Boleros, chacareras, escondidos, gatos, tonadas, zambas y... danzas africanas. La jornada inaugural de Americanto 2010 –la 26ª edición de este festival de cantores populares– incluyó músicas de todos los colores, coincidió con el 47º aniversario de la presentación del manifiesto del Nuevo Cancionero popular argentino y sirvió de contexto a un nuevo y sentido homenaje a Mercedes Sosa, “la madre de los cantores populares”, según esbozó su sobrino Coqui Sosa y asintió el resto de los folkloristas presentes en el encuentro mendocino de música popular.

Así, la Negra devino Pachamama musical en los dichos de Coqui, aunque más bien le valga la figura de la mamushka, por haber influenciado generación tras generación de músicos y emocionado a generación tras generación de oyentes, con canciones que siguen sonando en el espiralado éter del folklore.

En su homenaje, los jóvenes artistas cuyanos Sebastián Garay, María Eugenia Fernández, Paula Neder y Angeles Asencio (a quienes Mercedes Sosa supo amadrinar artísticamente), invitados a escena por Mónica Abraham, se amalgamaron sobre el tablado con Coqui Sosa, sobrino de la cantora tucumana, para recrear aquel himno de Violeta Parra que tanto ha retumbado en la voz de Sosa: “Gracias a la vida”, con proyecciones de imágenes de la Negra y fuegos artificiales en derredor.

Pero antes de eso, hubo tiempo para que cada artista demostrase valor propio. Pocho Sosa, por ejemplo, comenzó entonando clásicos de la época de aquel manifiesto del Nuevo Cancionero, presentado en el Círculo de Periodistas de Mendoza el 11 de febrero de 1963 por artistas de la talla de Tejada Gómez, Bustelo, Francia y Matus, pilares del folklore argentino. Algunos títulos: “Fuego en Animana”, “Zamba del Carnaval” y “A que florezca mi pueblo”, que entonó secundado por Asencio, que podrá ser no vidente pero obliga a abrir bien los ojos al descubrir sus cantos.

Mónica Abraham, en tanto, interpretó una selección de obras de la región de Cuyo y, entre zambas y canciones, convidó a Fernández, Garay y Neder al escenario, para el momento del homenaje a Sosa junto con su sobrino Coqui.

El propio Coqui supo mantener la atención luego, junto a la simple compañía de su palabra, para recorrer canciones de pulso relajado, como “Donde termina el asfalto”, “Canción para dormir a la patria”, “País”, “Para cantar he nacido” o “Los hermanos”; y terminar su presentación de viva voz, invitando al baile popular con “Mi cueca enamorada”, “Chacarera del Salado” y “Pollerita”.

Pero el momento más emotivo, palmo a palmo con el homenaje grupal a la Negra, ocurrió cuando Coqui estrenó “Cantora del pueblo”, un tema que compuso cuando “la tía Mecha” permanecía internada y su salud empeoraba y que no quiso cantarle ni cantar en público antes porque no quería sentir que estaba “especulando con su ida”. El momento de mostrarla finalmente llegó: “En Mendoza y en el Americanto, sentí que era el lugar”, explicaría el cantante y compositor tucumano al bajar del escenario. Y destacaría: “Hace cerca de dieciséis años que no cantaba en este encuentro, por eso mi orgullo fue mayor cuando me convocaron para el homenaje a Mercedes, en el que todos los que participaron lo hicieron desde el corazón y sin ningún fin comercial”. No obstante, no sólo de chacarera vive el tucumano, que anunció que ya está proyectando editar un disco con todos los temas de los que fue partícipe, “que no son tantos desde la letra”, como admitió, pero sí varios los que ha realizado en colaboración con el poeta Pablo Dumito.

Luego de Coqui, llegó el turno de la cantante local Vanina Fernández, donde en compañía de una sólida banda y con una noción de los momentos de un recital notable, recorrió tonadas y boleros de aires jazzeros como “Simón Caravalo”, “Así es Mendoza”, “Me gusta Jujuy cuando llueve” y “Justo ahora”. Más tarde, llegaría la intérprete y actriz mapuche Luisa Calcumil, llegada desde Río Negro para amplificar el canto ancestral de su pueblo y cautivar a un público de cinco mil personas en el Prado Gaucho del Parque General San Martín mendocino. Su mensaje en defensa de la identidad mapuche quedó claro con “Canto del lago” y “Donde he sembrado la vida”, mientras que pasajes como “Rancherita nuestra”, “Mi paisana” y “El chingolito” volvieron a desatar bailes.

El cierre de la velada quedó en manos de Roberto Cantos y Julio Paz, muchísimo más conocidos bajo la entidad artística a la que le dan forma: Dúo Coplanacu. En compañía del violín de Julio Gutiérrez y el bandoneón de Omar Peralta, y meta bombo y guitarra, dieron una demostración de buen folklore regional, con zambas, gatos, chacareras y escondidos como “Pampa del chañar”, “Mirando lejos”, “Achalay tierra mojada”, “Corría, corría, corría”, “Corazón de madera” y el celebradísimo “Agitando pañuelos”.

Para completar la oferta, hubo representación para la cultura afro con el grupo de danza Moribaya-ssa, experiencias de vanguardia como el trío Traful (del hijo de Luisa Calcumil) y hasta salsa, con La Levingston Colmenares y Scrash Salsa Ballet.

En la segunda jornada, al cierre de esta edición se presentaban Miguel Maiguay, Los Makai, Markama, Pica Juárez, Julio Azzaroni, los dúos Torino-Reinoso y Giménez-Garro y el trío Fattorusso-Maza-Fattorusso. Mientras que hoy el encuentro tendrá punto y aparte (dejando espacio a más líneas que serán escritas ya en 2011), con La Cepa Torcida, José Quiroga, Paola Albano, Cacace-Aliaga, Jorge Marziali, el Chango Spasiuk, Yatiri, Arbolito y el espectáculo Yupanqui tierra que anda. Y tal vez, por aquí o allá, algún otro homenaje a la Negra, algún descubrimiento artístico, un pañuelo al vuelo o una china jugando al escondido.