Jueves, 15 de junio de 2006 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA CON EL CANTAUTOR DANIEL DREXLER
Miembro de una familia musicalmente prolífica, armó una banda binacional para grabar su tercer CD, Vacío. Se declara cultor del “templadismo”, alternativa cultural frente al tropicalismo.
Por Karina Micheletto
“Todo empezó por culpa de un asado”, asegura Daniel Drexler. “Ahí arrancó el problema: empecé a vivir con un pie en Montevideo y otro acá.” Cuatro años atrás, su compatriota Fernando Cabrera lo invitó a uno de sus shows en Buenos Aires. Al final del recital, un grupo de músicos lo convocó a la reunión gastronómica nacional. Lo que terminó pasando es que Drexler se hizo amigo de esos músicos y armó una banda binacional, con la que grabó su tercer y flamante CD, Vacío. Un disco donde se escucha una fuerte marca de origen ligada a la canción uruguaya, con raíces fol- klóricas y una sonoridad del rock. Hoy a las 21 lo presentará en el teatro ND/Ateneo (Paraguay 918).
Cinco años menor que su hermano más famoso (y obligado, claro, a cargar con la mochila del “hermano de”), Daniel Drexler se inscribe dentro de una escena que también ocupan músicos como Fernando Cabrera, Martín Buscaglia, Kevin Johansen, Lisandro Aristimuño o Vitor Ramil (Johansen y Cabrera, de hecho, son invitados de su disco, además de Hugo Fattoruso). Una escena musical que tiene que ver con lo que, medio en serio y medio en broma, esta gente denominó Templadismo.
¿Qué es ese Templadismo, erigido en contraposición al Tropicalismo? “No llega a ser un movimiento, pero sí una herramienta de agitación cultural”, explica Drexler, mostrando que la cosa no viene tan en chiste. Los templadistas abonan la teoría de que la geografía nos hace sonar de determinada manera: así, si Björk canta “como partiendo hielo” o la música de Carlinhos Brown despide inevitablemente calor, la llanura induce, en palabras de Drexler, a cierta “suavidad”. “El clima influye sobre la identidad y sobre el humor. Hasta en las cosas más insospechadas. Un mexicano que estuvo viviendo acá me decía: ‘Es la primera vez que tengo que escuchar el pronóstico para saber cómo voy a salir vestido a la calle’. Claro, por eso nosotros siempre estamos dudando, o buscando el término medio.”
Los denominadores comunes que unificarían musicalmente a una región que abarca Uruguay, Río Grande do Sul, Entre Ríos, Santa Fe y la Pampa húmeda son, según el Templadismo: “La búsqueda en la creación del camino medio, la intención de evitar la estridencia de colores. La búsqueda del riesgo en el equilibrio. La búsqueda del punto medio”. Y, claro, atributos como la nostalgia y la melancolía: “Los tropicalistas tenían como grito de guerra ‘alegría, alegría’. ¿Será el de los templadistas ‘melancolía, melancolía’?”, se preguntan desde una suerte de manifiesto. “Los fenómenos culturales no respetan lo límites políticos. Para mí esto quedó claro cuando empecé a juntarme con músicos argentinos. En ningún momento tuve que explicarles nada, estábamos hablando de igual a igual desde el principio”, dice Drexler.
Daniel Drexler comparte con su hermano Jorge una historia familiar que lo llevó por la medicina, además de la música. “A los 30 años empecé a sentirme muy incómodo siendo médico. Así que empecé una maestría en Neurociencia sobre el sistema auditivo. Quería investigar algo de ese mundo que también sentía propio, el del sonido. A esa altura yo tenía grabados dos discos en PC y conocía todo sobre el proceso, desde defragmentar una computadora hasta cómo poner los micrófonos”, cuenta. Drexler estudió lo que pasaba con los oídos de músicos de tres bandas uruguayas (No te va a gustar, Cursi –donde toca otro de sus hermanos, Diego– y Lapso) sometidos a ensayos de muy alto volumen. Y actualmente, junto a un grupo de ingenieros, está tratando de patentar un software para una patología típica de los músicos, el zumbido de oídos.
–¿Considera que la música uruguaya está atravesando una suerte de resurgimiento?
–El movimiento de la canción uruguaya tuvo un primer germen en los ’50, con gente como Aníbal Sampayo. De ahí para acá, es como una planta que viene creciendo cada vez más fuerte. Lo que pasa ahora es el resultado de un proceso acumulativo. Sí hubo un cambio en un sentido: desde que yo era adolescente, el discurso uruguayo era: “en este país tan chiquito no se puede hacer nada”. De golpe nos dimos cuenta de que el nuestro es el tercer idioma más hablado del mundo. Tan desgraciados no somos...
–La pregunta inevitable: ¿cómo se lleva con el lugar de “hermano de”?
–Tiene sus lados negativos y positivos, y con el tiempo me di cuenta de que la suma de ambos lados da igual a cero. A mí me abrió y me cerró puertas. Pero tuve la suerte de tener en mi hermano a uno de mis mejores amigos. El lugar de la creación a veces es solitario y angustiante, así que es una suerte doble. Cuando me invitó a tocar un tema en su show del Gran Rex tuve dudas, miedo. Al final dije: si toqué mil veces con mi hermano en el living de casa, ¿por qué no voy a tocar ahora? Quizás hubiera sido más fácil hacer punk para diferenciarme de él, o travestirme. Pero bueno, hago canciones. Es lo que sé hacer.
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