera otro negocio paralelo del cual vive muchísima gente. Entonces no hay ningún interés de combatirlo realmente.”
En noviembre se publicará la nueva novela de Mallo, La conspiración de los mediocres, precuela de la saga protagonizada por el comisario Perro Lascano que transcurre en los años ’70, en tiempos del terror la Triple A. “Este es el tipo de novelas que me parece que son las más reveladoras y las que tienen más posibilidad de aportar algo al género, que es conocimiento y reflexión sobre hechos criminales de gran escala. Los medios de comunicación se ocupan mucho de los crímenes en pequeña escala, pero no hay interés por los crímenes a gran escala.”
–¿Cuál sería un ejemplo de crimen a gran escala?
–El dinero de la dictadura, ¿qué pasó? Cuando la voltearon a Isabelita, la deuda externa era de 6 mil millones de dólares. Cuando se fueron los militares, era de 50 mil millones; hay 44 mil millones de dólares que fueron a parar a algún lugar. ¿Dónde están? Hay empresas vivitas y coleando, muy exitosas y que siguen funcionando, que fueron fundadas con el dinero robado en la dictadura. El ministro del Interior de la dictadura (Albano) Harguindeguy tuvo un juicio de divorcio. En ese juicio su ex mujer denunció una cuenta que tenía Harguindeguy en Suiza, no me acuerdo de cuántos millones de dólares. Después la mujer se calló y no se habló más del asunto. Por el crimen del “corralito” no hay una sola persona procesada y fue el robo más grande de la historia del planeta. Este tipo de delito produce mucho más daño y más pobreza que los delitos del ratero.
–¿Por qué no se investigan los delitos económicos?
–El problema es que quienes deberían encargarse de investigarlos no tienen poder. Y los otros tienen mucho poder. O desaparecés o te quedás sin trabajo o te matan directamente. De pronto se toman casos que ayudan a vender diarios, pero no van a ninguna parte. Como es el caso Nisman, que no quedó en nada porque en realidad no había nada.
–¿Nisman se suicidó o lo mataron?
–Yo creo que fue un homicidio; lo mataron los enemigos del kirchnerismo. La novela de Nisman la tengo escrita en la cabeza. Nisman llegó a la unidad que investigaba el atentado de la AMIA por el kirchnerismo, con muy mala puntería del kirchnerismo porque Nisman era un tonto, un tipo con mucho delirio de playboy. El personaje que más se parece a Nisman es Isidoro Cañones, un tipo al que le gustaban las chicas, salir de copas, tomar whisky, vestirse elegante e ir a veranear a Cancún. Los servicios detectaron esta debilidad –el trabajo de los servicios de Inteligencia en el mundo es detectar las debilidades ajenas–, entonces le dijeron: “Nisman, vení para acá, te vamos a dar todas las pruebas de que la Presidenta encubrió a Irán”. ¿Te imaginás lo que hubieran hecho los diputados kirchneristas con Nisman en el Congreso?
–Lo demolían verbalmente, argumentando y mostrando que la denuncia era insostenible.
–Claro, Nisman no tenía ninguna prueba. Ahí Nisman empieza a valer más muerto que vivo, porque en el Congreso se iba a desarmar, se iba a revelar el hecho de que no había nada, de que no tenía ninguna prueba. Entonces hay dos posibilidades: o Nisman, ante las circunstancias, se mata; o a Nisman lo matan para que no vaya a declarar y así aumente la tensión con el Gobierno. En la investigación criminal cuando hay un homicidio lo primero que se busca es a quién beneficia. Por ahí está el autor. Si mirás por ese lado, a quien menos le convenía la muerte de Nisman era al Gobierno. La relación del Gobierno con los servicios nunca fue buena y hay mucha gente que quedó desocupada y sigue operando. Todavía hay algunos que lo tildan de héroe a Nisman, pero quisieron inventar un héroe que no resiste el menor análisis.
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