Miércoles, 29 de julio de 2015 | Hoy
CINE › GABRIEL REICH Y SU óPERA PRIMA A PURO GESTO, UN RITUAL DE TANGO
La idea original fue realizar un documental que abordara orígenes, historia y presente del tango, pero a la hora de encontrar un hilo conductor el realizador decidió poner el foco en De Puro Guapos, una atípica agrupación con sede en San Pablo.
Por Oscar Ranzani
Desde hace años el productor Fabián Streinger tenía ganas de hacer una película sobre la historia del tango. Por eso, lo convocó a Gabriel Reich, un profesional que viene del periodismo y que también es fotógrafo y director de videoclips. Streinger le propuso a Reich ser el director y guionista del futuro documental. Desde ese momento, Reich se puso a investigar meticulosamente y se dio cuenta de que en el cine “había un montón de cosas hechas sobre el tango”, según cuenta el director debutante en la entrevista con Página/12. Reich se fue topando con los personajes del under y, a la vez, del mainstream del tango, pero le faltaba un hilo conductor para su película. Entonces recordó un encuentro que tuvo lugar en San Pablo sucedido varios años atrás: en uno de sus viajes como mochilero, Reich había conocido allí a la orquesta De Puro Guapos que, según relata, “estaba formada por un argentino que dirigía a siete brasileños haciendo tangos”. Al momento de recordar aquel encuentro, el cineasta se dio cuenta de que la historia de esa orquesta bien podía ser el hilo conductor que le estaba faltando a su documental. Y así nació A puro gesto, un ritual de tango, que refleja la historia de esa orquesta del 2 x 4 comandada por el argentino Martín Mirol. “Se me ocurrió que fueran ese ojo que ve de afuera todo lo que nosotros queríamos contar”, confiesa Reich. El film se estrena mañana en el Espacio Incaa Gaumont.
–¿Que Mirol sea un exiliado de la crisis argentina de los ’90 le hizo pensar en trabajar en algo vinculado a las raíces musicales de su país?
–Sí. El ya había estudiado en la Escuela de Música de Avellaneda y estando allá, en San Pablo, había algo del tango que le atraía. De hecho, cuando yo llegué a San Pablo y los escuché me pasó lo mismo. El tango, o cualquier música folklórica, te vuelve a tus raíces estando lejos de tu tierra. Y eso me parece que era un poco lo que él tenía con el tango. Lo llevaba a su lugar de familia. El es de Sarandí. Y, de hecho, dijo: “Quiero tocar en una orquesta de tango en Brasil. ¿No hay? Bueno, la armo”.
–¿La orquesta de tango que creó Mirol es un caso aislado en Brasil, o hay un florecimiento del género allá?
–Por lo que sé, al menos en San Pablo, la orquesta de Martín es la única que hay. A partir de la movida que él armó –cuando la orquesta toca, también se arma una milonga–, empezaron a tocar algunos dúos, pero el bandoneón es considerado un instrumento muy raro allí. Martín siguió estudiando en San Pablo y cuando sacó el bandoneón en la Facultad de Música, los estudiantes se acercaron a ver de qué se trataba. Era algo exótico. De hecho, hay otro dúo que toca con acordeón y otro que ni siquiera tiene vientos. Si él tiene que arreglar su bandoneón, lo tiene que traer acá. Esto es así en San Pablo, donde él está y donde estuvimos haciendo la película. Me imagino que en el resto de Brasil pasa lo mismo. Brasil es medio continente y, por lo que sé, no le interesa tener mucha cultura extranjera. Pero él armó la orquesta y generaron una movida en base a la cual se empezó a expandir un poco más, al menos en San Pablo. Que yo sepa, no hay otra orquesta de tango en Brasil.
–¿El público que asiste a las milongas está formado por argentinos que viven en Brasil o hay brasileños interesados en escuchar a la orquesta?
–Hay argentinos, obviamente, pero también hay muchos brasileños interesados en escucharlos y en bailar. La mayoría son brasileños que les gusta el tango.
–En ese sentido, ¿influyó la cantidad de argentinos que viven en Brasil para que guste la cultura popular porteña?
–No lo sé, pero me parece que no fue una cuestión de cantidad de argentinos sino de interés por la música. Hace seis o siete años, el tango se transformó en Patrimonio de la Humanidad y eso hizo que se masificara mucho más de lo que venía produciéndose desde los ’80 con el espectáculo Tango Argentino, de Juan Carlos Copes, después de la caída que tuvo el tango en los ’70. Pero a partir de eso, no sé si influyó la cantidad de argentinos o el interés que provoca el tango tanto en el baile como en la música.
–¿Cómo se combinan en el gusto del público brasileño la alegría de la música de su país con la nostalgia y, a veces, la melancolía del tango?
–Si bien la alegría es como una identidad que Brasil tiene hacia el mundo, no están contentos todo el tiempo. En algún momento se entristecen. Y en la música, Caetano Veloso hizo algunos tangos. Recuerdo ahora la versión de “Cambalache”. La bossa nova trajo también cierta melancolía después de la alegría que venían teniendo en la música brasileña el samba o el choro. Pero también algunos músicos trazan paralelismos entre el choro paulense –que es la música popular de esa ciudad, porque el samba es más de Río de Janeiro– con las letras del tango. En general, las letras del choro son también sobre el desamor o la traición. Son letras más dramáticas como lo son las letras de los tangos. Aunque si bien las letras hablan un poco de eso, la música sigue siendo un poco alegre. Pero al menos en los paulistas, está esa nostalgia y esa melancolía que refiere el tango.
–Y en base a su investigación y sus recorridos, ¿cómo viven los brasileños el tango? ¿Cuáles son sus músicos preferidos?
–Por lo que sé, llega mucho de Astor Piazzolla, que fue lo que se popularizó mucho en los ‘80, aparte del baile. También Gardel. Creo que después de Maradona, Gardel debe ser el argentino más conocido en el mundo. Y en Brasil pasa lo mismo. Son esas dos figuras que resaltan en el mundo. Llega algo de Troilo para los que están más interesados, pero las figuras más populares son ellos dos.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.