“Al recordar este disco, hecho hace más de veinte años, me di cuenta de que, tristemente, lo que tenía para decir entonces sigue teniendo vigencia hoy... e incluso es probable que tenga más relevancia para la gente de 2015 que la de 1992.” Las palabras de Roger Waters sirven como introducción para el relanzamiento de Amused to death, su tercer disco como solista (tras The pros and cons of hitch hiking y Radio K.A.O.S.), que acaba de aparecer en la Argentina. Inspirado en un libro escrito por Neil Postman en 1985 (Amusing ourselves to death, “Entreteniéndonos hasta la muerte”), Waters volvió a combinar sus obsesiones sociopolíticas con la música, retratando la cada vez más urgente fascinación de los humanos con las pantallas. De hecho, la nueva edición va más allá y llega a replantear su tapa: si en el original se veía a un chimpancé frente a un aparato de televisión, ahora es un niño de corta edad absorbido por el ojo que domina todo desde una pantalla gigante. Para colaborar en canciones algo asfixiantes pero siempre interesantes como “What God wants”, “Perfect sense”, “Watching TV”, “Three wishes” y “Late home tonight”, el ex bajista y cantante de Pink Floyd contó con la colaboración de gente renombrada como Jeff Beck, Don Henley y Rita Coolidge. Y el librillo demuestra una vez más el preciosismo sonoro del músico, que incluye el mismo mensaje de advertencia de la edición original: “Este disco fue mezclado con QSound, una nueva tecnología de audio que produce un campo de sonido más amplio y natural. Para escuchar el efecto, usted debe posicionarse centralmente entre los dos parlantes. Si el perro que ladra al comienzo del disco no suena como si estuviera en el jardín de al lado, entonces sus parlantes se encuentran fuera de fase”. Para completar semejante experiencia, la reedición también contempla una caja doble con el CD remasterizado y un BluRay con una nueva mezcla en 5.1 surround, además de las ya inevitables ediciones en vinilo de 200 gramos y una serie limitada de picture discs.