Sábado, 4 de junio de 2011 | Hoy
MUSICA › LILIANA HERRERO PRESENTARá HOY EL FLAMANTE ESTE TIEMPO
En el teatro de la SHA, la cantante entrerriana mostrará el álbum grabado junto a su banda Nueva, en el que todas las canciones son de autores contemporáneos. “Me pareció interesante indagar qué rendijas dejaban para que por ahí se filtre el pasado”, explica.
Por Santiago Giordano
“Siento que este disco está más cerca de la historia que de la naturaleza”, asegura Liliana Herrero y enseguida se pregunta en voz alta: “¿entonces es un disco político?”. “Claro, es un disco político”, se responde sin dudarlo. “Es que recién ahora voy encontrando las palabras para explicarlo”, dice la cantante como disculpándose y estalla en una carcajada. Así, suspendida entre la sorpresa y el júbilo de encontrar las palabras para nombrar las ideas que antes cantó, habla Herrero de Este tiempo, el trabajo recientemente publicado; el que grabó con Nueva, la banda que formó hace poco menos de un año con Ariel Naón (contrabajo), Mario Gusso (percusión), Martín Pantyrer (clarinetes) y Pedro Rossi (guitarra); el que la unió una vez más a Ernesto Snajer como coproductor artístico; el que incluye un tema inédito de Luis Alberto Spinetta, además de notables canciones de Ramón Ayala, Fernando Cabrera, Lisandro Aristimuño, Hugo Fattoruso, Juan Falú, Edú Lombardo, Guillermo Klein, Jaime Roos, Diego Schissi, Rubén Rada, Carlos Aguirre; el que presentará hoy y el domingo 12 de junio en el teatro de la SHA (Sarmiento 2255).
En Este tiempo, Herrero dialoga con autores y compositores “presentes”, con canciones que hablan del amor, la soledad, la rabia, la esperanza; los “siempres” de la aventura humana. Canciones sobre las que la voz de Herrero traza un complejo dibujo de coincidencias y contrastes que dan la medida de su estilo, el reflejo sonoro de su forma de pensar, de mirar, de percibir, de hacerse escuchar y dejarse escuchar. Para Herrero, el presente es también una forma de cantar, compleja y audaz, hecha del tiempo que viene de lejos para estallar en el aquí y ahora. “Es prácticamente la primera vez que en un disco no dialogo fundamentalmente con autores antiguos –reflexiona–, aun cuando siempre late en mí la posibilidad de convivir con ese pasado desde el presente. En este disco hice a la inversa: estos son autores contemporáneos, canciones sobre las que me pareció interesante indagar qué rendijas dejaban para que por ahí se filtre el pasado, la tradición, acaso como una piedra con la que tropezamos.”
Herrero se entusiasma y el ritmo de la charla se expresa en el tráfico intenso de mates y cigarrillos. Dice que le encanta que el disco empiece con una frase como “Hoy se respira viento sur...”, con la que comienza “Tu nombre y el mío”, el tema de Aristimuño. Cuenta también que en un principio el disco se iba a llamar Contemporáneo, pero al final se decidió por Este tiempo. “Me di cuenta de que así señalaba una singularidad que me interesaba mucho marcar –explica–. Siento que en este tiempo están todos los tiempos, y si apelo a esa imagen borgeana no es sólo porque percibo que los temas elegidos tienen una rendija por donde aparece el pasado, que necesariamente está en este tiempo.” Herrero describe el sonido que logró desde un “optimismo doliente” y está convencida de que con este disco acompaña este tiempo que se vive en la Argentina. “Claro que lo acompaño –asegura–. Esa fue mi intención desde un primer momento. Pero sin ser literal: nunca lo fui y no veo por qué debería serlo justo ahora.”
En la tapa y la contratapa del disco hay un rostro velado, un querer ser inquietante que mira en alto. Podría ser la cantante; o un rostro cualquiera, absorbido en una quietud donde todo está por suceder. “Elegí esta tapa entre muchas otras propuestas –cuenta Herrero–. El rostro velado me acerca a la idea de que las individualidades están desdibujadas en este momento, en este tiempo; que no se trata de personas que muestran sus nombres y apellidos las que aportan y acompañan estos procesos de cambio que se están dando en el país. Es también la idea de algo que puede empezar a construirse, algo así como un rostro que se forma desde una comunidad de rostros. Si es cierto, vuelvo a Borges: en un rostro están todos los rostros. En fin... entendí que había que desdibujarse para juntar cabezas, para estar entre todos y después estallar. De otra manera no podría hacer esta música.”
Su disco anterior, Igual a mi corazón, es de 2008. Tuvieron que pasar tres años para la llegada del nuevo trabajo. Un tiempo que, si discográficamente parece prudente, creativamente resultó fecundo al colmar esa distancia con otra búsqueda. “Es cierto que para este disco los tiempos fueron otros, tal vez porque había que dejar madurar una banda nueva y ver qué hacíamos con este sonido –aclara la intérprete–. Para los discos soy lenta, porque los pienso mucho. Eso no quiere decir que en el estudio de grabación, con todo planeado para grabar, no aparezcan extraordinarios saltos y caídas, nuevas ideas, complementarias o incluso distintas de las originales. Sin ir más lejos, con el tema ‘Austral’ no sabía muy bien qué hacer. Sabía que quería cantarlo, pero estaba grabado por uno de los mejores cantantes latinoamericanos, Rubén Rada, que es además su autor. Era muy difícil seguir esa línea y más difícil aún salirse de ella. Pero no quería dejar de cantar esa frase: ‘Más solo no se puede estar...’ Tenía necesidad de hacerlo. Al final salió, lo hicimos con Martín (Pantyrer), que logró un milagro con el clarinete bajo.”
–¿Qué idea perseguía cuando armó esta banda?
–Arriesgarme hacia un sonido camarístico, opaco, con cierto gusto a madera. Pero flexible. Nueva está integrada por músicos jóvenes, pero de experiencia. Pedro (Rossi) es una verdadera esponja, Mario (Gusso) toca con sutileza, como Martín (Pantyrer) y Ariel (Naón). Todos aportaron soluciones de un espesor artístico increíble. Después de andar tocando juntos, la experiencia del estudio de grabación resultó magnífica, además porque con nosotros estaba un tipo como Ernesto Snajer, un compañero coproductor realmente indispensable, que dio las sugerencias precisas en el momento justo.
–El hecho de abordar un repertorio nuevo, ¿le abrió márgenes de libertad en la interpretación?
–No necesariamente. Cada tema tiene la referencia de la versión de su autor. Salvo “Bagualerita”, un tema inédito, un hermoso regalo de Luis Alberto Spinetta. Ahí, por ejemplo, agregamos otra percusión y modifiqué el estribillo para que fuera una baguala. Creo que quedó muy bien. Después de escucharlo, Luis me mandó un mail hermoso, en el que decía que encontró la versión en el vértice justo de la ruptura de mi voz.
–Entre la variedad del disco hay tres temas de Juan Falú...
–Sí, que en cierto modo reflejan tres aspectos diferentes de su creatividad. “Laurel”, que Juan compuso con Jorge Marziali, es muy interesante. Como “Fada”, que le dedica a su hija, con ese nombre tan oriental. Son canciones redondas. La milonga “A puro fierro” siempre me gustó. Más allá de la historia de los tres herreros que entre tantos asados y guitarreadas tardan un año en hacerle a Pepe Núñez una reja que podrían haber terminado en una semana, hay lindas imágenes. Esa de sacarle el herrumbre a la guitarra con las bagualas, o que con un golpe de fragua “la vida vuelve”. Este tiempo en nuestro país es un como golpe de fragua. Qué sé yo... quisiera que el golpe de la fragua fuese más profundo, hablando de la vida artística de este país, de su música. En “Sueño de arena” logramos tender un tenue hilo entre Mario (Gusso), Pedro (Rossi) y yo, con el fliscorno de Richard (Nant), que cumple el papel de un testigo. No es el río que describe Aguirre, sino alguien que lo cuenta desde afuera. No un acordeón, es un fliscorno. Por eso también decía que en este disco está menos la naturaleza y más la historia. Ahora lo veo mejor: Este tiempo está determinado por los sacudones de la historia.
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