Miércoles, 7 de junio de 2006 | Hoy
LITERATURA ARGENTINA DE EXPORTACION
Tres de los participantes en la Semana de editores en Buenos Aires explican los criterios que se adoptan a la hora de buscar autores.
Por S. F.
Son la versión pirandelliana de Seis personajes en busca de autor, pero adaptada al mundo de la edición de libros. El pequeño dream team de once editores y traductores extranjeros, que estuvieron en la Argentina participando del programa Semana de editores en Buenos Aires –dirigido por cuarto año consecutivo por Gabriela Adamo–, busca escritores argentinos para traducir y publicar en sus países, preferentemente novelas porque “los cuentos no funcionan ni venden”, dicen. En 1986, el inglés Pete Ayrton fundó su editorial, Serpent’s Tail, una de las casas independientes más importantes del mundo anglófono, que publicó, entre otros, a Roberto Arlt, César Aira, Daniel Moyano, Juan José Saer y Luisa Valenzuela. “Nos parece importante especializarnos en la literatura de un país”, confirma a Página/12. “La literatura argentina funciona como un puente entre la europea y la latinoamericana”, señala Ayrton. La alemana Tina Kröckel, responsable de las traducciones de literatura en lengua española de Eichborn Verlag, editó a Martín Caparrós, Guillermo Martínez y Carlos María Domínguez. “Nuestro catálogo no está dirigido hacia la alta literatura ni lo comercial”, plantea. La francesa Dominique Bourgois, directora de Christian Bourgois, creada en 1966, reconoce que hace muchos años que publican autores en lengua española. Empezaron con Borges y fueron incorporando a Ricardo Piglia, Alan Pauls, Damián Tabarovsky y Aira. “No tienen nada en común”, detalla la editora. “Lo único que los une es que viven en el mismo país, pero cada uno tiene una voz particular.”
Los tres se ríen cuando admiten que después de tantos encuentros y charlas –les recomendaron, entre otros, a Fogwill, Sergio Bizzio y Martín Kohan– tienen kilos de libros que deberán leer para evaluar si serán funcionales al catálogo que están construyendo en sus países. Bourgois cuenta que la clave de un fondo editorial se sintetiza con una expresión: trabajar mucho. “Es como articular una red. Hablo con especialistas que conozco, con otros editores y con los traductores, que tienen un papel muy importante porque son el nexo entre un autor y el editor. Y también miramos los catálogos de otros colegas”, dice la francesa con un tono pícaro. “Hay autores que son maravillosos –explica Ayrton–, pero no sintonizan con nuestra propuesta editorial.” Y si la literatura latinoamericana era encuadrada tradicionalmente bajo la etiqueta de “realismo mágico”, el inglés aclara que los europeos ya no son partícipes de esa añeja perspectiva. “Hoy es mucho más urbana, por lo que hablar de realismo mágico parece una antigüedad”, precisa. Además de Tröckel, Ayrton y Bourgois, estuvieron en el país la traductora y editora Eloisa Jahn, de Companhia das letras (Brasil); el editor Lorenzo Ribaldi, de Nuova Frontiera (Italia); Silvia Schmid, de DTV (Alemania); Elisabeth Solberg, de Cappelen (Noruega) y la traductora griega Effi Yannopoulu, entre otros.
¿Qué significa ser independientes en un mundo donde el mercado editorial está cada vez más concentrado? Los tres responden como si estuvieran cantando en un coro: “Problemas”, repiten y bromean una y otra vez. “Las grandes editoriales se volvieron especies de dinosaurios que andan a los tropezones en esta jungla cultural”, opina Ayrton. “La diferencia –interviene Bourgois– reside en que nosotros tomamos decisiones sobre lo que queremos publicar y tenemos que lidiar con todos los problemas que esto implica. Cuando algo no funciona, la culpa es nuestra, pero en los grandes grupos un fracaso se diluye entre muchas manos.” En Francia, añade Bourgois, las librerías saben que la editorial que ella dirige es sinónimo de calidad: “Ser independientes significa cuidar ese lugar de prestigio que hemos ganado a través de los años”. Kröckel sostiene que la ventaja de la independencia es saber ocupar los espacios vacíos que dejan los grandes grupos. “Nosotros buscamos esos nichos”, agrega la editora alemana. “Sabemos que nuestro público busca un tipo especial de libros y de autores que no se publican en las grandes editoriales.” Ayrton subraya que elambiente cultural inglés es muy distinto del francés o del alemán. “En Gran Bretaña hay pocas editoriales independientes, y aunque los dinosaurios dejan espacios, a veces pueden pisarte y aplastarte.”
Ninguno pretende encontrar al escritor argentino que lo redima como editor o que le garantice un éxito inmediato en términos de ventas. “Cuando uno publica literatura traducida –ejemplifica el editor inglés–, no está pensando en cuánta plata va a ganar. Cuando leo a Roberto Arlt, me entusiasmo con la historia que cuenta, pero no pienso que con ese libro me voy a salvar como editor.” Este énfasis en la historia también lo comparte Bourgois: “Buscamos siempre al autor que pueda contar una buena historia, no importa de dónde sea”. Y aunque parezca mentira, el cuento está en cuarteles de invierno en el mundo editorial. “Son difíciles de vender”, coinciden los tres. “En Alemania no funcionan los textos breves, los lectores piden novelas”, afirma Kröckel. “Una vez que logramos establecer un autor extranjero, quizá se pueda sacar un libro de cuentos, pero para lanzar un escritor hay que elegir una novela”, aclara la editora francesa.
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