Miércoles, 22 de abril de 2009 | Hoy
LA COLECCIóN CLAVES PARA TODOS CUMPLE CINCO AñOS
Dirigida por José Nun e ilustrada por Rep, lleva publicados cien títulos. Tomando como antecedente la experiencia de Eudeba y CEAL, Claves... propone un abanico temático que incluye política, historia, cultura y ciencias, apuntando siempre a la masividad.
Por Silvina Friera
Las cifras son impresionantes: cien títulos, ilustrados por Miguel Rep, y más de 600 mil ejemplares impresos han circulado por los kioscos de diarios y revistas del país. La colección de divulgación Claves para todos, dirigida por José Nun, acaba de festejar cinco años de vida. En un país donde las propuestas de largo aliento escasean, hay motivos para celebrar la permanencia y el crecimiento de esta experiencia, heredera del espíritu que dejó entre nosotros Boris Spivacow. El periodista Jorge Sigal, director editorial de Capital Intelectual, recuerda cómo fue la gestación de este proyecto en 2003, cuando “recién empezaba a amanecer un poquito, después de una de las crisis más brutales de las últimas décadas”. Era riesgoso, pero también imperioso y necesario, intervenir desde el mundo editorial con libros inéditos que apostaran al debate de ideas desde una amplia variedad temática, que pivotea por la política, la historia, la cultura y las ciencias. Del embrión al parto, hubo que esperar un año. En 2004 arrancó el dos por uno (entonces dos libros por 10 pesos) con Crónicas del aguante, del sociólogo Pablo Alabarces, y Crítica de la Constitución, de Roberto Gargarella. “Elegimos el criterio de ser continuadores de la tradición del Centro Editor de América Latina y de lo mejor de Eudeba, con la idea de publicar libros de gran nivel en cuanto al contenido, que estén al alcance de la mayor cantidad de lectores posible y a precios razonables”, sintetiza Sigal a Página/12.
Que la inflación de los últimos años haya ajustado el precio no significa que los libros hayan perdido accesibilidad. Ahora, en los kioscos, los dos títulos que salen mes a mes, con una tirada promedio de 4 mil ejemplares cada uno, se consiguen por 29 pesos. “Como editor me resulta muy interesante lo que fue pasando, porque se formó una especie de mística de la colección. Para un autor hacer un libro de por sí no es un negocio. Tiene que haber una motivación mucho más profunda para que uno entregue un libro a un editor. Pero hoy es un lugar de privilegio estar en la colección Claves para todos”, explica Sigal. “La colección salió al encuentro de autores que necesitaban llegar a la gente y que no siempre encontraban un canal. Si vas a una editorial típicamente comercial, con el respeto que me merece, con un libro sobre los dilemas del Mercosur, es difícil que un autor logre que sea publicado. Nosotros lo publicamos porque el libro es bueno y la temática es importante. Ese espíritu de la colección tiene que ver con que juntó necesidades de los autores que tienen muchas cosas que decir, que tienen ideas y propuestas en sus ámbitos naturales, ya sea en la universidad o en los medios de comunicación en los que trabajan, y encontraron un lugar donde se puede proyectar. Hay una especie de cariño, de cofradía que se armó entre los autores de la colección. Además, son cinco años de permanencia, entonces pertenecés a un club, un club muy importante”, dice Sigal.
La colección tiene sus best sellers, como La historia desbocada I y II, de José Pablo Feinmann, que vendió más de 10 mil ejemplares; Las guerras del agua, de Elsa Bruzzone, también en dos tomos, y Diez teorías que conmovieron al mundo, de Leonardo Moledo, que ya se tradujo y se publicó en catalán y en portugués. “Nosotros queremos vender y cuanto más vendemos más contentos nos sentimos. Somos una empresa que tiene una propuesta, queremos vender los libros que nos parece importante que la gente lea. Nuestros criterios son la calidad y la accesibilidad. Son temas densos pero de libre acceso, que se pueden leer con amabilidad”, precisa Sigal.
La colección ha pegado tanto el estirón que ahora obliga a Nun y a Sigal a producir nuevas iniciativas para mantenerla y animarla. “Claves... tiene un éxito importante; se usa mucho en las cátedras universitarias, la usan los periodistas y los programas de radio que quieren hacer algo más serio. Con la evolución natural de la colección, lo que fue pasando es que ya no tenemos que salir a buscar a los autores, sino que los autores empezaron a venir”, señala el director general de Capital Intelectual. “Muchos editores nos recomendaron que pensáramos en un final, pero no tenemos esa sensación de etapa cumplida, no creemos que esté agotada la propuesta.” Al contrario, la colección está empezando a reproducirse en nuevas subcolecciones: Claves de la ciencia, en la que se reeditarán títulos de ciencia ya publicados que tuvieron mucho éxito, con inéditos escritos para esta subcolección, y Claves de la historia.
–Muchos escritores, filósofos, historiadores, sociólogos y periodistas ponderan la experiencia de Eudeba y CEAL, pero a la hora de la verdad se avergüenzan al imaginar que sus libros se vendan en los kioscos. Ahora muchos autores se acercan solitos a la colección, pero al principio, ¿costó que superaran el prejuicio del kiosco?
–Nunca me encontré abiertamente con un autor que me dijera que no escribía para la colección porque los libros iban a los kioscos. No me ha pasado y no podría pasar porque la colección nació así: ¿te interesa escribir en una colección que apunta a la masividad, a la accesibilidad de una escritura amigable? Fue muy importante que abrieran el juego algunos escritores de renombre como José Pablo Feinmann o Torcuato Di Tella; eso influyó mucho para que otros quisieran estar en la colección y se pusieran la camiseta. Pero lo que vos decís es cierto, está basado en un prejuicio que existe. Pero ese prejuicio se está atenuando por necesidades propias de la industria, porque cada vez más el kiosco es un canal importante y el libro de bolsillo empieza a tener un peso fundamental, y ni hablemos hoy, con la crisis económica mundial. Creo que se va venciendo ese prejuicio, pero también hay que entenderlo. ¿Académicos vendiendo sus libros en los kioscos? La gente está acostumbrada a buscar en los kioscos productos periodísticos, que no quiere decir que sean malos, quiere decir que son más coyunturales y menos profundos. Los periodistas sabemos que hacemos productos perecederos casi antes de que salgan a la calle, pero los libros no son así, tienen una durabilidad mayor. No existe otra experiencia similar en el mercado argentino del libro actual como Claves... por la gran variedad de temáticas y por las tapas ilustradas por Rep, que le ha dado su propia imagen a la colección. Hemos generado un precedente que ojalá dure mucho.
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