Sábado, 8 de noviembre de 2008 | Hoy
HABíA UNA VEZ...
Había una vez un club es un curioso reality show. En primer lugar sorprende porque no parece haber sido concebido para captar consumidores sino que se ideó en función de contar historias mínimas, socialmente constructivas, sin apelar al morbo de los televidentes. El ciclo, que hoy al término de Talento argentino estrena por Telefé el segundo de los cinco capítulos, es una clara muestra de que más que los géneros lo que importa es qué es lo que se hace y cómo se lo hace. Producido por 100 bares Producciones y el programa de Escuela y Medios del Ministerio de Educación de la Nación, Había una vez un club se puede pensar como una suerte de continuidad de Cuentos cardinales, la miniserie que el año pasado también juntó a la productora de Juan José Campanella y la cartera de educación para mostrar la forma en que alumnos de diferentes puntos del país participaron de un concurso de cuentos. En esta oportunidad, Había una vez un club vuelve a reflejar a los adolescentes de la Argentina olvidada poniendo en imágenes y palabras el proceso de fundación y organización de clubes sociales de tres grupos de alumnos de escuelas públicas. En Andresitos (Misiones), Lago Puelo (Chubut) y Sebastián Elcano (Córdoba), los tres pueblos del que son oriundos los jóvenes, no existen clubes en los que los chicos puedan encontrarse o expresarse. Y ahi empiezan los sueños.
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