Conciertos sinfónicos, de cámara, solistas, encuentros didácticos, seminarios, conferencias. Desde el sábado y hasta el 9 de mayo, Tierra del Fuego se convertirá, una vez más, en una Salzburgo austral, con el inicio de la quinta edición del Festival Internacional de Ushuaia. Por el salón Milenio de Las Hayas Resort Hotel –y en distintos puntos de la provincia– pasarán solistas de la talla del pianista ruso Vitaly Pisarenko (ganador del concurso Franz Liszt de Holanda), el croata Goran Filipec, el violinista Götz Bernau (concertino de la Sinfónica de Berlín), los cantantes André Schuen, Lazarina Borissova y Veronika Haller, además de brillantes intérpretes argentinos de distintas generaciones, como los pianistas Alberto Portugheis –radicado en Londres desde hace años– e Ivan Rutkauskas y el violinista Xaviet Inchausti, entre otros. Estará también el Ballet Teatro Ushuaia, dirigido por Estela Earmann y Tetyana Kobzeva, el ensamble Las Hayas, el dúo Hempel-Seroussi y la cantante Silvia Iriondo, que interpretará una renovada versión del ciclo Mujeres Argentinas, de Ariel Ramírez y Félix Luna. La orquesta anfitriona de esta edición será la Sinfónica de Moscú, que ofrecerá cinco programas diversos, cuatro dirigidos por Jorge Uliarte, quien es además director de la Sinfónica de Berlín y director artístico del festival, y uno a cargo del joven Pablo Dzodan.

“Tratamos de mantener el perfil internacional del encuentro, como uno de sus tantos atractivos”, explica Uliarte a Página/12. “Cuando nos embarcamos en esto, pensamos en una especie de Salzburgo en la Patagonia y en cierto modo algo de eso se dio, no sólo porque el mismo intendente de Salzburgo interpretó el concepto y vino hasta Ushuaia a inaugurar la plaza Mozart, o el alcalde de Berlín envió comunicaciones a través del embajador y se fundó la plaza Beethoven. Desde la primera edición buscamos conjugar en una misma manifestación a los jóvenes solistas con talento que se están imponiendo en Europa con los más expertos, ya consagrados; y también nos planteamos darles espacio a los argentinos. Pero el gran esfuerzo es lograr la rotación de orquestas importantes, a las que consideramos como la columna vertebral del festival, más allá del gran valor que tienen un gran solista o un buen grupo de cámara. En otras ediciones tuvimos a la Sinfónica de Berlín, la de Praga y hasta armamos la Filarmónica de Ushuaia. Esta vez nos sentimos muy orgullosos de traer a la Orquesta Sinfónica de Moscú, naturalmente, con un repertorio ruso.”

“El festival ofrece una programación muy interesante, que hoy se puede escuchar en las grandes capitales musicales del mundo”, interviene Margareta Uliarte, directora del festival en Europa. No sólo es la programación. Un paisaje único y el aura casi mística que proporciona sentirse al sur del sur, en la puerta de la Antártida, en el fin del mundo, son componentes importantes del atractivo del festival. “Esta es una manifestación con un contenido y un contenedor únicos”, asegura Hernán Román, director general del festival. “Por sus particularidades, Ushuaia está muy bien posicionada en el mundo; en Europa es una marca. A eso hay que agregarle este contenido que colocó artísticamente a ese festival entre los más importantes de América. No existen encuentros como éste, y eso le da mucho más valor.” “Además, para la ciudad es una excelente manera de prolongar la temporada alta, que antes terminaba en Semana Santa”, agrega Santiago Lanzilotta, director administrativo y de producción.

A punto de comenzar la quinta edición, no deja de sorprender que exista un festival de música clásica en el extremo sur del mundo, donde más allá de los atractivos naturales es necesario un notable esfuerzo de producción. Los primeros sorprendidos son los organizadores. “Eramos cinco locos que llegábamos a fundar una ciudad musical en la Patagonia”, bromea Martín Meyer, director comercial del festival. “Pero encontramos interlocutores válidos, y así comenzó una sumatoria de esfuerzos. Este año, como novedad, a la Municipalidad, que siempre nos acompañó, se suma la provincia. Y eso, más allá del financiamiento, nos pone muy contentos como ciudadanos, porque así debería ser siempre. Además contamos con el apoyo de buenos sponsors, tanto de empresas privadas como de instituciones nacionales e internacionales.” Las voces de la mesa se cruzan cada una con su anécdota relativa a la historia del festival, desde lo que fue llevar los primeros pianos en un avión Hércules –ahora en la ciudad hay un Steinway gran cola y otro para ensayos–, o cuando los contrabajos no entraban en las bodegas de los aviones, antes de que Aerolíneas pusiera en servicio hasta Ushuaia los Boeing 747.

En la última edición, el festival contó con una concurrencia a los conciertos de unas 22 mil personas, dato particularmente interesante para una ciudad con una población estable que ronda las 50 mil almas. “Somos una SRL, no somos una fundación –aclara Román– y tratamos de generar nuestros ingresos a partir de hacer bien nuestro trabajo. Pero esto tiene además un trasfondo de satisfacción personal que es muy importante, lo que un festival de estas características genera en la población.” “El interés del público que sigue los conciertos, la asistencia de los alumnos de las escuelas a los ensayos, los conciertos didácticos y la cantidad de músicos que asisten a las master classes, dan la pauta de la inserción de este festival en la vida de Ushuaia –agrega Uliarte–; por ejemplo, Christine Höller, profesora del Mozarteum de Salzburgo, viene desde la primera edición y tiene un nutrido grupo de alumnos que la esperan. Y desde que se creó el festival, el número de estudiantes de música en la ciudad creció exponencialmente.”