Llevado al escenario, el tango danzado tiene mucha tela para cortar. La que encontraron Miriam Larici y Hugo Patyn, dos argentinos radicados en Los Angeles, propone una vuelta de tuerca desde una mirada que encuentra algunos cruces con la danza contemporánea. Además de escenografías alejadas de los arquetipos convencionales del género (no hay aquí compadritos ni polleritas de tajos generosos), el espectáculo que ahora traen por estas tierras, Tango & Fire, se desarrolla a partir de tangos, valses y milongas especialmente compuestos por el bandoneonista Lisandro Adrover e interpretados en vivo. El espectáculo, que se presenta en el teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062), tendrá hoy a las 20 su última función local, para volver a ser paseado por los escenarios de San Francisco y Los Angeles.

El elenco se completa con dos parejas más de bailarines: Natalia Patyn y Jorge Tagliaferro y Paola Jean Jean y Nicolás Cobos. La interpretación en vivo de la música marca un pulso diferente en toda la puesta. Lisandro Adrover (que en su currículum ostenta hitos como haber formado parte de las filas de la orquesta de Osvaldo Pugliese, además de haber sido arreglador de espectáculos como Forever Tango y Tanguera) hace lo suyo con un ímpetu que se plasma también en lo físico. Tanto, que en el debut local al bandoneonista se le volaron los anteojos. Dividido en dos movimientos, la primera parte de Tango & Fire está compuesta por cuadros como Introducción al fuego, Magia y amor o Tres milongas, cada uno con una historia delineada y un juego de vestuario diferente. Lejos de hacer pie en el costumbrismo, los ejes temáticos que guían los cuadros (el amor, la pasión, la traición, el desengaño, la vida y la muerte entrelazando el destino de los protagonistas, es decir, los del tango) proponen juegos creativos también desde el vestuario: una bailarina ángel, mujeres faunos, felinos con piel y bigotes.

Además de estas presentaciones en el teatro La Comedia, Tango & Fire tuvo una única función debut el año pasado en Zárate y formó parte del show que Larici y Patyn dieron en un festival de tango en Los Angeles. Pero, explica Larici, la presentación local tiene una carga especial, algo así como la prueba de fuego en la tierra del tango.

–¿Cuáles son los elementos distintivos que tiene un espectáculo como este cuando se propone afuera y cuando se monta en la Argentina?

–Nosotros no hacemos diferencias. El espectáculo es el mismo, porque para nosotros el tango es el mismo y la danza es la misma. Además, la información que tiene la gente de afuera es mucha y muy buena, porque hoy en día el tango alcanzó un gran nivel de difusión. Así que, tanto acá como en el resto del mundo, hay que saber hacer las cosas modernas pero sin salirte de las raíces, porque la gente necesita que le des el verdadero tango. Te podés ir por las ramas con respecto a los agregados, a la mirada propia que puedas sumar, pero no podés mentir ni hacer cualquier cosa: los extranjeros conocen tanto de tango como los argentinos.

–Eso iría en contra de cierto lugar común que indica que afuera hay más lugar para mentir o para hacer parecer mucho con poco.

–Hace unos diez, quince años, quizás era así. Había espectáculos por todo el mundo, pero los extranjeros no viajaban tanto a la Argentina, no estaban tan empapados del tango, no podían comparar. Ahora la gente sabe. Además, habiendo tanto para hacer, ¿para qué mentir?