Martes, 28 de febrero de 2006 | Hoy
MUSICA › ALEX KAPRANOS, DE FRANZ FERDINAND
Los teloneros de U2 tienen también su historia exitosa, que lleva a que esta noche convoquen a su propia ceremonia en el estadio Luna Park.
Por Roque Casciero
Hace poco más de dos años, el nombre de Franz Ferdinand sólo circulaba en la escena rockera de Glasgow: por entonces, el cuarteto daba sus primeros conciertos en fiestas que ahora tienen aroma a leyenda, organizadas junto a sus amigos de las escuelas de arte en un chateau... hasta que las paró la policía. Pero no fue problema para la banda escocesa, que le debe el nombre al archiduque austrohúngaro cuyo asesinato desencadenó la Primera Guerra Mundial: aunque pocos lo supieran, Alex Kapranos (voz y guitarra), Nick McCarthy (guitarra), Bob Hardy (bajo) y Paul Thomson (batería) ya estaban listos para conquistar el mundo. Y algo de eso hubo, porque gracias a hits hiperpegadizos como Darts of Pleasure y Take Me Out, su primer disco epónimo vendió más de 3 millones de copias ganaron el prestigioso Mercury Prize y otra pila de estatuillas y salieron de gira por Estados Unidos, Europa, Japón y Australia, como puede apreciarse en el DVD doble, también epónimo, que acaba de publicarse aquí. Pero en lugar de intentar ordeñar al máximo el primer disco con tours interminables, la banda se concentró en un segundo trabajo, You Could Have it So Much Better, en el que no abandonó del todo la fórmula de guitarras new wave más bases funky, pero que abrió las puertas a nuevos caminos sonoros con canciones acústicas o riffs bien pesados. “Nos gusta el modo en que grababan las bandas en los ’60, que sacaban dos álbumes por año: eran mucho más productivas y no perdían calidad”, le asegura Kapranos a Página/12. “Ahora todo se trata del marketing, pero a mí no me interesa eso sino hacer música.” Con eso en mente, los Franz Ferdinand llegan a Buenos Aires en “su” momento, cosa que no sucede a menudo (Nirvana o los White Stripes son otros ejemplos). Y lo hacen como teloneros de lujo de U2, pero también con peso propio: esta noche debutarán solos en Luna Park.
–Es notable todo lo que han conseguido cuando al principio sólo se proponían “hacer bailar a las chicas”, según dijeron.
–No está mal, ¿no? Es gracioso, porque cuando dijimos eso, en realidad no nos proponíamos mucho más. Lo que estábamos diciendo era que, por más que nos propusiéramos hacer las cosas más grandes, lo que hacemos es música pop, entonces todo debería ser más simple.
–¿Franz Ferdinand sólo hace música pop?
–Cualquier banda buena sólo hace música pop, no hay nada de qué avergonzarse por ello. Cualquier clase de música, si es buena, es un subgénero del pop, porque tiene un atractivo popular. Incluso las mejores canciones de heavy metal son canciones pop: Paranoid de Black Sabbath es una gran canción pop, lo mismo que Smells Like Teen Spirit de Nirvana.
–Pero, en los últimos tiempos, el término pop fue casi secuestrado por los cantantes surgidos de realities y cosas así.
–Es verdad. Y es una vergüenza. Eso también pasaba hace mucho tiempo, cuando bandas como The Who dijeron: “Nosotros ya no tocamos pop sino rock”. Era como si hubiera alguna superioridad intelectual en la música que ellos tocaban sobre la música pop. Y soy un gran fan de The Who, pero creo que aquello fue un error: no hay nada de malo en hacer buena música pop. No se la puede rechazar sólo porque hay malos ejemplos. El hecho de que el príncipe Carlos y Camilla sean una pareja de enamorados desagradable no significa que uno deba rehusarse a estar enamorado y en pareja.
–¿Los sorprendió la respuesta que tuvo su música?
–Ehhhh... Me sorprendió que vendiéramos tantos discos, pero porque no estaba seguro de que alguien pudiera vender discos a esta altura: todas las bandas buenas que conozco de Glasgow estaban destinadas a vender quinientas copias. Pero, al mismo tiempo, recuerdo que cuando nos juntamos por primera vez en una sala de ensayo pensé: “Mi Dios, esto es muy excitante, espero que la gente lo aprecie”. Así que, en cierto modo, tuvo sentido que prestaran atención a lo que hacemos.
–Con The Karelia, su banda anterior, no había tenido el mismo éxito.
–Oh, no, no era una banda tan buena. Todos nosotros habíamos estado en bandas y eran buenas, pero no tanto como Franz Ferdinand. A veces es la afortunada combinación de personalidades lo que hace grande a una banda.
–¿Se propusieron que el segundo disco ampliara su límites estilísticos o simplemente ocurrió?
–Las dos cosas. Teníamos como objetivo progresar y queríamos un sonido más cercano al que tenemos en vivo, más tridimensional. Creo que el sonido del próximo álbum también va a cambiar, quizá bastante radicalmente: una canción que grabamos hace poco en Australia es muy acústica y tenemos otra con un feeling muy soulero. Así que pueden esperar varias sorpresas de nuestro próximo álbum.
–A esta altura, ¿ya son el orgullo de Glasgow?
–Glasgow tiende a apreciar a la gente de la ciudad a la que le va bien, especialmente si mantiene el apego por la ciudad. Yo sigo teniendo el mismo departamento en el este de Glasgow, y cuando salgo a tomarme un trago la gente me felicita por cómo nos va. Siempre vuelvo a Glasgow porque siento que voy a mi hogar, pero también vivo bastante tiempo fuera de la ciudad. La casa en la que grabamos el disco está en las afueras de Glasgow. Y después de las giras está bueno poder tomar un poco de aire fresco.
–¿Se siente más relajado porque la gente lo conoce desde antes de que se convirtiera en estrella?
–Definitivamente. Después de esta clase de éxito, aprecio más a los verdaderos amigos, porque me hablan del mismo modo en que lo hacían antes. Y ésa es una gran diferencia entre los amigos y las amistades. Para los amigos, es como si nada hubiera pasado; las amistades pueden ir en dos caminos: o ya no te hablan o se mueren por hacerlo.
–¿Le resultó difícil acostumbrarse a la idea de que ahora es una estrella?
–Ehhhh... Para ser honesto, no pienso mucho en eso porque, si no, uno se convierte en un loco egocéntrico horriblemente arrogante. Conozco personas que no son estrellas y creen que lo son. Por ejemplo, tipos que tocan con su banda en un pub para cien personas y que se comportan como si fueran estrellas de rock. Y no hay nada más desagradable que una persona actuando como una estrella de rock. Prefiero comportarme como un ser humano.
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